España se endeudará en 70.000 millones más en 2023 sin contar con el apoyo del BCE

El Tesoro admite que el coste para financiarse subirá, pero confía en que las compras de los inversores sustituyan las del banco central.

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Vega Alonso

Momento clave para el Tesoro español. El organismo dependiente del Ministerio de Economía -encargado de gestionar la estrategia con la deuda pública- presentó este jueves su hoja de ruta para 2023. Un ejercicio que estará marcado por el incremento en el coste de financiación ante la subida de tipos de interés acometida por el Banco Central Europeo (BCE), al tiempo que el organismo irá retirando también sus compras de deuda de los Estados.

Mantener el apetito de los inversores por las emisiones de deuda nacional resulta clave porque, entre otras cosas, con ellas se financia el déficit público. Y en este difícil entorno, el Tesoro confirmó este jueves que en 2023 sumará otros 70.000 millones de euros a sus emisiones neta. La cifra es similar a la del año pasado, pero esta vez no contará con el apoyo del BCE.

El secretario general del organismo, Carlos Cuerpo, defendió que el nuevo programa de financiación "parte de un escenario conservador" que podría ser revisado a lo largo del año, como ha sucedido en otros ejercicios. En 2022, por ejemplo, la resistencia del mercado laboral y el buen ritmo en la recaudación tributaria permitió que la deuda neta emitida fuese finalmente 5.000 millones de euros inferior a la estimada en un principio.

Pero si a la financiación neta se suman las amortizaciones a las que el Estado tendrá que hacer frente, resulta que las emisiones brutas para este año ascenderán a 257.000 millones de euros, un 10% más.

Hay que tener en cuenta que de toda la deuda pública española actualmente en circulación, el BCE tiene en sus manos el 33,7%. Pero el Tesoro descarta que la reducción de ese porcentaje en los próximos meses vaya a provocar problemas de financiación para el Estado.

Confianza frente al riesgo

Carlos Cuerpo recuerda que la retirada del organismo será "progresiva". Y confía en que ese proceso "se traduzca en la llegada de otros inversores privados que vayan ocupando su lugar" sin generar ningún tipo de presión en el mercado. Sobre todo cuando los valores de deuda han recuperado su atractivo tras años de rentabilidades prácticamente nulas e incluso negativas.

"Hemos observado un renovado interés por parte de otros inversores por la compra de deuda pública", indicó Cuerpo durante su comparecencia. Según los datos que maneja, los propios bancos domésticos aumentaron en 26.000 millones su cartera de deuda española en 2022. Y ya copan el 13,57% del 'stock' en circulación. Por su parte, los no residentes se mantienen en el 40%, frente al 30% que suponían hace una década, en plena crisis de la deuda soberana.

Este mayor apetito también ha empezado a detectarse entre los particulares debido, precisamente, a que la gran banca ha evitado enganchar las subidas de los tipos del BCE con una nueva guerra del pasivo. Es decir, sin cambios en la remuneración del ahorro que los particulares acumulan en el banco, es previsible que muchos inversores opten ahora por la compra de deuda pública, que ahora ofrece una rentabilidad mayor.

"Ya hemos vivido otras veces sin el apoyo del BCE y a pesar del endurecimiento de las condiciones de financiación, el Tesoro ha mantenido un acceso favorable al mercado, con una elevada confianza en nuestras emisiones", indican desde el organismo. Este mismo jueves, la demanda para la primera subasta de medio-largo plazo del año superó los 13.000 millones de euros, frente a los 7.000 millones que se adjudicaron.

Más carga de intereses

Esa resistencia de la demanda no esconde, no obstante, el gran problema que se espera para este ejercicio: el mayor coste de las emisiones ante unos inversores cada vez más exigentes a la hora de comprar deuda pública de un país. El propio Tesoro reconoce que ese coste seguirá incrementándose en los próximos meses, aunque espera que sea de forma contenida.

Cuerpo recuerda que, en un escenario en el que los tipos oficiales del BCE han subido en 250 puntos básicos, el coste de la deuda del Estado limitó su subida el pasado año a nueve puntos, hasta el 1,73%. Por su parte, el de la deuda emitida en 2022 se situó en el 1,35%, desde el tipo medio negativo del -0,04% en el que comenzó el año.

De momento, nadie se atreve a dar una estimación concreta para el nuevo curso. Sobre todo porque todo dependerá de una recuperación económica sobre la que aún persiste una seria incertidumbre. "Si el propio BCE va 'partido a partido' nosotros también debemos ser prudentes y ver cómo se van adaptando los mercados a la situación macro", indicó Cuerpo durante su presentación. "El coste de financiación seguirá creciendo, pero el crecimiento económico servirá para sostener el mayor peso de la carga de intereses", confía.

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