La policía argelina emplea la violencia para frenar las protestas contra la vieja guardia

Decenas de miles de personas volvieron a congregarse para decir no a una transición tutelada por el Ejército y el antiguo régimen.

Protestas en Argel (Argelia) contra el presidente interino Abdelkader Bensalah.
Protestas en Argel (Argelia) contra el presidente interino Abdelkader Bensalah.
EFE/Mohamed Messara

La policía argelina reprimió este viernes por la fuerza las manifestaciones en el centro de Argel, donde decenas de miles de personas volvieron a congregarse por séptimo vienes para decir no a una transición tutelada por el Ejército y el antiguo régimen.

Pasadas las 17.00 hora local (16.00 GMT), unidades antidisturbios utilizaron gases lacrimógenos y chorros de agua a presión para dispersar a los manifestantes que protestaban en el entono de la plaza de la Grand Post, la plaza de Aoudin y la avenida Pasteur, según comprobó Efe.

Varias personas resultaron heridas o contusionadas, y decenas más tuvieron que ser atendidas por irritación severa en los ojos y las mucosas y problemas respiratorios agudos a causa de la inhalación del gas.

"No sé por qué hacen esto. Tenemos derecho a protestar. Este no es el Ejercito que queremos. Queremos al Ejercito que es hermano y apoya al pueblo", dijo a Efe un ciudadano que usó vinagre para tratar de neutralizar el efecto del gas. "Si creen que así pueden pararnos están confundidos. Estamos decididos a continuar", retó.

Como en viernes precedentes, las manifestaciones en Argel y el resto de grandes ciudades del país arrancaron a primera hora de la mañana en un ambiente festivo y cívico, con las patrullas urbanas dedicadas a mantener el espíritu pacífico que marca el movimiento desde que arrancara el pasado 22 de febrero.

En la garganta y en las pancartas una reclamación que se repite desde que hace dos semanas el expresidente Abdelaziz Bouteflika renunciara a su puesto tras 20 años en el poder, presionado por la calle pero también por el jefe del Ejército, el general Ahmad Gaïd Salah.

No a una transición tutelada por el propio Gaid Salah, uno de los hombres de Bouteflika, y liderada por el presidente del Senado y jefe del Estado interino, Abdelkader Bensalah, y el primer ministro, Nouredin Bedaui, ambos miembros del círculo del poder que ha parasitado al expresidente.

Pero al contrario que los viernes precedentes, desde primera hora, la Policía intentó en varias ocasiones reprimir la entrada de los manifestantes a la Plaza de la Grande Poste, epicentro de las protestas.

Horas después se replegó entre los aplausos de los congregados para estrechar el cordón en el vecino bulevar de Mohamed V, que une el centro con el palacio de la Presidencia Al Muradia, en los barrios altos de la capital.

Para Smati, un abogado que participó en la manifestación, "el sistema es el único interesado en la (próximas) elecciones" presidenciales, previstas para el cuatro de julio por lo que es necesario "cambiar el sistema".

"Es completamente ridículo organizar elecciones porque, con la actual constitución, el resultado será un tirano que monopolizará todo el poder. Esto no es serio", defendió.

En la misma línea se pronunció Kahina Bumezian, una ama de casa originaria de la capital, quien insistió en que "no se trata sólo de apartar a Bouteflika o a Bensalah, nuestro mensaje es claro pero ellos no quieren entenderlo". "No es necesario organizar elecciones porque ya saben quién será el presidente, está amañado", añadió.

Manifestaciones similares se produjeron en otras ciudades del país como Ghelizan, Orán, Constantina, Medea, Bechar y en la región de la Cabilia, para pedir una transición bajo el auspicio de responsables "íntegros".

Varios nombres han sido propuestos por la sociedad civil: el extitular de Comunicación y antiguo embajador en España, Abdelaziz Rehabi; el antiguo primer ministro, Ahmed Benbitour y el activista de derechos humanos y uno de los líderes de la movilización, Mustafa Buchachi.

Las protestas comenzaron a mediados de febrero contra el quinto mandato de Bouteflika, en el poder desde 1999 y, tras su dimisión el pasado 2 de abril, el nuevo reto es la salida de Bensalah, que es presidente del Senado desde 2002.

Al día siguiente de su nominación, Bensalah convocó las elecciones presidenciales, en las que el mismo no podrá participar como candidato.

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