Los cultivos aragoneses agradecen las bajas temperaturas con las que se ha estrenado 2019

La caída del mercurio, incluso a valores bajo cero, no ha provocado afecciones, todo lo contrario, mantienen a raya una floración tremprana que no gusta a los productores.

Almendros en una explotación turolense.
Almendros en una explotación turolense.
Antonio García

Al almendro le gusta que en invierno haga frío. Parece una obviedad, pero lo cierto es que en los últimos años, la bonita estampa que estos frutales ofrecen con su floración comenzaba a ser, de forma más habitual, cada vez más adelantada. Por eso, los productores agradecen las bajas temperaturas con las que Aragón dijo adiós a 2018 y ha recibido el nuevo año. “Nos vienen bien estas temperaturas”, señala Bernardo Funes, productor y representante del sector en UAGA, que explica que los almendros aún no han florecido “solo hay pequeños bulbos” por lo que es necesario que las temperaturas no sean muy elevadas porque si se adelanta la nascencia y sale la flor cualquier helada que pudiera haber más adelante provocaría graves daños.

En algunas zonas en las que el benigno tiempo había comenzado a adelantar la floración, las bajas temperaturas de los últimos días han supuesto un alivio porque han conseguido que esta se frene y por lo tanto que sus frutos, de momento, queden protegidos a los caprichos del clima. De cualquier modo, Funes insiste en que los productores siguen mirando al cielo, porque ahora lo que les preocupa no es tanto las caídas del mercurio como la necesidad de que comiencen a llegar las lluvias. “En el secano, siempre es un sinvivir”, puntualiza este agricultor turolense.

Incluso en zonas como Belchite, que se encuentran en una vaguada, el frío no parece haber provocado daños en los olivos. Y eso que los árboles han llegado a soportar temperaturas de hasta más de 7 grados bajo cero. "A menos cinco grados, las posibles yemas que haya en los árboles pueden empezar a resentirse", destaca Joaquín Morella, oleicultor y representante del sector en UAGA, que, sin embargo, reconoce que "lo cierto es que han sido pocos días" con el mercurio desplomado. Además, explica el sindicalista, las mañanas han sido soleadas con lo que se ha limpiado el hielo e incluso, insiste Morella, en aquellas zonas en las que las temperaturas han sido menos bajas, el frío también ayuda a evitar posibles plagas. En cualquier caso este agricultor señala que es pronto para hablar de daños aunque parece convencido de que la primera ola de frío polar no ha hecho temblar al olivar.

Los hortelanos zaragozanos tampoco están preocupados por sus cultivos. Las heladas no han sido lo suficientemente importantes como para causar daños significativos en la producción. Además, en el entorno de la capital las bajas temperaturas han llegado acompañadas de nieblas, un fenómeno atmosférico, explica Manuel Calle, presidente de la asociación de hortelanos de Zaragoza, que contribuye a absorber el hielo y que evita que la verdura termine congelada. Unas nieblas que también se han convertido en un aliado para el cereal de invierno en los secanos más áridos, unos cultivos a cuya nascencia han ayudado esas nubes bajas que se forman prácticamente a ras de suelo y que fueron tan persistentes durante los últimos días del mes de diciembre.

Por eso, a los productores de la huerta zaragozana les preocupa más el mercado que el clima. “Nuestro problema es el bajo consumo”, destaca Calle, que explica que “los productores de cardo incluso han pinchado esta Navidad, las época más propicia para las ventas de estas verdura”.

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