López Casasnovas: “No podemos tener un gasto social de primera con impuestos de segunda”

?Este catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona aboga por una reforma fiscal que evite la evasión y suba la imposición a los que más ganan.

Guillem López Casasnovas, en la Cámara de Zaragoza, el día 6 de abril antes de dar una charla en el ciclo 'Visiones de la economía'.
Guillem López Casasnovas, en la Cámara de Zaragoza, el día 6 de abril antes de dar una charla en el ciclo 'Visiones de la economía'.
Oliver Duch

-¿La recuperación ha venido a quedarse o es un espejismo?

-Iremos a rebufo de lo que pase con la economía mundial. Si nos viene un choque asimétrico y nos acaba pudriendo las exportaciones y vuelve a contaminar a alguna entidad financiera, no es porque nosotros no hayamos hecho los deberes. Esto que digo es muy diferente a la situación anterior en que nos vino un choque externo, la crisis financiera internacional, con un problema interno, el de un sistema económico basado en construir y construir e incapaz de sobrevivir. Ahora el factor endógeno no existe, pero eso no nos evita que con un choque exógeno de importancia –venga de países emergentes, de la parálisis del libre comercio o de cualquier situación política inesperada– entremos en recesión.


-¿Es posible que se produzca?

-Creo que sí. Es probable porque la solución que se ha dado a la crisis –Japón, Europa, el Reino Unido o Estados Unidos–, en principio ha salvado el corto plazo y ha complicado el largo. Han inundado el mercado de liquidez y entonces la probabilidad de que se originen burbujas es mayor que antes. La liquidez es la sangre que muscula la economía real. Tiene que haber sangre, pero la liquidez que tenemos ahora multiplica entre cuatro y cinco veces lo que es el PIB mundial. Por tanto, si hay más oferta que demanda, el precio del dinero baja. Y el que quiere una buena retribución de su dinero se la tiene que jugar en cosas que están fuera del balance bancario y así se alimenta la burbuja.


-Pero, ¿realmente puede estallar?

-Si pasa, será en el corto y sin previo aviso. Como le digo, si estas operaciones, que no pasan por los balances tradicionales de la banca, van a fondos de capital riesgo y apalancan sectores más o menos endeudados con unos ratios que poco tienen que ver con su capacidad de generar beneficios entonces aparece una burbuja y si estalla los más listos salen antes y los otros quedan enganchados.


-¿Está diciendo que el capital fuera de balance puede hacer que España entre en recesión?

-El capital no tiene patria. ¿Hay más capital español en estas circunstancias que antes? Espero que no. En primer lugar porque la gente haya aprendido que no se tiene que fiar ni de lo que le diga el director de sucursal de su caja, y, en segundo lugar, porque la actividad económica generadora de nuestra burbuja, los inmuebles, está plana. Pero, insisto, si aparece la burbuja, tendremos el consuelo de que no es culpa nuestra.


-Pero, ¿los supervisores no están controlando que eso no suceda?

-No esperemos que el regulador ni el supervisor lo evite porque en estos momentos la ingeniería financiera y la velocidad a la que funcionan los mercados de capitales está muy por encima de cualquier competencia mundial o global y ya no digamos del Banco de España o el Banco Central Europeo.


-Y los gobiernos, ¿no deberían tener más capacidad de influir?

-No la tienen y es dudoso que debieran de tenerla porque el mundo está hecho de ciudadanos libres y cada cual se gasta el dinero en lo que quiere. Si lo quieres poner en un fondo de inversiones como si te lo quieres gastar comprando sellos es tu problema. Si te equivocas invirtiendo en Fórum Filatélico es cosa tuya. Lo que han de vigilar es que las entidades tengan sus propios colchones de protección y si las cosas van mal puedan responder por ellos mismos en lugar de llamar al erario público para que les sufrague.


-Sin embargo, los gobiernos sí deberían poder remediar que otra crisis no destruyese tantos miles de puestos de trabajo.

-Sí, han pagado justos por pecadores, pero eso es herencia del pasado. Ahora lo que hay que ver es por qué con unos márgenes empresariales que se han recuperado y un mercado laboral medio liberalizado no hay más inversión. La respuesta es que nuestros propios empresarios no se acaban de fiar de que esto esté estabilizado. ¿Cómo van a venir a invertir los de fuera si ni ellos mismos se fían?. Esto es lo que me inquieta.


-¿Cree que podemos ir a peor?

-Cualquier no agravamiento ya nos parece una buena noticia. El crecimiento del 3% del PIB aunque no genere mucho empleo y el que cree sea muy precario, lo damos por bueno, que sea de contrato temporal, también. Pero, que nadie se engañe, lo que teníamos antes, no va a volver. Eso sí, hemos saneado lo suficiente para poder dejar de pensar que vamos a ir a peor.


-¿No le preocupa la enorme deuda que tiene España?

-Claro que sí. Gastar lo que no se ingresa o no procedimentar correctamente unos déficits vistiéndolos con préstamos y pasarlos de año en año es un mal favor que hacemos a las generaciones futuras.


-¿No habría que fijar un límite?

-La regla de oro del déficit de la deuda dice que solo te puedes endeudar para algo extraordinario, pero no para un gasto ordinario. Eso habría que prohibirlo. Y además, en proyectos a futuro, habría que poner una tasa de descuento para los costes que se trasladen a las generaciones venideras y esto incluiría asumir costes medioambientales y de otro tipo.


-¿No convendría también recaudar más o hacer una reforma fiscal en profundidad?

-Sí, habría que subir la presión fiscal, pero antes de llegar a ese estadio, vigilar más el cumplimiento y tapar los agujeros fiscales que tenemos evitando los descosidos de la propia legislación que permiten que muchos se estén aprovechando de la elusión fiscal. Lo que hay que ver es que no podemos tener un gasto social de primera con impuestos de segunda.


-¿Y qué impuestos pondría?

-Tengo muy claro que el impuesto de sucesiones no se tiene que abolir ni por eficiencia ni por equidad. No es que lo diga yo sino otros expertos y también ‘The Economist’. En una sociedad justa las ventajas de cada cual se tienen que neutralizar en el punto de salida. Luego, el impuesto sobre liquidación de rentas de capital tendría que ser más alto. El 15% o 20% es una tontería. Y también a esos pocos que consiguen lo máximo como futbolistas famosos o los grandes de internet, con unas enormes ganancias, les pondría imposiciones que podrían llegar al 70%. Este impuesto a los más ricos no es que me lo haya inventado yo sino que ha sido calculado y calibrado por expertos como Peter Diamond, Premio Nobel de Economía en 2010.


-¿Y qué haría con el impuestos de patrimonio?

-Ese se podría abolir porque es un doble gravamen. Solo de modo extraordinario lo mantendría.


-¿Y qué cree que se podría hacer para combatir la evasión fiscal y evitar nuevos casos como el de los Papeles de Panamá?

-Eso es tarea de la OCDE. Pero a quien le interesa más erradicarlo es a Obama. Él es nuestra esperanza blanca porque sufre a gigantes como Google que ganan mucho dinero en Estados Unidos y lo tributan en Holanda. EE. UU. es quien más ha empujado la persecución de fraude y antiblanqueo. Si el gran hermano se sigue preocupando iremos a mejor.


-¿Y no habría que darle también una vuelta al Estado del bienestar y gestionarlo mejor?

-Eso lo planteo en mi libro ‘El bienestar desigual’. Más que la sostenibilidad, lo que me preocupa en gestión pública es que se sepa priorizar. Ya que no se puede dar de todo para todos, lo que sí pueden hacer en el Parlamento es pactar procedimientos para priorizar. Decir, vale, los recursos son los que son y hay que empezar a discriminar y racionalizar según el grado de necesidad. Sé que al político eso le genera problemas porque prefiere lo universal y unas políticas de ‘hagan cola que algo les vamos a dar’, pero el contexto exige baremar y acordar con la oposición unos costes y unos resultados, que luego no puedan usar de arma arrojadiza.

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