La colza gana terreno en la provincia, pero como biocombustible

Ha pasado de ser inexistente a ocupar una superficie en la provincia de 2.780 hectáreas. Además, el año pasado se vendió a 310 euros por tonelada, motivo principal para apostar por esta planta, cuyo consumo sigue estigmatizado por los envenenamientos de 1981.

Fincas de colza en Almazán.
Fincas de colza en Almazán.
Luis Ángel Tejedor

Un intenso amarillo tiñe el campo de Almazán desde hace unas semanas. Es la flor de la colza, un cultivo que está ganando terreno en la provincia, cambiando así la paleta de color del campo soriano, acostumbrado en esta época a los habituales verdes del trigo o la cebada. Mucho más rentable que los cereales por su precio en el mercado, la colza supone además una mejora para aquellas tierras en las que los agricultores practiquen la rotación de cultivos. Además, su producción recibe una ayuda de la PAC de 40 euros por hectárea.

Así, ha pasado de ser inexistente en el año 2000 a las 2.780 hectáreas del año pasado, lo que supone una apuesta por parte del sector por esta planta. El ‘pero’ sigue siendo el recuerdo de la tragedia de 1981, cuando por la manipulación de una partida de garrafas procedentes de Francia y vendidas de forma ambulante a un precio barato provocó la muerte de 1.100 personas y el envenenamiento de otras 60.000, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), de las que 25.000 resultaron con secuelas irreversibles.

En la actualidad, la práctica totalidad de la producción de Soria se destina a biocombustible, y aunque los nutricionistas destacan sus propiedades, los consumidores no quieren saber nada del aceite de colza, totalmente estigmatizado. Comprar aceite refinado de esta planta para aliñar ensaladas o freír alimentos es tabú y 36 años después aún no se encuentra en las estanterías de los establecimientos comerciales.

La ‘brassica napus’, llamada colza para su variante oleracea, es una planta que se utiliza principalmente para la producción de carburantes y para el consumo, aunque en España este uso está menos extendido por el mal nombre que adquirió en 1981.

Ha resurgido después de cumplir su condena durante estos treinta y seis años de ostracismo, y ahora está de moda en España y, en concreto, en Castilla y León, donde ya hay 38.410 hectáreas cultivadas, una extensión similar a la de 80.000 campos de fútbol, en una Comunidad que ha ‘perdonado’ ya el daño por el lote adulterado.

El cultivo de colza se ha incrementado un 760% en los últimos diez años al pasar de 5.059 hectáreas en 2008 a más de 38.000 en febrero de 2017, según datos facilitados por la Junta de Castilla y León.

La provincia que más ha aprovechado el resurgir de este cultivo ha sido Zamora, con 11.400 hectáreas sembradas, seguida de Valladolid, con 8.000. Soria contaba en 2016 con 2.779 hectáreas sembradas que tuvieron un rendimiento de 2.559 kilos por hectárea y se vendió a 310 euros la tonelada.

Apuesta en el canal

Julio Pérez Serrano lleva cuatro años cultivando colza en su explotación, sobre todo motivado por los precios de mercado. "Quería probar nuevos cultivos en el regadío aprovechando la infraestructura que tenemos en el Canal, pero también porque se trata de una planta que se paga muy bien". De hecho, trabaja también los grelos, guisantes o la remolacha. Este año ha sembrado 11 hectáreas de colza, pero tan solo una en secano, una parcela ubicada junto a sus fincas de regadío. "Es la primera vez que pongo colza en tierras de secano, pero no va a ser un año referente, dado que viene mala temporada para todo en general", señala este agricultor del campo de Almazán. En años anteriores ha llegado a sembrar hasta 20 hectáreas "dependiendo de la rotación de los cultivos".

La producción de colza en el regadío, asegura, "está más garantizada porque permite sembrarla en septiembre u octubre para que la planta nazca antes de que llegue el invierno y pueda estar implantada antes de los hielos". De hecho, señala que el año pasado, cuando sembró más de 15 hectáreas, consiguió un rendimiento de entre 3.500 y 4.000 kilos por hectárea. No obstante, "si viene un año con temperaturas suaves en otoño y humedad suficiente, la planta coge fuerza y es un cultivo que después ya no da más problemas".

No quiere aventurarse a hablar de la próxima cosecha. "Es cierto que se ha adelantado la floración, pero con un invierno y una primavera tan secos todo apunta a que va a ser una temporada mala para todos los cultivos", dice.

De hecho, la falta de agua y las elevadas temperaturas de abril propiciaron la aparición del gorgojo del tallo y del pulgón cenizo, pero se han parado con las heladas de los últimos días.

Las cuentas salen

El proceso de siembra comienza sobre septiembre -en cuanto llega la lluvia- y se puede realizar con la misma maquinaría de sembrar cereales o con la de remolacha.

Una vez nace, se desarrolla bien, hasta que se recoge y, si las heladas no dañan el cultivo, resulta rentable porque su precio actual de mercado ronda los 310 euros por tonelada.

La productividad de la colza es otro de sus puntos fuertes porque los cultivos de secano producen cerca de 2.500 kilogramos por hectárea y los de regadío entre 4.000 y 5.000, permitiendo unos resultados "con los que te salen las cuentas".

Los usos principales de esta planta responden a fines energéticos. El óleo de colza es una buena alternativa frente al aceite de palma, denunciado por tantas organizaciones por el aspecto medioambiental y por el alimentario, ya que su consumo está siendo muy debatido en la actualidad. Por eso parece importante que el aceite de consumo de la colza se pueda quitar ese sambenito adquirido hace treinta y seis años.

La Sociedad Cooperativa General Agropecuaria (ACOR) es una de las responsables del auge de esta planta porque ha avanzado mucho en su investigación. La colza soriana se envía a esta cooperativa para elaborar biocombustible.

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