De banquero a 'madame'

El popular exministro holandés de Finanzas y presidente de ABN Amro, Gerrit Zalm, se disfraza ante su plantilla de propietaria de burdel.

El presidente de ABN Amro
Y el banquero se hizo 'madame'

Si de verdad quieren comprender la dimensión real de esta historia imagínense, por ejemplo, al presidente del Banco Santander, el todopoderoso Emilio Botín, y a continuación, comiencen a leer. Ha sucedido en Holanda, en un país por lo visto con "un humor tan especial" que es capaz de asombrar al mundo financiero mostrando al presidente de ABN Amro, Gerrit Zalm, disfrazado de 'madame' de un exitoso burdel ante miles de sus empleados exhortándoles a aprender lo mucho que tiene que enseñar el llamado oficio más viejo del mundo, la prostitución.


Zalm, de 63 años, no es un tipo cualquiera. Para el país de los tulipanes es algo así como una mezcla de Botín y Pedro Solbes o Rodrigo Rato. Una persona que lo ha sido todo en el mundo del erario público: lideró durante más de una década las carteras de Hacienda y Finanzas y llegó a ser, además, viceprimer ministro holandés en su última etapa. Ya en 2009, tras el estallido de la crisis financiera en el corazón de Europa, fue reclutado para presidir el 'banco', como los holandeses han llamado tradicionalmente al ABN. Fue llamado a filas por el Gobierno después de que la parte holandesa de la entidad, que en 2007 fue adquirida por RBS, Santander y Fortis, tuviera que ser rescatada con un agujero de miles de millones. Vaya, algo así como el aterrizaje de José Ignacio Goirigolzarri en Bankia.


Ni corto ni perezoso y pese a que muchos siempre le han caricaturizado por su carácter "sombrío y seco", Gerrit Zalm se pintó los labios, se enfundó una peluca color jengibre, una túnica y su capa azul eléctrico, unas extravagantes gafas de plástico recién horneadas en un bazar chino, unos guantes dorados... "Hola, soy Priscilla», se presentó ante la sonora carcajada de sus empleados. Lo hacía emulando a su hermana ficticia, una mujer de éxito al frente de un burdel.


Nada más salir a escena, confesó que tenía la suerte de contar con una "buena directiva", señalando sus pechos y su único abdominal, y con un "destacado soporte administrativo", en referencia a su pomposo trasero. Aseguró, lanzando miradas de complicidad, que trabajaba en un "negocio floreciente con siglos de tradición".


"El banco tiene muchísimo que aprender de mi negocio. Hay que partir de valores fundamentales y en mi empresa hay tres: seriedad, profesionalidad y ambición. Siempre tratamos de superar las expectativas del cliente", recalcó a modo de ejercicio de motivación. Explicó que su hermano le había pedido consejo y que le explicó que en su negocio siempre "había una cálida bienvenida y unas relaciones con el cliente a largo plazo". "Nuestro lema es: las mujeres, en la parte superior", recalcó Priscilla a modo de crítica por el escaso número de mujeres en los puestos de dirección.


Digna de admiración o reprobable, lo cierto es que su actuación, ya vista por 7.000 empleados en diferentes sesiones, ha dado la vuelta al mundo. No es la primera vez que hace una 'performance' ante su plantilla, pero sí que debutaba como mujer. Su nombre, Gerrit Zalm. ¿De verdad se imaginan a Emilio Botín con túnica roja?