CAI ZARAGOZA 81-80 GRAN CANARIA

Triunfo del CAI Zaragoza con sabor a salvación

El CAI recuperó su versión luchadora y entregada de casa y logró una victoria vital ante el Gran Canaria. Los rojillos sufrieron hasta el final, pero superaron con fe las lesiones y se acercan al objetivo.

Andrés Miso se eleva para lanzar a canasta ante Xavi Rey.
Triunfo del CAI Zaragoza con sabor a salvación
ARáNZAZU NAVARRO

Esta victoria vale su peso en oro. Es de esas que dejan sabor a salvación, ya que no solo sirven para sumar un triunfo más en el casillero rojillo (ya van ocho) sino que es ante un rival complicado, refuerza la moral del grupo al producirse en una semana plagada de lesiones, confirma que el Príncipe Felipe es un fortín y, además, permite encarar la próxima salida a Granada con la tranquilidad y la confianza necesarias. Sin hacer un excelente encuentro, el conjunto de José Luis Abós recuperó en casa su versión más luchadora, entregada, seria y efectiva para amarrar un éxito ante un Gran Canaria muy poderoso al poste bajo y con un Carroll muy bien frenado, pero acertado en tiros inverosímiles. Por parte local, Aguilar en la primera mitad y Quinteros en la segunda fueron la chispa que encendió la mecha de la victoria.

En un día con tanto contratiempo cualquier detalle podía decidir el encuentro. Ya antes de comenzar, la mala suerte volvió a cebarse con el CAI al lesionarse Joan Riera por un percance de tráfico cuando se dirigía al pabellón y dañarse la espalda. Nada que no se pudiera arreglar. Tampoco lo del marcador de 24 segundos que retrasó unos minutos el inicio. Todo eso pareció adormilar a los equipos, quienes defendían con intensidad pero estaban negados de cara al aro rival. La espesura llegó a tal punto que a los tres minutos y medio el electrónico marcaba un paupérrimo 2-3.

Por momentos CAI y Gran Canaria jugaban a ser el menos malo. Pero eso lo remediaron Miso y Aguilar, que desatascaron el duelo. El madrileño con un 2+1 y el granadino al iniciar su particular festival de triples.

La reacción canaria no llegó del máximo anotador de la ACB, un Jaycee Carroll muy bien defendido primero por Miso y posteriormente por Quinteros. De hecho, lo único que encestaba eran tiros imposibles y bien punteados. El despertar isleño fue por su poderío interior, de la mano de los taponadores Rey y Savané, y con rápidas transiciones ofensivas. Esa dureza interior, además, les permitía dominar el rebote.

Por ese motivo tuvo que entrar rápidamente un Rafa Hettsheimeir que a pesar de su lumbalgia salió a jugar, se cargó pronto de faltas evitables y sacó otro 2+1 (hubo muchos en la primera mitad, dado que las defensas llegaban algo tarde bajo los aros) y se volvió al banquillo a descansar.

La intensidad atrás de los rojillos fue continua, y sólo el discutido arbitraje les frenó esa agresividad. Eso sí, con las críticas de la grada, los colegiados cambiaron y todo volvió a su sitio. Los triples de Aguilar -cuatro al descanso- y de Van Rossom abrían la primera brecha, y una buena acción de Barlow con canasta y falta ponía la máxima renta local, 9 puntos, coincidiendo con el gol que daba la victoria al Real Zaragoza en Málaga. El revuelo fue evidente.

Lástima que un versátil Wallace abanderó a los suyos para acercar a los de Pedro Martínez al borde del ecuador del encuentro, si no el partido podía haberse puesto muy de cara con 20 minutos por delante.

En la reanudación se puso todo aún más negro. Nueva falta de Hettsheimeir y se resiente de la lumbalgia. Ya no volvió y habrá que ver cómo afecta esto en el futuro. Además, Savané taponaba a todo el que se acercaba y despertaba un Carroll espectacular. Hay que insistir en que se le defendió con intensidad, pero su calidad se impuso por momentos.

En ese toma y daca en el que entró el partido apareció una conexión estelar, la formada por Andrés Miso jugando de base y Paolo Quinteros (que no jugó en todo el primer cuarto). Canasta de uno, triple del otro, asistencia de uno para el otro... El argentino reapareció tras su 'castigo' en Málaga y lo hizo a lo grande.

Ese tándem y dos triples de Toppert al iniciarse el último cuarto pusieron al CAI de nuevo con nueve puntos de renta. El partido no se podía escapar, pero lo que no se sabía entonces era lo que se iba a sufrir.

Sin Quinteros ni Carroll en pista los ataques se atascaron nuevamente y ahí surgió la figura de CJ Wallace. Con buenos movimientos en la 'pintura' y sacando faltas al bloquear a sus tiradores, el pívot estadounidense tiró del carro y llegó a empatar el choque a dos minutos y once segundos del final.

Los nervios se apoderaban del CAI, pero Abós pidió tiempo muerto, ordenó una jugada y esa se calcó sobre el parquet para acabar con mate de Chubb que ponía el 81-80 que sería definitivo. Y lo fue porque el cuadro aragonés defendió bien una más, movió el balón para que Miso errara un triple que habría sido la puntilla y, ante las dudas del banquillo local con quince segundos por delante, no hizo falta y defendió de nuevo para respirar con el último fallo de Carroll.

De infarto. Pero lo importante esta vez sí que era el resultado, ya que con este meritorio triunfo el CAI se acerca al objetivo.