Las empresas aragonesas negocian nuevos contratos de suministro de energía con precios al alza

La volatilidad del mercado complica un escenario en el que las firmas más solventes logran mejores acuerdos.

Producción en la planta de Itesal, en Pina de Ebro.
Producción en la planta de Itesal, en Pina de Ebro.
Guillermo Mestre

Es habitual que durante el último trimestre del año muchas empresas intenten renegociar sus contratos de suministro de electricidad y gas, ya que en muchos casos finalizan con el año natural, el 31 de diciembre. Este año no solo no es la excepción, sino que ha abierto mucho más el abanico de las soluciones que las comercializadoras se están viendo empujadas a ofrecer a sus clientes en un escenario de precios energéticos al alza marcado por la incertidumbre, lo que dificulta la planificación de las actividades empresariales, en especial de las industriales.

«En la actualidad la alta volatilidad de los mercados es el principal actor en juego, ya que las compañías contemplan esta incertidumbre como un riesgo, y eso trae consigo una menor oferta y que sea menos competitiva», apunta Jesús María Sahún, responsable Comercial de la consultora Swicthing Consulting. A día de hoy, añade, se están dando dos tipologías de contratación: O bien la indexada a los mercados, con posibilidad de ejecutar coberturas a futuros si se detectan ventanas de oportunidad, o planteamientos a más largo plazo con precios fijos, existiendo poca oferta de este producto en la actualidad.

Hasta el mes de julio, indica en ese sentido Armando Mateos, director general de Itesal, fabricante de perfiles de aluminio para arquitectura y sectores industriales con sede en Pina de Ebro, nadie hacía contratos a largo plazo. A partir de agosto, cuando lo hizo una operadora portuguesa, indica, otras empezaron a ofrecer esa posibilidad, con acuerdos a cinco o diez años. «Con esos contratos te beneficias a corto plazo, pero no sabemos si a largo, porque si te vas a los tres años hay una penalización», señala.

La situación es complicada y es por ello que, con una visión más a futuro, muchas empresas –como la propia Itesal– están poniendo placas fotovoltaicas en sus instalaciones para reducir la factura energética a cambio de invertir mucho dinero.

En la Federación de Empresarios del Metal de Zaragoza (FEMZ) están constatando estos días la preocupación en este tema de muchos de sus asociados. «Ahora mismo hay varias empresas que están en plenas negociaciones con las comercializadoras, y la sensación es que ya cuentan con que sus costes eléctricos para el año que viene serán mucho mayores que los que tenían previstos», informan. Una compañía en particular, relatan, «lo que hace es cerrar parte de su consumo energético a futuro, de forma que se deja una parte ‘libre’ por si pudiera negociar mejor más adelante». Otra, en cambio, «ya tiene asegurado el precio y con ello puede conocer sus costes de forma más concreta».

La situación se ha complicado para todos, recuerda Javier Ferrer Dufol, presidente de la FEMZ, que teme un invierno complicado tanto para las familias con las calefacciones como para las empresas, especialmente aquellas con procesos intensivos en el uso de energía, y también para las comercializadoras. «Las eléctricas están intentando llegar a acuerdos porque a ellas también les afecta», afirma.

Propuestas individualizadas

«Es cierto que una situación como esta era impredecible, además no beneficia a nadie», corrobora al respecto Raúl Ruiz, responsable de Grandes Clientes de Endesa en Aragón. En ese sentido, añade, «realizamos propuestas muy personalizadas para poder adaptar la compra de energía a la necesidad de cada negocio y su situación».

Preguntado sobre el tipo de negociaciones que mantienen con las empresas y si en Endesa las articulan de modo individualizado, Ruiz reseña que «los mercados son lo que son, y contra ese contexto no podemos luchar, pero sí hay soluciones para manejarlos y estas son distintas para cada compañía». Yañade: «El impacto de la energía en sus costes de explotación, la aversión al riesgo, el sector, su competencia... Eso define cómo debe comprar energía una empresa y es lo que define también nuestras propuestas de asesoramiento y suministro de energía para cada una de ellas».

Jesús Sahún, por su parte, indica que su recomendación a las empresas es que establezcan un calendario más amplio de control de sus contratos energéticos para elaborar una planificación que les permita evaluar el mercado y llevar a cabo una negociación sin prisas. En todo caso, asegura el profesional de Switching Consulting, «la solvencia financiera del cliente desempeña un papel fundamental para aspirar a contrataciones interesantes», algo que se ha incrementado en las últimas fechas, existiendo incluso –subraya– «escenarios en los que el cliente deba aportar garantías financieras para acceder a dichos productos».

Entre el ‘método Ahorro’ de las pymes y la resignación

El disparado precio de la electricidad y gas está afectando a todas las empresas en mayor o menor medida, en función de la necesidad que tienen de emplear energía para sus procesos. No obstante, las más vulnerables son las pequeñas y medianas, las pymes, cuyo margen de maniobra para defenderse es mucho más reducido.

La tarifa de último recurso (TUR), que se aplica a consumidores con una potencia contratada de menos de 10 Kw, viene bien a empresas pequeñas de servicios, pero no al resto, recuerda María Jesús Lorente, presidenta de Cepyme Aragón. «Por eso reivindicamos que el TURsuba su potencia, que permita consumos de hasta 50 Kw, eso beneficiaría a muchas pequeñas y medianas empresas», sostiene.

Poco más margen hay para actuar en un escenario de subidas constantes de los precios de la energía que afectan a todo tipo de compañías. Es cuando se impone el denominado ‘método Ahorro’, señala Lorente en referencia a todas las acciones que se pueden llevar a cabo para reducir el consumo de luz o de gas a lo más imprescindible. «La pyme que tiene dos aparatos pone en marcha solo uno; se racionalizan más los horarios para trabajar más en las horas de luz natural, y no se pone calefacción más que a algunas horas determinadas», cita a modo de ejemplo. Eso sí, recalca, «asegurándose siempre que hay que tener a la gente trabajando en condiciones».

«Mientras sea el gas el que condicione el precio de la electricidad y la guerra siga en Ucrania, el problema de la tarifa de la luz seguirá ahí», indica por su parte Armando Mateos, director general de Itesal. Ayer mismo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pidió en Berlín que se desvincule la cotización del gas del precio de la electricidad.

Mateos precisó que en una de las empresas que conforman Itesal, la de extrusión, su factura de electricidad se ha llegado a cuadriplicar. De pagar 45.000 euros al mes en septiembre del año pasado se llegó hasta los 210.000 euros de febrero o marzo de este año. Con el nuevo contrato que tienen la cifra ha bajado a 175.000, cantidad que esperan rebajar con el funcionamiento de las placas fotovoltaicas instaladas en su sede a 140.000 o 150.000 euros. En cuanto al gas, después de haber pagado hasta 100.000 euros al mes se ha bajado hasta los 80.000, si bien el precio va al alza, relata.

Ante esta situación, todos se remiten a los actuaciones que puedan llevar adelante los gobernantes para hacerle frente. Reabrir térmicas de carbón o centrales nucleares, como hacen otros países, no se plantea en España. Para empeorar las cosas, además, la sequía (en toda Europa) ha frenado la producción hidroeléctrica. 

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