La trama

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont
Carles Puigdemont
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Ni en sus peores sueños hubiera imaginado Carles Puigdemont que iba a acabar preso en una cárcel de Alemania en la que no podrá exhibir su perfecto dominio de los idiomas francés e inglés. La ensoñación del ‘procés’ se ha tornado pesadilla. En lugar de líderes europeos dispuestos a jalear su plan, el expresidente prófugo se ha topado con agentes de la policía alemana, primero, y con un juez que le ha enviado a una prisión de aspecto imponente. El Centro Nacional de Inteligencia, que no se enteró de donde estaban las urnas para el referéndum ilegal del 1 de octubre, se ha desquitado y ha frustrado el errático periplo de Puigdemont. Esta vez, sí, la inteligencia del Estado se ha impuesto a artimañas impropias de políticos serios. Los giros de guion se han convertido en algo cotidiano en la trama del proceso independentista. Pero todos van abocando al mismo final, un final en el que la legalidad se impone y la comunidad internacional, con los países más importantes de Europa a la cabeza, coopera para devolver la normalidad democrática a Cataluña. Los catalanes merecen ahora un nuevo gobierno, sin burlas ni atajos.