ENTREVISTA

Mbuji Kabunda: "En la cultura africana lo social prima sobre lo económico"

África Subsahariana cuenta con 40 de los 50 países más pobres del mundo. ¿Qué responsabilidad hay en ello desde dentro y desde fuera?

En esta pobreza crónica de la mayoría de los países africanos las responsabilidades están compartidas: son externas e internas. Las primeras, por las asimetrías de toda índole y las injusticias internacionales; y, las segundas, por el mal gobierno, el modelo mimético, con la exclusión de la participación popular y por adoptar sociedades de consumo en lugar de las de producción.

¿Podemos hablar de la existencia de dos Áfricas: la oficial y la de la sociedad civil?

Sí. Está la África oficial, desde arriba o de los Gobiernos, sometida a los deberes económicos y jurídicos externos, que ha fracasado en sus objetivos de desarrollo y de construcción nacional; y, también, la África desde abajo o de los pueblos, que destaca por el dinamismo social interno, con sus estrategias de supervivencia al margen del Estado y de la comunidad internacional.

¿Qué diferencias hay entre ellas y qué aportan a la realidad del continente?

Las diferencias son abismales. La África oficial favorece la extroversión y la dependencia en su deseo de incorporarse a la globalización en condiciones subordinadas a favor de las clases gobernantes. La otra se inspira en las prácticas y los saberes endógenos, creando las bases del desarrollo desde adentro y en función de sus valores de hospitalidad y humanismo.

¿De dónde sacan la alegría de vivir teniendo tan poco?

De sus valores: la espiritualidad, solidaridad y hospitalidad, o de los valores no calculables (la inversión en las relaciones sociales y humanas, el derecho a vivir alegremente con lo mínimo?), al contrario de la racionalidad occidental en la que lo material prima sobre lo humano, es decir, la primacía de lo social sobre lo material y lo económico.

¿Qué modelo político necesita la comunidad africana?

El modelo que necesita África está basado en el homocentrismo (modelo humanamente centrado) y en el sociocentrismo (modelo con rostro social), conforme a la cultura africana del desarrollo en la que lo social prima sobre lo económico. África necesita un desarrollo que parta de la agricultura para conseguir la autosuficiencia y soberanía alimentarias, y de la industrialización, el reconocimiento y promoción de la economía popular, que es la única que crea muchos puestos de trabajo.

¿Los Derechos Humanos son válidos para la cultura africana?

Es verdad que los Derechos Humanos tienen un carácter universal, que son indivisibles e interdependientes. Sin embargo, no significan lo mismo para los que tienen sus necesidades básicas satisfechas que para los que carecen de ellas. Se deben tomar en cuenta las exigencias del derecho al desarrollo de los africanos y su comunitarismo y colectivismo, y no solo los derechos individualistas de tipo occidental a menudo abstractos.

¿Qué balance puede hacerse del proceso de democratización iniciado en África en los 90?

Es muy controvertido. En algunos países se han realizado importantes avances, mientras que en otros se ha retrocedido. En general, se ha dado prioridad a la democracia política occidental, sustituyendo las oligarquías liberales por las oligarquías neoliberales al servicio de los intereses occidentales. La persistencia de los golpes de Estado pone de manifiesto las incertidumbres del proceso de democratización en África.

El sistema económico internacional, ¿qué incidencia tiene en África?

El sistema económico internacional, que convirtió África en un verdadero laboratorio de experiencias de desarrollo, ha fracasado. Hoy se vende a los Gobiernos unas democracias formales, que supuestamente iban a traer el desarrollo. En realidad se quería legitimar los poderes establecidos en contra de los verdaderos intereses de los pueblos, lo que les ha arruinado.

¿Qué debería hacerse para beneficiar realmente al pueblo africano?

La solución pasa por la conciliación de los dirigentes con sus pueblos y por ponerse a su servicio. Para ello deberían adoptar unos modelos de desarrollo en los que se produce lo que se consume, como queda subrayado, y no al revés. También hay que crear unos Estados mezcla de la tradición y de la modernidad, respetuosos del pluralismo étnico de sus sociedades y del etnodesarrollo.