REAL ZARAGOZA - LA PRETEMPORADA

Victoria al final del caos (2-3)

El Real Zaragoza volteó un 2-0 adverso en el último cuarto de hora de un partido que jugó con enormes deficiencias frente a un modesto rival. Futbolísticamente, el equipo no avanza

Marcelino advirtió en julio que los partidos amistosos le importaban un rábano. El técnico asturiano dijo que su estadística veraniega en los equipos a los que ha entrenado hasta ahora era patética, que no le ganaba nunca a nadie. Probablemente sea verdad. Y quizá, también, su aviso fuese poner la venda antes de que llegase una herida más que previsible en el actual Real Zaragoza que anda en fase de reconstrucción a cámara lenta.


Pero, tras lo visto ayer en Ferrol, a 8 de agosto, convendría preocuparse. Al menos un poco. El equipo blanquillo fue, en líneas generales, un equipo amorfo, inconsistente, deslabazado y carente del mínimo sentido que cabe pedir a un once superior en todo (sí, en todo) al modesto Racing de Ferrol de la Segunda B. Solo la fortuna y la calidad individual de los dos delanteros que jugaron la recta final del choque -Oliveira y Sergio García- impidieron cosechar ayer una dolorosa derrota contra un adversario en obras, que solo conserva a dos jugadores del año pasado y que concluyó el partido con cuatro chicos juveniles.


Ya en el intermedio, las sensaciones del partido de ayer en el cuasi desierto estadio de A Malata fueron bastante peores que en los amistosos precedentes contra el Mirandés, el Villarreal y el Pontevedra (que tampoco merecieron echar las campanas al vuelo). De los claros y oscuros, ayer se pasó a la obturación total del flujo futbolístico que Marcelino lleva ensayando con esta provisional plantilla desde hace 25 días. Este partido de Ferrol fue un frenazo a la ralentizada progresión que, con suma benevolencia, cupo observar en los bolos anteriores.


Abundaron los errores y escasearon los aciertos. Predominaron los vicios heredados del año pasado y no se vio ninguna nueva virtud, ni de los 'viejos conocidos' de la plantilla, ni de los nuevos fichajes. Si acaso, la velocidad y descaro de Pablo de Barros que, eso sí, acaba siempre teniendo un problema cuando ha de jugar el balón con sus colegas. De entrada, Marcelino tiene graves dificultades para conformar sus onces al carecer de sus piezas clave: las bandas. Generelo, Vicente, Zapater, Ripa, Pablo de Barros... todos pasaron ayer, de manera forzada, por las alas del esquema táctico. Y nadie lo hizo bien porque nadie es especialista. Y, por supuesto, el lastre defensivo de este equipo sigue vigente (claro, están los mismos elementos) y los goles se encajan con una facilidad ante rivales chicos que da pavor pensar lo que sucederá cuando el fuego frontal sea real.


Ayer, a falta de 13 minutos, el Zaragoza perdía 2-0 bajo una imagen penosa. Y podrían haber sido 3 o 4 los goles encajados. Solo la calidad individual permitió voltear y disolver tan negativo marcador en un final digno de un partido de feria por parte del entusiasta Ferrol. Pero convendría preocuparse un poco. Por pura prevención. La realidad es la que es. Y no es nada buena a 20 días de la Liga.