REAL ZARAGOZA

La piedra angular

El alto rendimiento de Abel Aguilar en los últimos partidos ha revelado su notable ascendencia sobre el juego del Zaragoza

Abel Aguilar se ha convertido en una futbolista capital en el entramado táctico del Real Zaragoza.
La piedra angular
oliver duch

A Abel Aguilar (Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1985) lo llamaron 'Chivito' en las ligas locales de Bogotá por su cuerpo escuálido, tostado y ligero. Apenas era un infantil, pero un infantil adelantado a su edad. Aguilar siempre fue precoz en el fútbol. A los 17 años debutó en el Deportivo de Cali, con 18 años jugó un Mundial sub 20 en los Emiratos Árabes Unidos. Obviamente, la temprana edad le permitió repetir en una segunda edición en Holanda. A los 20 ya ejercía de titular con la selección absoluta de Colombia. Su juventud no le impedía marcar goles (uno memorable a México desde 40 metros), una misión muy presente durante toda su carrera. Pronto, esbozó sus cualidades principales: pivote criterioso, de dilatado despliegue y con excelente disparo de media y larga distancia.

 

Esos 20 años no condicionaron tampoco al Udinese para importarlo a Europa. Más dudas hubo para ponerlo a jugar en la Serie A italiana: una cesión al Ascoli, otra al Xerez y una última al Hércules. Allí, en Segunda, la temporada pasada, creció por encima de la categoría con un juego absoluto en el centro del campo: orden, trabajo y goles (9, en total) jugando como mediocentro armador. Y así alcanzó el 'Chivito' el Real Zaragoza, donde los dos últimos partidos lo han descubierto como un centrocampista total, hasta el punto de encender debates sobre su lugar natural incluso en la pizarra del entrenador, que no es un entrenador cualquiera en los asuntos de su pizarra.

 

La ascendencia de Abel Aguilar sobre el juego del Zaragoza es tal que ha obligado a Marcelino a replantear sus principios fundamentales sobre la inviolabilidad del 4-4-2. El técnico asturiano encontró en la reubicación de Aguilar una salida a la escasez de soluciones ofensivas y se enfrenta ahora, dos exhibiciones y tres goles después del colombiano, y con Ewerthon y Lafita ya en circulación, con un problema de ideario. ¿Retomar una pareja de delanteros? ¿O conservar el triple motor formado por Gabi, Ponzio y Aguilar?

 

Los efectos del juego poliédrico de Aguilar sobre el equipo en los dos últimos partidos desaconsejan cualquier alteración. Todo el equipo se ha beneficiado de su renovado papel, tanto en las obligaciones ofensivas como en las defensivas.

 

El internacional colombiano se ha elevado como la piedra angular del Real Zaragoza. Su influencia desde su nueva posición se percibe en todos los ángulos: es sencillo y ordenado en la creación, veloz de cerebro, posee un largo alcance para lanzar la línea de presión y generar cortocircuitos en la circulación rival, su dinámica libertad garantiza apoyos cercanos y pisada en el área? Es evidente que el salto de posición se ha acompañado de un salto cualitativo, ganándole metros al campo ha ganado en peso específico tras comenzar la temporada en el doble pivote, donde sus lánguidos movimientos tan arquetípicos de los centrocampistas colombianos quedaban más expuestos.

 

Aguilar es admirador de Steven Gerrard, todocampista y alma del Liverpool, y de Carlos Alberto Valderrama, aquel melenudo rubio y omnipresente que guiaba a la selección colombiana de principios de los 90 y ex centrocampista del Valladolid. Es decir, siempre se ha fijado en futbolistas de terreno amplio, aglutinadores de juego y con llegada. Esa parece ser su especie tras el movimiento reflexionado por Marcelino.

 

Hasta esa decisión, Abel Aguilar ha operado bajo todos los registros del mediocentro. En la selección colombiana, predominó y predomina su función defensiva. En el Xerez, comenzó a perfilar sus labores creativas y en el Hércules, Mandiá (técnico que suspiró su contratación este verano pasado para el Racing de Santander) estiró su espacio en el campo, pero sin variaciones posicionales.

 

Este desplazamiento se ha producido ahora, en el Real Zaragoza, contra el Sporting y el Getafe. Y el resultado ha sido formidable. Tendrá su lógica continuidad. ¿Hasta dónde llegará la flexibilidad de Marcelino y su renuncia a los dos delanteros? ¿Mantendrá Aguilar su nivel en la punta del triángulo completado por Gabi y Ponzio? ¿Lo mantendría si fuera devuelto al doble pivote? La respuesta solo está en las botas del propio 'Chivito'.