La dictadura de los colonos aterroriza Cisjordania

Las agresiones de los israelíes y los soldados hebreos dejan más de 130 palestinos muertos desde el ataque de Hamás, según la ONU

La dictadura de los colonos aterroriza Cisjordania
La dictadura de los colonos aterroriza Cisjordania
Mikel Ayestarán/Twitter

Todos los accesos a Susya están cerrados y grandes rocas cortan el paso a vehículos, la única manera de llegar a esta aldea al sur de Hebrón es a pie. Desde el estallido de la guerra en Gaza, el Ejército israelí ha impuesto el cierre casi total de pueblos y ciudades de Cisjordania y los palestinos apenas pueden moverse. "Los caminos están cortados, los colonos y militares vienen cada noche a aterrorizarnos, nos amenazan y nos han dado un ultimátum de 24 horas para que dejemos la aldea, ¿a dónde podemos ir?", se pregunta Mohamed Nawajeh, quien asegura que "la vida es cada peor para nosotros desde el 7 de octubre y cada día que pasa hay más tensión".

Mohamed, de 20 años, trabajaba en una fábrica de la industria cárnica en Berseba, pero le despidieron un día después del estallido de la guerra por un comentario que realizó en sus redes sociales y no gustó a sus jefes israelíes. Ahora cuida del ganado y de sus hermanos y no sale de la aldea por el temor a que los colonos o militares vengan a echarles. "Imposible saber quién es quién porque todos van de uniforme y algunos se tapan la cara, han destrozado dos pozos de agua y arrancando olivos, la gente tiene miedo de recoger aceitunas y vamos a perder la cosecha", lamenta el joven activista.

En la zona de Susya hay varias aldeas y en total unas 400 personas viven allí de la agricultura y la ganadería. Se sienten indefensos y en los teléfonos todos comparten las imágenes de la vecina Khirbet Zanuta, de donde los vecinos han decido salir debido a la presión y amenazas de los colonos, que llegaron a incendiar una de las viviendas. Saben que les puede tocar en breve protagonizar las mismas imágenes que sus vecinos, cargando sus pocas pertenencias en remolques tirados por tractores y en camionetas para dejar la tierra donde han nacido y crecido.

Los informes de la ONU reflejan que la tasa diaria de incidentes de violencia de colonos en Cisjordania ha pasado de un promedio de tres a siete en este período. Si bien Gaza es la zona más afectada por los devastadores bombardeos de Israel, las agresiones de los colonos y las fuerzas israelíes también han costado la vida a más de 130 palestinos en Cisjordania, además de que hay miles de detenidos y cientos de desplazados.

Desde la ONG israelí B'tselem denuncian que "desde las atrocidades cometidas por Hamás, los colonos han estado aprovechando la falta de atención pública hacia Cisjordania, así como la atmósfera general de ira contra los palestinos, para intensificar sus ataques violentos en un intento de trasladar por la fuerza a las comunidades palestinas. No menos de trece comunidades de pastores han sido desplazadas. Muchos más corren el peligro de verse obligados a huir en los próximos días si no se toman medidas inmediatas".

Los olivos de Susya están cargados de aceitunas. Algunas escaleras permanecen solitarias junto a los árboles centenarios a quienes nadie se acerca. "Es muy peligroso porque en cuanto nos ven recolectando nos echan de nuestros propios árboles por la fuerza", relata Mohamed con rabia. Saben que la amenaza es real porque hace unos días un colono asesinó a quemarropa a Bilal Abou Salah, de 40 años, cuando recogía aceitunas junto a su familia en El Sawiya, cerca de Nablus.

"Zonas estériles"

El Ejército indicó que estaba al tanto y que la policía estaba investigando el incidente. Pero la historia indica que quedará impune. De hecho, ayer el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, pidió crear "áreas libres de palestinos" alrededor de los asentamientos de colonos judíos en Cisjordania y prohibir la recolección de aceitunas. Solicitó "zonas estériles para evitar que entren en ellos, incluso para la cosecha de los frutos".

"Aquí no tenemos armas, nuestra única defensa sois los periodistas y los activistas que vienen a dormir cada noche a la aldea para documentar las agresiones, no tenemos más escudo", lamenta Mohamed, cuya gran alegría del día es poder compartir las hogazas de pan que hornean cada mañana. Huele a pan caliente y un gallo despistado canta bajo el sol que abraza el sur de Hebrón, a las puertas del desierto. Un mar de olivos emerge de una tierra a la que Mohamed y el resto de familias se aferran con toda el alma.

La amenaza llega desde el vecino asentamiento de Susia, tan ilegal como todas las colonias levantadas por Israel desde 1967 de acuerdo al derecho internacional, pero igualmente real. Una amenaza que se expande por todo ese territorio que, sobre el papel, debería albergar un Estado palestino en el que ahora 700.000 colonos hebreros condicionan absolutamente la vida de dos millones de palestinos. Unos colonos que rechazan el Derecho internacional y apelan al bíblico, convencidos de que esta es la tierra prometida.

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