Hollande pasa el testigo a Macron

Macron ha llegado al Elíseo para el traspaso de poderes por parte de un presidente saliente en horas bajas.

François Hollande recibe a Emmanuel Macron a su llegada al Elíseo
Hollande pasa el testigo a Macron
Afp Photo

El presidente electo de Francia, Emmanuel Macron, ha llegado este domingo al Palacio del Elíseo poco después de las 10.00 para la ceremonia del traspaso de poderes con el jefe del Estado saliente, François Hollande.

Macron, que ha sido conducido en un Renault Espace blindado hasta el Elíseo bajo una ligera lluvia, ha sido recibido por Hollande en el patio, en el que se había desplegado una larga alfombra roja.

Ha recorrido con parsimonia las decenas de metros que hay entre la puerta del patio y las escaleras de acceso al edificio, mientras la Guardia Republicana le rendía honores.

Los dos hombres se han dado un apretón de manos y, de acuerdo con el programa, han subido a un despacho para mantener una reunión durante la que el presidente saliente comunica al nuevo los códigos de las armas nucleares francesas y otras informaciones confidenciales.

Hollande a continuación debe abandonar el Elíseo y está previsto que se dirija a la sede del Partido Socialista.

En la calle de acceso al Elíseo se ha colgado una pancarta con una imagen del presidente saliente y el mensaje: "gracias".

En el interior del palacio esperaban decenas de personalidades de las principales instituciones políticas, judiciales o económicas, pero también del mundo de la cultura o del espectáculo. Minutos antes de Macron, había entrado al Elíseo su esposa, Brigitte, con un vestido azul cielo.

Siguiendo el protocolo, el presidente del Consejo Constitucional, Laurent Fabius, es el encargado de proclamar los resultados oficiales de las elecciones que dieron la victoria a Macron, antes de que el general Benoît Puga le imponga el collar de Gran Maestro de la Orden Nacional de la Legión de Honor.

El nuevo jefe de Estado pronunciará entonces su primer discurso en el cargo antes de que las ceremonias continúen en el jardín, con una Marsellesa y con una revista de tropas. Desde los Inválidos se lanzarán 15 salvas de cañón.

Una vez finalizados los actos en el Elíseo, Macron se desplazará hasta el Arco de Triunfo para un homenaje en el monumento al soldado desconocido.

Esta tarde tiene también previsto otro desplazamiento al Ayuntamiento de París, donde le ofrecerá una recepción la alcaldesa, Anne Hidalgo. EFE

Fin a un mandato en horas bajas

La llegada de Emmanuel Macron al Elíseo pone fin al mandato de un presidente, François Hollande, que ha pasado en cinco años de ser la gran esperanza socialista a un mandatario impopular que, por primera vez en la historia de la V República, ha renunciado a luchar por una candidatura a la reelección que parecía abocada al fracaso.

Hollande recuperó en 2012 el Elíseo para un Partido Socialista que se había resignado a ser la alternativa desde la salida de François Mitterrand en 1995. Se impuso a costa de Nicolas Sarkozy, que vio truncados sus deseos de seguir cinco años más en el cargo, en unas elecciones que supusieron un punto y aparte para los conservadores.

Los socialistas, en cambio, encaraban un periodo de confort -control presidencial y parlamentario- que se ha topado con la realidad de una economía lastrada y de una inseguridad creciente. Francia, de hecho, es a día de hoy un país bajo estado de emergencia, después de que así lo decretase Hollande tras los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París.

Uno de los objetivos prioritarios que se marcó el nuevo presidente fue el descenso de la curva del paro y Hollande incluso condicionó su segunda candidatura el Elíseo al cumplimiento de esta promesa. Cinco años después, el escenario sigue siendo incierto, ya que 2016 cerró con un ligero descenso interanual -68.000 parados menos, en el entorno del 10 por ciento de desempleo- que no parece consolidado a tenor de los últimos datos.

El equilibrio presupuestario que Hollande prometió cinco años atrás tampoco se ha cumplido y Francia deberá conformarse con concluir este año con un déficit del 2,8 por ciento, según las previsiones del Gobierno.

A nivel social, Hollande puede presumir de haber llevado a Francia el 'matrimonio para todos' y de haber reforzado sectores como la educación con decenas de miles de contrataciones, si bien diversos estudios siguen mostrando a Francia como un país desigual y con problemas de integración.

Sin embargo, por lo que previsiblemente será recordada la etapa Hollande será por la amenaza terrorista que se ha cernido en estos últimos años sobre el país. Cuando el 7 de enero de 2015 los hermanos Kouachi irrumpieron en la redacción de 'Charlie Hebdo', pocos se atrevían a pronosticar la cadena de ataques de los que Francia sería escenario.

Ese mismo año, el 13-N, una célula vinculada a Estado Islámico masacró a 130 personas en distintos puntos de París y la sombra de dicha organización terrorista ha estado presente también en otros atentados como el de Niza del 14 de julio de 2016, cuando 86 personas murieron atropelladas por un camión en plena festividad nacional.

La lucha contra el terrorismo y por la seguridad, la misma que llevó a Hollande a enviar tropas a Malí y República Centroafricana, llevó al Gobierno a promover un endurecimiento legislativo que incluía como medida estrella la retirada de la nacionalidad para los condenados. El proyecto ha terminado enterrado en medio de la división.

Legado a Macron

"Aún queda mucho por hacer, señor presidente", le dijo Hollande a Macron el pasado miércoles, en el que ha sido su último acto oficial como jefe del Elíseo. Deja el país en manos de quien fue su asesor en las elecciones de 2012, un Macron que ha escuchado precisamente en campaña como principal reproche ser el "heredero" político de Hollande.

Cuando Hollande nombró a un joven exbanquero sin experiencia política al frente del Ministerio de Economía en agosto de 2014, seguramente no se imaginaba que la aventura en solitario que Macron emprendería dos años más tarde terminaría llevándole tan lejos.

El presidente saliente permaneció en un segundo plano en toda la campaña y evitó pedir públicamente el voto para el candidato oficial socialista, Benoît Hamon, al que todas las encuestas dejaban relegado al puesto que finalmente ha terminado ocupando, el quinto.

Con Hamon fuera de juego, y con el peligro de una victoria ultraderechista más real que nunca, Hollande tomó la palabra y rompió una lanza en favor de Macron, "por el bien de Francia". Unos días después de la segunda vuelta, celebró que los ciudadanos galos hubiesen expresado "su apego a la República".

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