Las violentas protestas ponen contra la pared a Daniel Ortega

Los universitarios protagonizan la mayor rebelión en las calles desde que el exguerrillero volvió al poder en 2007.

Protestas en las calles de Managua
Las violentas protestas ponen contra la pared a Daniel Ortega
Efe

Las violentas protestas en Nicaragua, que han dejado al menos 27 muertos en su mayoría estudiantes, han puesto contra la pared al Gobierno de Daniel Ortega, a quien, dicen sus defensores, intentan sacar del poder.

Ortega, un exguerrillero de 72 años, afronta desde que retornó al poder en enero de 2007, tras gobernar Nicaragua de 1985 a 1990, la mayor rebelión en las calles, de la cual los universitarios han sido los principales protagonistas.

Las protestas estudiantiles comenzaron el miércoles pasado por una controvertida reforma de la seguridad social, derogada este domingo por Ortega, que degeneraron en violencia con muertos a tiros, entre ellos un periodista que transmitía en vivo el sábado.

La violencia se avivó después de que un fuerte dispositivo policial asaltara, horas después de derogado del decreto con las reformas, el campus de la Universidad Politécnica (Upoli), al este de Managua, donde los agentes dispararon balas de plomo de distinto calibre, según denunciaron los estudiantes.

La derogación del decreto vino demasiado tarde. Tuvieron que perderse casi 30 vidas y detener a más jóvenes para que Ortega se diera cuenta de lo descabellado de la medida, no necesariamente por el contenido sino porque la forma tan antidemocrática como fue tomada, dijo el politólogo nicaragüense Humberto Meza.

Por eso que el movimiento desarrolló la consigna de "Ya no es por el INSS" (Instituto Nicaragüense de Seguridad Social) y es verdad, consideró Meza.

Las pautas políticas que los jóvenes colocaron este lunes durante una gran movilización nacional fueron contra el autoritarismo en las tomas de decisiones, el deterioro institucional, el deterioro en las protestas sociales, es decir, lo que no se resuelve con la derogación de un decreto, eso sin contar los "presos políticos" y la sangre demarrada estos últimos cinco días, valoró Meza.

"Restará ahora a Ortega ver si tiene la estatura moral para responder al tamaño de la demanda y las pautas que la ciudadanía colocó en las calles este lunes", apuntó Meza, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Campinas en São Paulo, Brasil, y especialista en el área de activismo, movimientos sociales y partidos políticos.

Las protestas también han dejado a Ortega sin el control de las calles y de los movimientos sociales.

Probablemente eso estimuló la necesidad de retomar ese control a través de la violencia, pero fue una decisión humillante hasta para la propia Policía, cuyos oficiales estaban negando la represión a pesar de todas las evidencias en los vídeos que estaban transmitiendo en vivo, sostuvo Meza.

"Desgraciadamente la fiera está enfurecida, y eso no le permite comprender el daño que eso ocasiona en toda la ciudadanía y en su propia legitimidad. No es gratuito que ahora la ciudadanía pida su salida del poder", razonó.

Las muertes de los estudiantes acabó con toda la legitimidad del poder de Ortega, "de forma que no me extrañaría que el próximo paso estuviera centrado en discutir la transición política en el país", agregó.

Intelectuales sandinistas opinaron que detrás de la actual crisis, que ha puesto a Nicaragua en la agenda mediática mundial, existe un plan para sacar al mandatario del poder.

Según defensores del Gobierno consultados por Efe, las reformas del seguro social fueron tomadas como excusa para desatar la violencia, y existe una estrategia del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y otros partidos opositores, apoyados por onegés y medios de comunicación, para ejecutar un "golpe suave" en Nicaragua.

El manual del "golpe suave" o "golpe blando" ha venido siendo aplicado con rigurosidad en Nicaragua, a la espera de que el antisandinismo reaccione y propicie con acciones violentas un golpe de Estado "incruento", según la tesis oficialista.

Para el economista Adolfo Acevedo, Nicaragua cambió por completo en el transcurso de estas dos últimas semanas.

"Me parece que existe consenso en la necesidad de una salida pacífica que ponga fin a la espiral de represión y violencia. Sin embargo, también tengo la impresión de que ya no resulta viable una negociación que apunte a que las cosas vuelvan a los cauces normales", observó.

Las aguas han desbordado con fuerza inusitada todos los cauces, y parece difícil que solo buscar una negociación sobre el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social signifique que todo retorne a como solía ser.

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