La "amarga verdad" birmana

Dos años después del golpe militar en Birmania, los opositores gozan de reconocimiento internacional, pero no parece que vaya a volver la democracia.

El reportero birmano Mratt Kyaw Thu, refugiado en España.
El reportero birmano Mratt Kyaw Thu, refugiado en España.
Ballesteros

Dos años después del golpe militar en Birmania, el movimiento opositor a la junta combate con armas que ya "no están hechas a mano" y goza de cierto reconocimiento internacional con la ayuda de un inédito periodismo ciudadano, pero ni el boicot interno ni las potencias regionales en la zona devolverán, al menos por ahora, la democracia al país.

Es la "amarga verdad" de la que habla en una entrevista con EFE el reportero birmano Mratt Kyaw Thu, refugiado en España tras escapar en mayo de 2021 de la represión de los militares y que sigue informando desde Madrid de lo que acontece en el enquistado conflicto interno que vive el país.

Mratt, que trabajó como colaborador de EFE en Birmania desde octubre de 2018 y que fue el primer periodista en pedir asilo en territorio de la Unión Europea cuando comenzó la diáspora opositora, calcula que unos 50 birmanos han obtenido condición de refugiados en Europa en estos dos años.

La mayoría de los birmanos que dejaron el país están "atrapados" en Tailandia, y EEUU ha dejado de ser una posibilidad -afirma- porque ya no es posible obtener visados.

En plena "huelga silenciosa" en su país convocada por grupos prodemocracia con motivo del segundo aniversario del golpe, el periodista insiste en que los opositores al régimen, que han obtenido "logros" en estos dos años, necesitan "más apoyo" internacional.

Una red de apoyo económico desde el exterior e incluso interna les ha ayudado a mantener la lucha; controlan algunas zonas del territorio birmano y las milicias, aunque no en su mayoría, cuentan con armas "de verdad, no hechas a mano".

Pero las potencias de la zona no decantarán la balanza -"Singapur apoya a los militares, Japón ha hecho negocios tras el golpe", señala- y el boicot económico interno no tiene éxito.

"La mayoría de negocios y corporaciones, negocios muy pequeños o medianas empresas, tienen que hablar con los militares. No puedes evitar eso", argumenta. "Es la amarga verdad, tienes que aceptarla. Y, al final, la gente necesita dinero para hacer la revolución, también".

Pese al reconocimiento de instituciones como la Unión Europea, o la apertura de oficinas, como en la República Checa, Mratt lamenta que Ucrania haya borrado de golpe a Birmania de las portadas.

Entiende que, "geopolíticamente", Europa no está tan conectada con su país, pero recuerda que niños y niñas han sido asesinados y son asesinados "cada día", y ni siquiera en las zonas de combates, sino en bombardeos desde helicópteros: "Y ya no sale en las portadas de los medios internacionales".

Tras una escapada que nunca olvidará -"¿Cómo podría olvidarlo?", dice-, todavía informa de lo que ocurre allí: "Recibo muchos mensajes todos los días, mucha gente sigue sufriendo, mucha gente sigue muriendo, sigo informando a mi pueblo, por mi pueblo".

Sin medios independientes sobre el terreno, el periodismo ciudadano de "muchos jóvenes" que trabajan de forma encubierta hace frente a la censura y ayuda a periodistas profesionales que, como Mratt, reportan desde Australia, Estados Unidos, o Tailandia, donde está la mayoría de ellos.

Frente a estos, los engaños de colaboradores pro-junta que se hacen pasar por activistas prodemocracia y difunden noticias manipuladas, 'fake news'.

Según las datos de Reporteros sin Fronteras, 130 periodistas y trabajadores de medios de comunicación han sido arrestados desde el inicio del golpe: 72 de ellos siguen en prisión.

Las elecciones y Suu Kyi

El periodista considera que el proceso electoral abierto por la junta militar busca obtener un reconocimiento internacional a su juicio ya imposible de alcanzar, puesto que los EEUU, la Unión Europea o la ASEAN - mantiene- ya lo han rechazado.

Y añade que, en su opinión, para los jóvenes ya no es "clave" en el conflicto birmano la figura de la encarcelada Aung San Suu Kyi, Nobel de la Paz en 1991 y depuesta en 2021 tras encabezar un proceso de transición democrática que se inició en 2011.

"Físicamente, estoy seguro aquí (en España); pero mentalmente es difícil hacerle frente todo el día", confiesa sobre su actual situación Mratt, que quiere volver a su país con alguna probable parada intermedia en Tailandia, o algún país europeo con una mayor comunidad birmana.

Se ve haciendo un máster en los próximos cinco años, escribiendo sobre Birmania y regresando al territorio fronterizo que lo acogió cuando escapó de la jungla para ejercer de profesor. "Quizá en diez años", concluye.

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