coronavirus

El agravamiento de la pandemia obliga a Reino Unido e Italia a imponer más restricciones

Johnson cierra bares, gimnasios y casinos en Liverpool, mientras Conte se dispone a prohibir fiestas y el deporte aficionado

-Johnson cierra bares, gimnasios y casinos en Liverpool mientras Conte se dispone a prohibir fiestas y el deporte aficionado
El primer ministro Giuseppe Conte comparece tras reunirse con el presidente de Italia.
El primer ministro Giuseppe Conte comparece tras reunirse con el presidente de Italia.
Reuters

La segunda ola del coronavirus sigue mostrando su peor cara en Europa. El agravamiento de la situación en Reino Unido llevó ayer a Boris Johnson a anunciar duras restricciones en Liverpool, la nueva 'zona cero' británica, en una jornada en la que Francia, con casi 100 muertos, duplicó su cifra de fallecimientos en 24 horas. El repunte es también cada vez más alarmante en Italia, que ha redoblado ya su capacidad de realizar pruebas y prepara nuevas medidas para atajar la crisis.

Adiós a las pintas en los pubs tradicionales de Liverpool. Se acabaron las reuniones con vecinos o familiares de distintos domicilios. El 'Come together' de los Beatles dejará de sonar en la ciudad al toque de las campanadas de mañana. En ese momento, la ciudad y su periferia entrará en el nivel máximo de la nueva tabla del estado de alerta del coronavirus, que llevará al cierre temporal de bares que no sirvan comida, gimnasios, centros recreativos, casas de apuestas y casinos, entre otros locales.

La restrictiva iniciativa fue anunciada ayer por el primer ministro, Boris Johnson, en una intervención parlamentaria en la que esbozó su nuevo sistema de clasificación regional contra la Covid-19. El código tiene tres escalas -media, alta y muy alta- que el Gobierno adjudicará en función a la incidencia de casos positivos y las camas vacantes en las UCI de los hospitales de la zona, entre otros baremos.

Sin embargo, la opacidad en la evaluación de la situación y la adjudicación de igual clasificación a regiones con distantes índices de infectados provocó críticas incluso de alcaldes conservadores. Entre ellos, Andy Street, representante electo de West Midlands, área en torno a Birmingham, Coventry y Wolverhampton.

Liverpool es la única autoridad que ha llegado a un acuerdo con Johnson en la lucha contra la segunda ola. El Gobierno quiere consensuar con las autoridades locales restricciones adicionales y específicas a las necesidades de sus áreas antes de etiquetarlas como de «muy alto» riesgo. Pero unos y otros demandan más ayudas para las empresas obligadas a echar el cierre, mejores condiciones en el subsidio salarial equivalente al ERTE que cobrarán los empresarios y pruebas que avalen las medidas de choque.

El plan se someterá hoy a voto en los Comunes y las restricciones sociales y comerciales en los tres niveles de alarma entrarán en vigor mañana. El líder de la oposición, Keir Starmer, se declaró de entrada «profundamente escéptico» de que Johnson «tenga un plan capaz de controlar el virus, proteger empleos y recuperar la confianza». El dirigente laborista acusó al 'premier' de moverse «varios pasos detrás de la curva, corriendo para alcanzar al virus».

Los últimos datos arrojan 13.972 positivos y 50 fallecidos, que elevan la tasa de mortalidad oficial a 42.875 en Reino Unido. La curva de contagios se ha cuadruplicado en Inglaterra en las últimas tres semanas y el número de hospitalizados en el país -3.873, hasta el 8 de octubre- es superior al registrado cuando Johnson impuso el confinamiento nacional, el 23 de marzo.

«Ya sé que faltan tres horas para el cierre, pero nos hemos quedado sin pruebas y no podemos atenderle hasta mañana. Abrimos a las 9, aunque si puede venga sobre las 7 porque se montan unas colas tremendas». El guardia que controla los accesos al pabellón donde se realizan las PCR en el hospital San Giovanni de Roma repite la misma cantinela a los ciudadanos que, receta en mano, tratan de que les hagan el test. La situación es similar en otros centros italianos, con esperas de hasta 8 horas, según denuncian los medios locales.

Aunque Italia sigue registrando una incidencia acumulada de casos mucho menor que la mayoría de los países europeos, la situación ha empeorado y el Gobierno se apresta a tomar nuevas medidas para intentar frenar los efectos de la segunda ola. Además de permitir que los centros privados hagan pruebas a un precio máximo de 22 euros, lo que debería reducir las esperas en hospitales, el Ejecutivo de Giuseppe Conte aprobará en las próximas horas un decreto con más restricciones.

Según las filtraciones publicadas por los medios locales, se prohibirán las fiestas privadas, los congresos y los deportes de contacto a nivel no profesional, mientras que los bares y restaurantes tendrán que cerrar a las 23 horas como máximo. Los empresarios de la hostelería, uno de los sectores más castigados por la pandemia, ya han puesto el grito en el cielo. Al respecto Roberto Calugi, de la asociación empresarial Confcommercio, recordó que los datos del comité científico que asesora al Gobierno señalan que el 77% de los casos se produce en el ámbito doméstico.

Conte, de momento, descarta un nuevo confinamiento a nivel nacional o en grandes zonas y sólo contempla cerrojazos «circunscritos si la curva sigue subiendo», según comentó ayer, cuando abrió además la puerta a reducir de 14 a 10 días el período de cuarentena. La semana pasada el Gobierno ya aprobó la obligatoriedad del uso de la mascarilla en todo el territorio. En las últimas jornadas se han vuelto a superar los 5.000 casos diarios, lo que no pasaba desde primavera. Esa cifra multiplica además por diez la que se registraba a mediados de agosto. Afortunadamente el sistema sanitario no parece correr el riesgo de colapsar, como ocurrió entre marzo y abril, pues sólo un 7% de los puestos en la UCI están ahora mismo ocupados por pacientes de Covid-19.

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