LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

La ira del Señor

Bill Clinton sufre un ataque de cólera al tener que afrontar la traición de Bill Richardson.

Llegó cansado, con bolsas en los ojos, pero dispuesto a sacar su mejor sonrisa para encantar a los ´superdelegados´ de California que su esposa necesitará en la partida final. El carismático Bill Clinton, famoso por encandilar a propios y extraños haciéndoles sentir el centro del universo, fracasó en la misión al transformarse en bestia colérica cuando salió a relucir el nombre de Bill Richardson.


"Fue como si alguien le hubiera quitado la anilla a una granada", describió el diario 'San francisco Chronicle' al narrar el incidente, que se produjo el domingo durante un encuentro privado.


Según los testigos, la cara se le puso roja, los ojos encendidos, la vena del cuello hinchada, el dedo amenazador apuntándoles directamente a la cara... Los 15 prominentes miembros del partido Demócrata que tendrán un voto decisivo en la Convención de agosto nunca lo habían visto así.


El detonante de la explosión había sido una lastimera queja de Rachel Binah, presidenta del Caucus Medioambiental del partido en Califonia, que apoyase en su día los esfuerzos presidenciales de Bill Richardson. La mujer se ha pasado al bando de Hillary, pero comunicó al ex presidente el malestar que le causó oír al jefe de campaña llamar Judas a Richardson por apoyar públicamente a Barack Obama.


"¡Cinco veces me dijo en la cara que nunca haría eso!", bramaba Bill Clinton. Su voz era la única que resonaba en la habitación, todo el mundo se había quedado sin habla. "Fue muy, muy intenso", describió uno de los presentes al diario californiano. "No se parecía en nada al Bill de otras campañas".

El guiño de la invitación


En realidad el actual gobernador de Nuevo México le hizo un favor a la ex primera dama retirándose de la competición antes de que votaran Nevada, California, Nueva York, Florida, Arizona y hasta su propio estado, dejándole el camino libre entre los hispanos. No hubo apoyo oficial, pero Bill Clinton interpretó su invitación para ver juntos la final de la Superbowl como un guiño de que se sumaría al equipo, "¡o al menos de que permanecería neutral!", se quejó el sábado. Richardson asegura que nunca le prometió nada.


De hecho, en los últimos meses se podía adivinar su distanciamiento con el matrimonio en sus quejas por la sucia campaña que estaban llevando a cabo, lo que le empujó hacia la actitud conciliadora de Obama, especialmente después de su histórico discurso sobre el racismo.


Richardson tiene una larga relación con los Clinton, tras haber ostentado dos cargos durante esa administración -secretario de Energía y embajador ante la ONU-, además de negociador internacional en diferentes crisis. Ya perdidos los papeles, el ex presidente arremetió también contra la prensa, el partido y cuantos acusa de estar tratando injustamente a Hillary, que por el contrario aparece estos días más relajada que nunca.


En la trastienda queda un peso pesado del partido demócrata a quien el matrimonio ha convencido para que se mantenga al margen: Al Gore. Obama lo conjuró el miércoles a pregunta expresa de si le considerará para su gobierno en la lucha contra el cambio climático: "No sólo lo haré, sino que me comprometeré a que tenga un papel central en la mesa para ayudarnos a resolver este problema y le consultaré regularmente prometió". Astuto, Gore mantiene sus opciones abiertas con ambos candidatos.