Terrorismo

El TS confirma la condena a 54 años al etarra Kepa Preciado

El etarra acompañó el explosivo, que no llegó a estallar, de un letrero que decía "Comeros esta cabrones", texto que, tras pruebas caligráficas que incluyeron la comparación con una carta de amor a su novia, ha sido determinante contra él.

El Tribunal Supremo ha confirmado  la condena a 54 años de prisión que la Audiencia Nacional impuso al etarra Jon Kepa Preciado por colocar un artefacto explosivo, en julio de 2003, frente a la sede de la compañía Iberdrola en Bilbao.


El etarra acompañó el explosivo, que no llegó a estallar, de un mecanismo trampa destinado a los artificieros y un letrero que decía "Comeros esta cabrones", texto que, tras pruebas caligráficas que incluyeron la comparación con una carta de amor a su novia, ha sido determinante contra él.


La defensa argumentó en su recurso ante el Supremo que las pruebas tomadas en cuenta para condenar se sustentaban en declaraciones de co-imputados ante la Policía, algo que no se compadece con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.


Y también que no se hicieron comparaciones completas con la letra del condenado, a lo que la acusación respondió que fue el etarra el que se negó a dichas comparaciones, lo que en sí resulta sospechoso, pero que aún así los informes caligráficos son claros, además de que valieron las declaraciones de co-imputados .


Así, el fiscal del Supremo, José María Casado pidió al tribunal que confirmara la condena, criterio que finalmente ha seguido el Supremo.


La pena se le impuso por dos delitos de tentativa de asesinato terrorista (18 años) y otro de estragos (12 años), además de otros de robo con fuerza y falsedad de placas de matrícula.


La sentencia considera probado que Preciado sustrajo el automóvil usado en la acción en un aparcamiento y participó en la fabricación del artefacto.


También que incluyó una sistema trampa de activación, dotado de una ampolla de mercurio preparada para hacer explotar la bomba en el momento en que fuera retirada por los agentes de la Policía Vasca, acompañada del texto citado.


Al no hacer explosión el artefacto, se pudieron hacer análisis caligráficos de Preciado y su letra pudo ser comparada con una carta de amor que le fue incautada a su novia, cuya en relación a la carta reforzó la pericial caligráfica.


Aunque el artefacto no llegó a estallar, la sentencia de la Audiencia, ahora confirmada, señalaba que la intención del autor de los hechos era que lo hiciera, lo que podría haber ocasionado la muerte de los artificieros que debían manipularlo para evitar daños a otros ciudadanos.


La sentencia del Supremo va acompañada de un voto particular del magistrado Luciano Varela, quien considera que "no está acreditado que fuera el autor de lo que aparece escrito en el artefacto instalado" en la bomba, ni tampoco debe tenerse en cuenta el testimonio de la novia.


Así, dice Varela, la condena se basó en pruebas no válidas que no destruyen la presunción de inocencia, por lo que el recurso debió ser acogido por el Supremo.