medio ambiente

¿Cuánto contamina una videoconferencia?

El teletrabajo reduce las emisiones de C02 del tráfico; pero el gasto energético en cada vivienda siembra dudas sobre su eficiencia.

Ley del teletrabajo.
Cada 'email' contribuye con 0,3 gramos de CO2 en emisiones de carbono
Pixabay

El teletrabajo ha sido siempre considerado un modelo que cuida al medio ambiente. El hecho de que los empleados no tengan que desplazarse a sus centros de trabajo y queden liberados de la hora punta de cada día, con sus atascos y sus emisiones de gases de efecto invernadero, supone una mejora evidente con respecto a la organización clásica. Limitados los desplazamientos por carretera, sea en transporte público o particular, el beneficio para la calidad del aire está servido. Pero si se analizan los datos más allá de las emisiones de C02, el teletrabajo tampoco es la panacea medioambiental.

La literatura científica ofrece numerosos estudios que alaban el trabajo desde casa por reducir la huella de carbono total de empleados y empresas. Se ha calculado que el 98% de la huella de carbono de una persona trabajadora proviene solo de sus desplazamientos al trabajo.

¿Pero qué sucede con el resto de gasto energético que supone esta apuesta por el trabajo en solitario? Esto es lo que se preguntaron los responsables de sostenibilidad de la multinacional británica WSP en un análisis detallado de lo que suponía que cada trabajador realizase sus tareas de forma remota. La conclusión fue que "genera incluso una mayor huella de carbono durante el invierno, ya que calentar cada hogar de cada empleado es menos eficiente que calentar una oficina". De igual modo, en épocas de calor, el gasto de aire acondicionado de cada casa, activo buena parte del día, suponía un mayor impacto que compartir el de una única oficina.

El impacto de internet

Este uso de la climatización de las viviendas, que también genera parte de los gases de efecto invernadero, puede resultar evidente. Pero lo que de seguro a la mayoría se le escapa es que la huella de carbono que emitimos al trabajar está sobre todo relacionada con nuestro quehacer diario en Internet. El uso de la red también contamina; no solo el coche que cogemos cada mañana para ir al trabajo.

Sopesar si es más eficiente el trabajo a distancia o presencial es algo difícil de traducir en cifras para las empresas, pero se deben tener en cuenta todos estos parámetros. Un equipo del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), la Universidad de Purdue y la Universidad de Yale realizaron un estudio para analizar este impacto del uso de la red en el medio ambiente.

Las conclusiones a las que llegaron los investigadores dan que pensar: una hora de videoconferencia puede emitir entre 150 y 1.000 gramos de C02. Para hacerse una idea de lo que esto supone, un automóvil produce aproximadamente 8.887 gramos al quemar unos cuatro litros de gasolina. Con cada litro puede recorrer unos 10 kilómetros de media.

Además, esa hora de encuentro 'online' en la pantalla también exige que se usen de 2 a 12 litros de agua y un área de tierra del tamaño de una tablet. Si sumamos las horas que dedicamos al día a esta tarea la huella medioambiental del teletrabajo también debería verse aumentada.

Según los citados investigadores, si el trabajo remoto continúa hasta finales de este año 2021, la huella de carbono global podría aumentar en 34,3 millones de toneladas en emisiones de gases de efecto invernadero. Este aumento en las emisiones solo sería amortiguado con un bosque del doble del tamaño de Portugal. Mientras tanto, la huella hídrica asociada sería suficiente para llenar más de 300.000 piscinas olímpicas, y la huella terrestre sería aproximadamente igual al tamaño de Los Ángeles.

La calidad de la imagen y la cantidad de personas que participen en el encuentro virtual también influyen en su capacidad de contaminar. Si decidimos aumentar la calidad de vídeo a 1.080 puntos da como resultado un aumento de cuatro veces en el consumo de energía. Del mismo modo, cuantas más personas haya en la reunión, más aumentará el consumo de energía. Una reunión semanal con seis participantes, con la citada calidad en HD durante una hora, supone la emisión de 0,05 kg de CO2. Durante un año, esto sumaría 2,68 kg, lo que equivale a conducir 15 kilómetros.

Si se va más allá para poner el foco en la actividad laboral que se desarrolla mediante correos electrónicos en los centros de trabajo, la huella de nuestro teletrabajo seguiría aumentando. Se ha calculado que cada 'email' contribuye con 0,3 gramos de CO2 en emisiones de carbono. ¿Multiplicamos esta cifra por todos los mensajes que recibe y envía diariamente, y todos aquellos que ni siquiera llega a abrir?

La energía de cada dato

Para almacenar y transmitir toda la información que alimenta Internet, los centros de datos consumen suficiente electricidad para representar el 1% de la demanda mundial de energía, que es más que el consumo total de muchos países. Incluso antes de la pandemia, la huella de carbono de Internet había aumentado y representaba alrededor del 3,7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Estos centros de datos son cada vez más eficientes energéticamente y muchos de ellos se alimentan única y exclusivamente de energías renovables, sí. Sin ellos, además, sería imposible realizar muchas de las acciones diarias propias del trabajo. Pero por el momento no son inocuos para el planeta.

La reducción del impacto medioambiental del empleo, ya sea remoto o presencia, requiere de una mayor conciencia y planificación. Las reuniones virtuales evitarían viajes en avión, que tienen gran peso en la emisión de gases, pero... ¿Tienen sentido en la misma oficina o en la misma manzana de cualquier ciudad como está sucediendo?

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