El frío y los daños en las carreteras complican los rescates tras el peor seísmo desde 2011

Los equipos trabajan contrarreloj en el "gran desastre" de Turquía y Siria, que suman más de 11.700 fallecidos y 52.000 heridos.

Las peraciones de rescate continúan en Kahramanmaras después del gran terremoto
Las peraciones de rescate continúan en Kahramanmaras después del gran terremoto
ABIR SULTAN

La magnitud del terremoto que ha arrasado pueblos y ciudades enteras en Turquía y Siria no se mide solo por la escala de Richter, donde el lunes arrojó 7,8 grados, sino también por la terrible cifra de víctimas que ha dejado en ambos países. Este miércoles se superaban ya los 11.700 fallecidos y los 52.000 heridos aunque las autoridades asumían la imposibilidad de calcular la cantidad real de afectados en los numerosos municipios que han quedado reducidos a escombros. Y el drama es que ese número no para de crecer en cada recuento oficial de las consecuencias de un seísmo -y de sus réplicas, que pasan de las 600- que se ha convertido en el más mortífero del mundo desde 2011, cuando Japón lamentó 18.000 muertes y un tsunami que hizo saltar todas las alarmas con los destrozos causados en la central nuclear de Fukushima. La ONG Save the children advertía ayer de que, en esta ocasión, los potenciales damnificados por los temblores podrían rondar los 23 millones de personas.

El paso del tiempo, más de tres jornadas desde el primer terremoto, con epicentro en la provincia de Kahramanmaras, al sur de Turquía, es ahora uno de los grandes enemigos para los equipos de rescate que buscan vidas contrarreloj entre los restos de miles de edificios. Las 72 horas iniciales son críticas, y ya se cumplieron la pasada madrugada. Pero la supervivencia en las zonas devastadas se enfrenta a otro enorme obstáculo, una ola de frío, con temperaturas de varios grados bajo cero en zonas como Gaziantep, al sudeste de Anatolia, y restos de nevadas en diversos puntos. Unas "severas condiciones meteorológicas", alertó la Media Luna Roja turca, que ponen en riesgo de hipotermia a quienes se encuentran atrapados bajo los escombros y también a aquellas personas que duermen desde hace días al raso -en calles, parques, mercados callejeros...- tras quedarse sin techo.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que visitó este miércoles algunos de los rincones devastados, aseguró que hay más de 6.400 edificios destruidos en el país por este "gran desastre". En su recorrido por rincones como la provincia de Hatay, donde el terremoto hizo crecer el nivel del mar hasta inundar el distrito urbano de Iskenderun, el mandatario aprovechó para anunciar que el Gobierno de Ankara promoverá "operaciones masivas de vivienda" en las diez provincias golpeadas por los temblores y que, además, cada familia damnificada recibirá 10.000 liras turcas (unos 500 euros al cambio). A ellas les prometió alojamiento también en hoteles si no quieren quedarse en las tiendas de campaña levantadas como primera respuesta, una iniciativa que pretende servir para multiplicar las operaciones de búsqueda sobre el terreno -los muertos en territorio otomano pasan de los 9.000- y, después, su reconstrucción.

Falta de combustible

El incremento de esas tareas de rescate hará que, probablemente, en las próximas horas aumente asimismo la cifra de víctimas mortales a medida que se remueven municipios enteros hechos añicos. A esa fatal estadística también contribuirá la evolución negativa de muchos de los heridos con lesiones de gravedad en su cuerpo. "Estamos en una carrera contra el tiempo y trabajando con las máximas energías disponibles", reconocieron desde el Ministerio de Sanidad sirio. Allí, en un país en guerra desde hace más de una década, que suma ahora más de 2.500 fallecidos por los temblores, han comenzado a detectarse problemas de suministro de combustible, imprescindible para que actúe la maquinaria en las zonas arrasadas. Las unidades de socorro se enfrentan, además, a otras dificultades en la labor que realizan a destajo como los daños que atraviesan la red viaria, con carreteras agrietadas. Algunas se encuentran impracticables, sobre todo, según se acercan a la frontera entre Turquía y Siria, uno de los puntos donde el seísmo se percibió con mayor virulencia.

La delicada situación, que ha hecho que el gobierno otomano declare el estado de emergencia en las provincias damnificadas durante tres meses y siete días de luto, se ha traducido en las últimas horas en la llegada de la ayuda extranjera que el propio Erdogan reclamaba horas después del terremoto, como los 1.500 rescatistas, un centenar de perros especializados y una partida de 6,5 millones de euros aportados por la UE. La Comisión Europea comunicó este miércoles mismo que convocará, además, una conferencia de donantes para Turquía y Siria a principios de marzo. El objetivo es que a través de esta iniciativa la comunidad internacional comprometa fondos para colaborar en la recuperación de ambos países.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión