Raza Pérez: "Al invertir en bolsa, por cada pelotazo hay cien fracasos"

Zaragozano de 43 años, ha coescrito junto a Josef Ajram el libro ‘Social trading para dummies’, una guía para aprender a moverse en este nuevo fenómeno en línea.

Raza Pérez, el pasado jueves, en el centro de Zaragoza.
Raza Pérez, el pasado jueves, en el centro de Zaragoza.
Raquel Labodía

El ‘social trading’, dicen, supone la "fusión de tres mundos: la inversión en bolsa, las redes sociales y los influencers".

No te guías por lo que tú decides hacer, sino por lo que hacen los expertos, replicando sus movimientos. Un símil es el del entrenador de fútbol: este no sale al campo a jugar, pero sí elige los jugadores, y si los jugadores marcan gol él también gana. En el ‘social trading’, los jugadores serían nuestros expertos, que en la jerga se conocen como ‘top traders’, y el entrenador sería el seguidor, el ‘follower’. El inversor decide qué expertos quiere en su equipo, en su cartera; de uno a cinco.

Su libro va dirigido a varios perfiles. El más básico es el de quien tiene algo de dinero que invertir, no sabe cómo funciona la bolsa y quiere ganar dinero "sin demasiado tiempo de aprendizaje". ¿Realmente esto es posible?

El problema es quien tiene algo de dinero y poca experiencia y se mete en bolsa por sí mismo; la gran mayoría son carne de cañón. Hay una regla en el mundo de las divisas, el 90/90/90: el 90% de los inversores pierden el 90% de su dinero en los primeros 90 días. Si no tienes esa experiencia, el ‘social trading’ ayuda: observas a los expertos, les evalúas, ves sus rentabilidades, en qué mercados operan, etc., y entonces decides.

Sí instan a "olvidarse de los pelotazos".

Aquí no puedes pensar en dar un pelotazo; por cada pelotazo hay cien fracasos. El ‘social trading’ es una herramienta más para buscar rentabilidad, pero siempre pensando en el medio plazo. Si buscas expertos con grandes rentabilidades puedes pegar un pelotazo, pero también implica mucho riesgo. Con los tipos de interés negativos, un 6% es razonable.

Usted es jefe de Producto en Ayondo, uno de los portales que desarrollan el ‘social trading’.

Ayondo es una empresa ‘fintech’. Y dentro del cajón de sastre que es el ‘fintech’, estamos especializados en inversiones en bolsa. Este es un mundo muy duro; el dinero cuesta mucho ganarlo, y se trata de un campo de juego hipercompetitivo. Es cierto que en bolsa los particulares suelen perder más de lo que ganan, aunque no siempre lo admitan abiertamente. Dentro de ese mundo, Ayondo ha desarrollado una solución dentro del ‘social trading’.

Para el concepto de ‘fintech’, ponen un ejemplo: pedir un préstamo a un inversor privado en vez de a un banco. Puede ser más barato, pero esquivar el marco regulatorio también nos puede costar muy caro.

Bueno, los préstamos entre particulares siempre han estado ahí. Con ‘fintech’, primero se desarrolla el negocio y luego se mira bajo qué regulación se puede encajar. La regulación financiera y bancaria, o del mercado de valores en España, es bastante rígida. Muchas veces, las empresas ‘fintech’ lo que necesitan es probar si algo puede funcionar o no, si puede tener aceptación o no. Así ha pasado en otros puntos, como Londres o Singapur.

Pero el modelo económico ahí es completamente diferente.

En España, por parte de la CNMV hay una buena iniciativa ‘fintech’. El nuevo presidente ha pasado por la empresa pública y también por la privada y entiende este dinamismo que no siempre se comprende aquí. En el fondo, nuestro negocio es parecido a hacer una gestión de carteras.

Un simple tuit de Donald Trump hundió las acciones de Lockheed Martin. ¿No se nos está yendo un poco todo de las manos?

En Estados Unidos, el 90% de las operaciones financieras las realizan robots, y entre sus estrategias está el llamado ‘sentiment trading’. Recoge ‘imputs’ de redes sociales, de forma que todo está encadenado: un tuit anunciando el fallecimiento del presidente de una compañía desencadena miles de retuits, esto en ‘trending topic’ y al final los algoritmos hacen sus operaciones.

Richard Thaler acaba de ganar el Nobel de Economía. Desde su punto de vista, el inversor es un ser emocional e impulsivo demasiado influido por sus sesgos.

En la bolsa se dice que hay tres ‘m’: ‘mind’, de cabeza; ‘method’, de método, y ‘money’, sobre la gestión del dinero. Muchas veces nos centramos solo en el método, en saber analizar un análisis técnico, el balance de una empresa… Y nos olvidamos de las dos más importantes: la gestión del riesgo y la psicología, el no ser impulsivo. Por eso cada vez más los robots nos están sustituyendo.

Pero el robot lo único que hace es reunir los miles de ‘imputs’ impulsivos que son por ejemplo los tuits para influir en el precio de unas acciones, ¿no?

Pero es inteligencia artificial: podrá fallar una o dos veces, pero va aprendiendo. Y no tiene esa impulsividad tan humana. Estoy de acuerdo con lo que dice Thaler: al final, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. Por eso, en el ‘social trading’, al dejarlo en manos de profesionales ya eliminas ciertos problemas que tienes cuando lo haces por ti mismo.

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