Movimiento 15-M

Un año de indignación

Abandonado el campamento de la Puerta del Sol, ¿qué queda del 15-M? Manifestarse y paralizar desahucios han sido algunas de las actividades del movimiento.

Hacer balance de lo que ha sido este año para el movimiento del 15-M es, quizá, lo más difícil de todo. A primera vista, y a excepción de los días en los que los ‘indignados’ tomaron la plaza, la repercusión de sus iniciativas en la prensa y en la televisión ha sido realmente escasa. Eso no significa que haya permanecido inactivo.


"A decir verdad, dejar de estar en las portadas de los medios de comunicación fue todo un alivio", explica Pablo Gómez, miembro de las asambleas de Sol y Malasaña. Para este biólogo de 32 años, que el movimiento cayera en el ‘olvido’ mediático no representó más que una oportunidad de empezar a trabajar en las cosas importantes. Más allá de las manifestaciones y de las protestas que dan visibilidad al movimiento, los ‘indignados’ comenzaron a centrarse en los problemas del día a día, en lo que acontecía en los barrios y en tratar de resolver todas aquellas cuestiones locales que afectan al ciudadano. “Es una labor que no se ve, menos mediática, pero mucho más decisiva y fundamental”, resume Gómez.


Aporta un ejemplo concreto Vene Alhambra, miembro de la comisión de Respeto del 15-M y de la asamblea del barrio de Los Austrias, en Madrid. “Tenemos un problema en nuestra zona y es que quieren privatizar el Mercado de la Cebada”, comenta este psicólogo de sesenta años. Por eso, una comisión local se ocupa exclusivamente de informarse sobre lo que está pasando y de hallar fórmulas “para impedir que nos quiten este espacio que, en definitiva, es nuestro”.

La estructura no ha cambiado

Y es que la estructura del movimiento sigue siendo muy similar a la que dio a luz la acampada en la Puerta del Sol. Continúan existiendo los grupos de trabajo, las asambleas de barrio, la asamblea general, el punto de información y todo tipo de comisiones. Éstas, a su vez, van generando acciones como las jornadas que la comisión de Economía organiza todos los domingos en parque del Retiro.


Pero esto solo es un ejemplo. Como dice la periodista Patricia Horrillo, coordinadora del proyecto documental ‘15m.cc’, el movimiento ha supuesto un “despertar en la sociedad. En este sentido, ha dado impulso a cientos de plataformas que reivindican cambios a nivel social, económico e incluso político y que se han hecho fuertes bajo el paraguas del 15-M.

Stop Deshaucios

Quizá las más importantes son las que han conseguido parar varios desahucios a lo largo y ancho de la geografía española. Otras iniciativas como el ‘Yo no pago’, surgida tras la subida de precios en los medios de transporte públicos de la Comunidad de Madrid, o el ‘Basta de peajes’ de Cataluña también reflejan el descontento de miles de ‘indignados’ ante un futuro cada vez más caro y negro.

Una nueva forma de protestar

Alhambra va más allá y asegura que el movimiento ha marcado “un cambio tremendo” en la conciencia colectiva. En su opinión, el 15-M ha convencido a la gente de que hay que salir a la calle. Sin ir más lejos, “los educadores se han asambleado y ya no han sido los sindicatos los que han organizado la huelga de la enseñanza o las acciones del colectivo, sino las propias asambleas de los centros educativos”. En pocas palabras, “ha cambiado la forma de protestar y reivindicar”.


Entonces, ¿por qué hay una sensación de fracaso? ¿Qué es lo que ha fallado? Pablo Gómez lo tiene claro: “Falló la cobertura mediática porque el movimiento nunca se ha deshinchado. Descendió el número de personas a lo largo del verano, pero lo cierto es que las asambleas masivas no eran operativas y había muchos curiosos que no aportaban mucho. Ahora es poca gente, pero con muchas más ganas de trabajar”.


A juicio de Patricia Horrillo, el verdadero error consistió en que se generasen unas expectativas de algo que “no se sabe bien ni lo que es. Esto no funciona como una organización. Se exige una interlocución que no funciona como tal. Ni políticos ni medios de comunicación pueden pedir un ‘titular’, ni el ciudadano puede exigir que salgan a defender sus derechos. Tienes que salir tu. Y de ahí surge la frustración y el enfado de muchas personas”, analiza.


A este respecto, su compañero en el proyecto del ‘15m.cc’, el cineasta Stéphane Grueso, reconoce que la estructura “quizá no sea la más efectiva, pero no tenemos prisa. Si algo hemos aprendido a raíz del movimiento es a independizarnos de los medios de comunicación. No estábamos contentos con la imagen que dieron de nosotros ni de lo que hicimos, por eso decidimos contar nuestro propio relato”. El movimiento cuenta ya con una radio propia, que funciona las 24 horas al día, y un medio impreso mensual que se ocupa de llevar a las miles de personas que siguen sin conexión a Internet las últimas noticias relacionadas con el 15M. Y da un detalle más: "Solo hay que pasearse por las asambleas de barrio para ver que siguen concentrándose entre cincuenta y cien personas y que el movimiento sigue muy vivo”.

Democracia Real Ya

En las últimas semanas, una polémica ha sacudido el movimiento: Democracia Real Ya, la plataforma que convocó la manifestación del 15-M, ha expulsado a algunos de sus portavoces más conocidos, entre ellos Fabio Gándara, Pablo Gallego, Miguel Yarza, Olga Mikhaylova y Carlos Paredes. En un comunicado, la plataforma afirma que son los “creadores” de la “trama” desarrollada en el seno de la plataforma para convertirla en una asociación, “saltándose los protocolos de democracia interna” y “a espaldas” del colectivo. Afirman además que se desvincularon del trabajo del grupo “desde hace medio año”.


La disputa entre quienes prefieren permanecer como hasta ahora y los que entienden que se debe dar un paso hacia la asociación se ha escenificado en algunos medios de comunicación como una división sin posibilidad de superación. Sin embargo, Paredes afirma que son dos pequeños grupos extremos “los que lo están enfangando todo, cuando lo que deberíamos hacer es unirnos para luchar contra esta crisis”.


A pesar de la polémica, Paredes acudirá este 12 de mayo a la manifestación. “Creo que hay muchas más razones que entonces”, sentencia. “Estamos volviendo a la edad medieval y hemos retrocedido en derechos humanos”. Pone como ejemplo el tema de la cobertura médica: “Están condenando a los inmigrantes a la muerte. ¿Qué van a hacer los mayores con enfermedades crónicas que sostienen a sus familias con raquíticas pensiones y necesitan una ambulancia?”. Para la banca tiene, por si fuera poco, un ejemplo más reciente. “¿Es lógico que gente que cobra en un mes más que todos nosotros en toda una vida pida ahora al Estado dinero para rescatar las entidades financieras y se vaya de rositas? Yo voy a salir a la calle el 12M a título personal porque no hay derecho”.


Vene Alhambra apunta a otra razón de peso: la polémica reforma del Código Penal que el Gobierno tiene en mente y que, por ejemplo, elimina de un plumazo el derecho a la resistencia pasiva y equipara el vandalismo a la kale borroka. “Estamos volviendo al franquismo”, asegura el psicólogo. Al final, comenta su compañera en el punto de información de Sol, Alicia Armesto (41 años) “va ganando fuerza la desobediencia civil. Debemos salir a la calle y luchar por nuestros sueños”, concluye.