Sequía

Las últimas lluvias alivian los embalses pero el 41% de la cuenca del Ebro sigue en alerta

Siguen en emergencia tres unidades territoriales, pero ninguna en Aragón. La CHE se mantiene vigilante ante la evolución de los pantanos de Canelles y Mequinenza.

Canelles, en el río Noguera-Ribagorzana, se encuentra al 20% de su capacidad, sin posibilidad de su uso para la navegación.
Canelles, en el río Noguera-Ribagorzana, se encuentra al 11,9% de su capacidad.
Veronica Lacasa

Las últimas lluvias, en especial las del mes de junio pero también las que llegaron con la DANA a comienzos de este mes, han dado un respiro a los embalses de la cuenca del Ebro. Los hay que han recuperado reservas y los más han conseguido, al menos, mantener los niveles de agua embalsada, ayudados también por el descenso de la demanda tras el fin de la campaña de riego.

"Han sido un balón de oxígeno", señala el jefe de Planificación de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), Miguel García Vera, que insiste en que aunque la situación ha mejorado frente al alarmante escenario que presentaba la primavera "hay que mantener la vigilancia y la prudencia".

Las cifras justifican ambos argumentos. García Vera recuerda que en mayo, cuando la sequía estaba golpeando con más fuerza, el 85% de la cuenca del Ebro se encontraba en situación de emergencia por sequía prolongada. Un mes después comenzó a llover y el porcentaje se redujo al 74%, para descender al 61% en julio y al 20% en agosto. "Las lluvias de la primera quincena de septiembre seguro que va a ayudar a ir mejorando aún más la situación". De hecho, hace apenas una semana, la CHE declaraba el fin de la situación excepcional por sequía extraordinaria en la Cabecera y el eje del Ebro y en el Gállego-Cinca –y con ello también la cuenca del Huecha, del Huerva, de Guadalope, la del Ésera, la del Noguera Ribagorzana y la del Gállego– con lo que ya no hay ninguna unidad territorial en Aragón en la que se mantenga esta declaración.

Bien distinto es, sin embargo, el panorama cuando el índice analizado es la escasez –falta de capacidad coyuntural para atender las demandas–. En este caso, todavía el 41% de la cuenca del Ebro se encuentra en situación de alerta, y en ese territorio "están ubicados muchos de los grandes sistemas de la Comunidad", matiza el jefe de Planificación de la CHE.

El mensaje que lanzan los embalses aragoneses, matiza García Vera, es que el año ha sido muy complicado y aunque la sequía prolongada se está dejando atrás "no hay que levantar la guardia ni relajarse porque los sistemas están bastante agotados".

Prueba de ello es que el último parte semanal sobre la situación de los embalses publicado por el organismo de cuenca detalla que el volumen total de agua embalsada apenas alcanza el 36,8%. Esto es, los pantanos albergan 2.930 hectómetros cúbicos de los 7.961 que pueden contener, una cifra inferior a la registrada en esas mismas fechas del pasado año (3.130 hectómetros cúbicos, es decir 39,3% de la capacidad total) y muy alejada del promedio de los últimos cinco años (2018-2022) que se sitúa en el 54,1% con 4.305 hm³.

Canelles y Mequinenza

Preocupa la evolución de la unidad territorial Bajo Ebro, una de las tres que se encuentran todavía en situación excepcional por sequía extraordinaria, junto con la del Segre, que lleva así desde hace 16 meses, y la del Iregua (cinco meses). Es allí donde se encuentra el embalse de Mequinenza, que, según el organismo de cuenca, sigue en los niveles históricos más bajos desde su puesta en explotación en los años 60. Apenas se encuentra al 34% de su capacidad total, si bien las precipitaciones de la pasada quincena han aliviado ligeramente la situación, parando la tendencia de descenso de reservas. "Actualmente el embalse cuenta con el mismo volumen embalsado que el 22 de agosto y se mantiene estable", señala García Vera. Eso significa que "prácticamente se ha ganado un mes de tiempo", ya que aun sin precipitaciones –que no parece que vaya a suceder– se llegaría a la cota mínima de explotación, esto es 90 metros, equivalente a 168,85 hm³, ya no en septiembre como se preveía sino a mediados de noviembre. Un dato esperanzador porque es precisamente en esas fechas, añade, cuando este embalse comienza a recuperarse de una forma contundente con la llegada de las lluvias.

Complicada continúa siendo también la situación en el Noguera Ribargorzana, unidad territorial en la que el organismo de cuenca se mantiene "vigilante", aunque espera que el otoño llegue con buenas aportaciones que contribuyan a la recuperación de sus grandes embalses. Uno de ellos es el pantano oscense de Canelles, el gran depósito del Noguera-Ribagorzana, cuyas reservas apenas alcanzan el 12% del total de recurso que es capaz de almacenar.

"Es un embalse muy grande (680 hectómetros cúbicos) que realmente está muy bajo. Tiene un comportamiento plurianual por lo que ahora tendría que llover muchísimo para que se llene y poder tener así una campaña adecuada", explica el representante de la CHE, que reconoce que tanto el organismo de cuenta como los regantes firmarían solo con que lloviera "razonablemente". Porque son varias las comunidades de riego que dependen de este sistema, como el Canal de Aragón y Cataluña, que ya ha manifestado "su preocupación" e incluso ha pactado restricciones para la próxima campaña si la lluvia no llega.

"Eso significa que ya están pensando en cómo comportarse el próximo año si no lloviese. Esto es muy importante porque demuestra la capacidad de anticipación de los usuarios a la situación que pueda venir. Ese es el gran mensaje, que la gente puede ser responsable y gestionar el agua con cabeza", reconoce el jefe de Explotación de la CHE.

Este es solo un ejemplo, destaca García Vera, que asegura que son muchos los sistemas de la cuenca en los que los usuarios han demostrado su capacidad de adaptación ante las dificultades. Lo han hecho los regantes, pero también se ha producido en los abastecimientos, "en los que se ha tenido una actitud bastante responsable intentando anticiparse a lo que llegaba", insiste el representante del organismo de cuenca, que destaca que aunque ha sido una situación muy complicada "ha habido mucha responsabilidad en la gestión".

Ese es el camino por el que, en su opinión, hay que continuar transitando y uno de las principales aprendizajes que está dejando la sequía de 2023. "Hay que cuidar el recurso al máximo posible, ser muy eficientes y ahorrar el agua, porque eso es una garantía para el futuro", concluye.

A la espera de las ansiadas precipitaciones

La cercanía del otoño y las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología, que pronostica un otoño "muy cálido", pero también mas lluvioso de lo normal. "En un clima como es que tiene la cuenca del Ebro, que puede cambiar de una semana para otra, es muy difícil hacer previsiones a medio o largo plazo", señala el jefe de Explotación de la CHE, que asegura que el organismo de cuenca trabaja "con la confianza de que podamos tener un año normal, pero siempre pensando que pueda venir un año seco".

Por eso, y a la espera de que se produzcan las precipitaciones que anuncia la Aemet, el avance de índices de la CHEpara el mes de septiembre recoge que salvo que lleguen "lluvias de considerables dimensiones", el Bajo Ebro seguirá en emergencia a 30 de septiembre. Podría abandonar esta situación, después de 16 meses, el Segre y también lo hará con segura la cuenca del Iregua, mientras que el Noguera Ribagorzana, ahora en situación de alerta, podría volver a entrar en emergencia, como tampoco se descarta en la Cabecera y eje del Ebro si no se incrementan las aportaciones.

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