La Muela, último obstáculo del filial

Una de las noticias más reseñables del fútbol aragonés atiende, sin duda, a la transformación protagonizada por La Muela: refundado hace poco más de un lustro, el conjunto zaragozano ha experimentado un crecimiento gigantesco y ha ido ascendiendo, de manera ininterrumpida, desde la Segunda Regional hasta la categoría de bronce. El proyecto, comenzado años atrás como una curiosidad ilusionante, incluso casi quimérica, ya es una realidad acreditada. Por eso, el partido que le enfrenta hoy al Real Zaragoza B (18.00, Ciudad Deportiva), correspondiente a la ida de la final de la Copa Federación, apenas presenta atractivos para el conjunto zaragozano. Si acaso, para que su entrenador, Gori Silva, conceda minutos a sus futbolistas menos habituales. El objetivo en el actual curso se reduce, exclusivamente, a sellar la permanencia en la Segunda División B, y hay que guardar recursos para el encuentro del próximo fin de semana, frente al Palencia.

El choque tampoco ofrece excesivos estímulos para el filial, un equipo todavía en construcción y centrado en el campeonato liguero. El inicio del Real Zaragoza B ha estado marcado por las dificultades. Emilio Larraz no pudo contar con todos sus efectivos hasta el final de la pretemporada, y por ello no ha logrado ajustar aún todas sus piezas. Su actual situación resulta paradójica. Necesita tiempo el técnico, precisamente desde un banquillo caracterizado por la impaciencia: con el filial incrustado en la Tercera División, a Larraz se le van a exigir resultados inmediatos en el torneo liguero. Urge ascender con la mayor prontitud posible, de ahí que la Copa Federación, una competición menor, ocupe un papel irrelevante en las aspiraciones del entrenador zaragocista. La Muela se plantó en la final del torneo copero tras eliminar al Monzón y el Sabiñánigo, mientras que el filial eliminó al Valdefierro y al Andorra.