política

Las juergas de los primeros ministros

Un libro desvela los excesos de la vida de Cameron y Johnson en Oxford y cuestiona el prestigio de esta universidad, donde se educan las élites británicas.

Britain's former Prime Minister Boris Johnson leaves after the COVID Inquiry at Dorland House in London, Thursday, Dec. 7, 2023. Johnson rejected suggestions that he wanted to let COVID-19 "rip" through the population as he defended his handling of the pandemic during a second day of testimony at a public inquiry into the crisis. (AP Photo/Kirsty Wigglesworth) Britain's former Prime Minister Boris Johnson leaves after the COVID Inquiry at Dorland House in London, Thursday, Dec. 7, 2023. Johnson rejected suggestions that he wanted to let COVID-19 "rip" through the population as he defended his handling of the pandemic during a second day of testimony at a public inquiry into the crisis. (AP Photo/Kirsty Wigglesworth)
Boris Johnson, en una imagen de archivo.
Associated Press/LaPresse

Seguros de sí mismos, desafiantes, creyendo que el mundo está a sus pies. La fotografía más famosa de Oxford en 1987 muestra a diez estudiantes vestidos con traje de levita, pajarita azul y chaleco de color mostaza, el uniforme de "la clase dominante", el uniforme del Bullingdon. En la imagen están dos de los últimos primeros ministros de Reino Unido, David Cameron y Boris Johnson, y quizá ellos y su actitud al frente del Gobierno, con decisiones frívolas como el 'brexit', que tendrán consecuencias durante décadas, explican mejor que nadie el declive de las élites británicas.

El Bullingdon era (formalmente sigue existiendo, aunque ya lejos de su 'esplendor' vandálico) el club más exclusivo de la Universidad de Oxford y también el menos ejemplar. Se caracterizaba por su carácter antimeritocrático y sus miembros, todos hombres, eran elegidos en función de sus orígenes sociales.

Una vez dentro, se movían en manada, arrasaban restaurantes, reventaban botellas en las calles, humillaban a trabajadoras sexuales o bajaban los pantalones a los compañeros que pertenecían a la clase baja. "Y degradaban más a sus víctimas con compensaciones económicas. ¿El mensaje? Las reglas no se aplican a nuestra clase". La frase es del periodista sudafricanobritánico Simon Kuper, que ha realizado un retrato demoledor de la casta conservadora británica en el libro 'Amigocracia' (Capitán Swing).

Escapar de la Policía

El episodio más lamentable del Bullingdon ocurrió ese 1987, cuando varios miembros del club fueron detenidos después de que alguien arrojara un tiesto por la ventana de un restaurante. "La fiesta terminó con unos cuantos chicos gateando entre setos intentando escapar de los perros policía", contaba Boris Johnson. Él, Cameron y Sebastian Grigg, hoy en día el cuarto barón de Altrincham, fueron los tres únicos participantes en la juerga que escaparon de la Policía. "Hasta en plena noche de borrachera este trío fue capaz de pensar en sus currículos", escribe Kuper. Pasar una noche entre rejas hubiera sido una mancha en sus aspiraciones que no podían permitirse.

Años después, tanto Cameron como Johnson repudiaron sus años en el Bullingdon. "Cada vez que veo la famosa fotografía del grupito de arrogantes 'hijos del privilegio', me avergüenzo", reconocía Cameron. "Si de algo me arrepiento es de haber pasado tanto tiempo haciendo el tonto y malgastando mi tiempo en Oxford cuando debería haberme centrado más en cosas serias", ahondaba Johnson.

Porque más allá de su prestigio académico, la Universidad de Oxford esconde muchas miserias. El alcohol corre por las aulas (entre alumnos y profesores) y no todos los estudiantes, pero sí los cachorros de la élite británica, aprenden sin necesidad de esforzarse los trucos para manejarse con éxito por el mundo (retórica, enchufismo), aunque sin valores ni ética ni compromiso con la sociedad.

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