Inmigración ilegal

Melilla, en alerta constante por posibles asaltos a la valla

Entre junio, julio y los primeros días de agosto se han producido distintos asaltos, en los que han conseguido entrar varios centenares de subsaharianos.

Con la caída del sol, la posibilidad de que los inmigrantes subsaharianos intenten un asalto a la valla de Melilla aumenta dada la menor visibilidad, aunque un intento de entrada puede producirse en cualquier momento, incluso a plena luz del día.


La presión migratoria sobre Melilla mantiene desde hace meses en alerta constante a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, especialmente a la Guardia Civil, encargada de la vigilancia del perímetro fronterizo, pero en las últimas semanas se ha producido un repunte.


Esta circunstancia, que se viene produciendo especialmente desde finales del mes de julio, unida a la festividad del final del Ramadán que se celebra en Marruecos, puede ser aprovechada por los cientos de subsaharianos que esperan en los bosques marroquíes una oportunidad de entrar a la ciudad.


Lo saben las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado e incluso la propia población melillense, que vive desde hace años el problema migratorio, y que ha sido testigo de asaltos al perímetro fronterizo o de llegadas de pateras a playas repletas de bañistas.


Durante 2012 entre 3.500 y 4.000 inmigrantes subsaharianos intentaron saltar la valla perimetral de Melilla en un total de 28 asaltos o intentos registrados, un objetivo que consiguieron 486 personas, según los datos de la Delegación del Gobierno.


En 2013, todo apunta a que el número de inmigrantes que acceda a suelo español a través de la valla de la ciudad será mayor, ya que sólo entre junio, julio y los primeros días de agosto se han sucedido distintos asaltos, en los que han conseguido entrar varios centenares de subsaharianos.


La plantilla de la Guardia Civil se ha reforzado con la llegada de dos Módulos de Intervención Rápida (MIR) de los Grupos de Reserva de Seguridad (GRS), agentes de elite especializados en el control de masas, que vigilan constantemente la valla fronteriza junto a los guardias civiles que componen la plantilla del instituto armado en la ciudad.


En cualquier momento las cámaras de seguridad del perímetro pueden divisar a lo lejos una columna de inmigrantes, que descienden en fila para evitar ser detectados, por lo que tienen que estar prevenidos, a pesar de que los subsaharianos se valen, en la mayoría de los casos, del factor sorpresa.


Aprovechan los cambios de turnos de los agentes, las horas de las rupturas de ayuno o de rezo para sorprender a las autoridades marroquíes o buscan protagonizar asaltos simultáneos por diferentes puntos.


Cualquier estrategia es buena para conseguir el objetivo que llevan, en muchos casos, meses persiguiendo: entrar en Melilla y con ello entrar en Europa.


Los agentes y la Delegación del Gobierno han denunciado la actitud "agresiva" de los inmigrantes, rebatida por las ONG, que difieren de dicha teoría.


Durante meses, tras la remodelación sufrida por las avalanchas de 2005, la valla de Melilla fue infranqueable, pero ahora es un obstáculo superable y que, incluso, dependiendo de la zona, facilita el salto a los inmigrantes.


La población melillense en general, pese a la experiencia de años, no termina de acostumbrarse al ruido nocturno del helicóptero que sobrevuela la valla o a las sirenas que se pueden oír de madrugada.


Son muchos años, antes incluso de 2005, padeciendo un problema de difícil solución, donde se enfrenta el deseo de unas personas por conseguir una vida mejor y el deber de unos agentes que tienen la obligación de defender el cumplimiento de la ley.