Kirguizistán

Más de 270.000 desplazados en cinco días

El Gobierno de Kirguizistán señala que amaina la violencia entre kirguises y uzbekos, pero pide a Rusia fuerzas de paz. El conflicto étnico en el sur del país ha causado 178 muertos.

Refugiadas uzbekas con niños esperan en la frontera con Uzbekistán, a siete kilómetros del distrito uzbeko de Osh, ayer.
Más de 270.000 desplazados en cinco días
SERGEI ILNITSKY/EFE

La guerra interétnica entre kirguises y uzbekos ha causado en apenas cinco días el desplazamiento forzado de 200.000 personas dentro de Kirguizistán y la huida de 75.000 a la vecina Uzbekistán, según afirmó ayer un portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur). "Tememos que a menos que la paz y el orden regresen, mucha más gente podría ser rápidamente desplazada y dirigirse a las zonas rurales del país o intentar cruzar a Uzbekistán", declaró Andrej Mahecic.

Por su parte, la oficina de la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos cuenta con indicios de que la violencia que se ha apoderado del sur de Kirguizistán "no es el resultado de choques étnicos espontáneos", sino que ha sido "bien planificada y dirigida". Su portavoz, Rupert Colville, afirmó que esta situación difiere de otras crisis de violencia y es "extremadamente peligrosa" debido al "mosaico étnico" que predomina en la región.

"Estamos ante una mezcla étnica muy compleja, con 80 grupos étnicos diferentes solo en Osh", la región donde se registraron los primeros ataques y enfrentamientos entre kirguises y uzbekos.

Mientras, el Gobierno provisional de Kirguizistán afirmó ayer que el conflicto étnico en el sur del país, en el que han muerto más de 170 personas, "está amainando", pero insistió en pedir a Rusia el envío de fuerzas de paz.

"El conflicto en Osh y Jalal-Abad está amainando y el Ejecutivo provisional confía en que se mantendrá esta tendencia", dijo la presidenta interina, Rosa Otunbáyeva, en la capital, Biskek.

Por primera vez desde el pasado día 11, cuando estalló la violencia, ayer en Osh y Jalal-Abad no se registraron nuevos incidentes e incendios e incluso abrieron algunos comercios, aunque continúa la tensión y las calles siguen cortadas con barricadas y patrulladas por militares y policías, según la agencia Akipress.

Al mismo tiempo, Otunbáyeva dijo que las autoridades negocian con el presidente de Rusia, Dmitri Medvedev, "la introducción de tropas para separar a los bandos enfrentados porque el decreto que autoriza el uso de las armas contra los provocadores no se cumple plenamente", de acuerdo con la agencia rusa Interfax.

Para Otunbáyeva, los sangrientos incidentes han demostrado que "el Ejército kirguís no tiene suficientes fuerzas" para controlar totalmente la situación, mientras los efectivos de Interior "están desmoralizados".

Agregó que algunos funcionarios, partidarios del depuesto presidente Kurmanbek Bakíev, "sabotean" las decisiones del Gobierno provisional, por lo que las nuevas autoridades han tenido que llamar a filas a los reservistas.

La presidenta subrayó que la tarea de las tropas de paz, además de servir de fuerza de interposición, sería vigilar instalaciones estratégicas, como plantas hidro eléctricas y puentes.

Por el clan Bakíev

Las autoridades kirguises consideran que los choques étnicos fueron provocados por el clan Bakíev, que tiene muchos partidarios en el sur, mientras que la numerosa minoría uzbeka local respalda al Gobierno provisional, y temen que la violencia se extienda al norte del país y a la capital.

El sábado, la líder kirguís anunció que había solicitado a Rusia el envío urgente de fuerzas de paz para controlar la situación en el sur de Kirguizistán. El Kremlin respondió que consideraba el conflicto en Kirguizistán un "asunto interno" de ese país centroasiático de 5,3 millones de habitantes, aunque se mostró abierto a que la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva estudie la solicitud. Además de Rusia, integran la OTSC otras seis antiguas repúblicas soviéticas: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán.

Otunbáyeva admitió que el número real de muertos puede ser mucho más elevado que el de los partes oficiales, que ayer cifraron las víctimas de los choques étnicos en 178 muertos y 1.866 heridos.