Andrés Manuel López Obrador es el nuevo presidente de México.
Andrés Manuel López Obrador es el nuevo presidente de México.
Heraldo.es

Andrés Manuel López Obrador (conocido por las siglas de su nombre, AMLO) ha ganado las elecciones presidenciales mexicanas. Este sexagenario, nacido en 1953, ha conseguido vencer. Ha sido al tercer intento. En esta ocasión las encuestas venían pronosticando su triunfo. Aunque sus detractores no estaban nada convencidos y sus afines tendían a reservar su opinión. Dudaban de los sondeos preelectorales. Pero las cifras facilitadas por el Instituto Nacional Electoral mexicano ofrecen un nítido y claro triunfo, entorno al 54% de los votos. Es más del doble respecto del segundo 23%, Anaya, del PAN (Partido de Acción Nacional); y dejando muy abajo, 15%, a Meade, del PRI (Partido Revolucionario Institucional). Por tanto, se han cumplido los pronósticos y los deseos de muchos mexicanos y mexicanas. Sobre todo de gente joven que está cansada de soportar las inercias que el bipartidismo de clase ha mantenido en las últimas tres décadas. Entre el PRI y el PAN han llevado a México a donde se encuentra. Y esto lo quieren cambiar. Necesitan cambiar. Ahora, está por ver si no se cumplen los temores de quienes anticipaban una hecatombe social. Aunque, para muchos, estar peor es difícil.

Los males de ese gran país están claramente identificados: violencia, corrupción, narcotráfico, desigualdad, pobreza. La violencia física y cotidiana es el resultado de una violencia estructural que necesita ser transformada y reconducida. Esto será imposible mientras no se erradiquen la corrupción y las formas perversas de gestión pública, de abuso del poder, así como la mentalidad colonial de las élites. Esto genera formas corruptas de concepción de la vida pública y del uso de los servicios públicos. Las administraciones en todos sus niveles tienen tasas inimaginables de irregularidades que erosionan los fundamentos del estado. Por eso, en el propio México, hablan de ‘estado fallón’, no por fallido, sino por sistemáticamente corrompido. El dinero de los poderosos, especialmente del narcotráfico, ha conseguido permear todas las capas sociales. Y la lucha sin cuartel, incluso militarizada, para erradicar el negocio de las drogas no parece terminarse. Es más, es imposible que concluya mientras el vecino del norte siga demandando y consumiendo drogas. Los cárteles se descabezan y se reproducen inmediatamente, tanto que se han pulverizado de mil formas, multiplicándose la dificultad para eliminar el problema. Sería más eficaz regular y gestionar un mercado abierto, transparente y controlado por el estado que este mercado cerrado, opaco e incontrolado, mejor dicho, en manos de mafias criminales. Lo mismo que se acepta con el mezcal, el tequila, el sotol o la cerveza. Sin embargo, aun cuando se consiguiese superar ese problema, la cuestión de la desigualdad asociada a la pobreza son dos males contra los que pelear.

AMLO llega prometiendo muchas cosas. Su agenda política se ha calificado como progresista y de izquierdas. En la práctica las etiquetas no dicen nada. Solo se podrá saber el camino recorrido cuando termine el sexenio. De momento, está lleno de promesas. La más importante es la que ha dicho al saberse ganador: «Gracias, México, no les voy a fallar». Antes, el día 27 de junio, al cerrar la campaña electoral, con el estadio Azteca a rebosar, decía: «Estamos a punto de comenzar la IV Transformación en la historia de México y de convertir en realidad los sueños de muchos mexicanos de antes y de nuestro tiempo; lo que vamos a consumar viene de lejos y se ha fraguado con el esfuerzo y la fatiga de muchos compañeros, hombres y mujeres, de distintas clases sociales y corrientes de pensamiento que en su momento lucharon por las libertades, la justicia, la democracia y la defensa de la soberanía nacional».

Por el bien de sus gentes, por nuestro propio bien, ojalá consiga cumplir sus promesas y salir de las dinámicas destructivas en las que lleva inmerso tanto tiempo. Estará por ver cómo reacciona el gobierno de Estados Unidos y qué pasa cuando Trump se encuentre con este nuevo presidente. Hay muchas cosas en juego. La balanza geopolítica acaba de removerse. México es un subcontinente lleno de vitalidad que ha cambiado de rumbo.Inter

Chaime Marcuello Servós es profesor de la Universidad de Zaragoza