CICLISMO

La decisión final del puerto de Alcubierre

Barle se viste de amarillo en Boltaña. Hoy, el desenlace en Zaragoza.

Antomarchi, descendiendo escapado el Puerto de Bielsa.
La decisión final del puerto de Alcubierre
M. A. A.

Ni el incatalogable Col du Tourmalet, ni el empinado d'Aspin, ni la endiablada subida a la estación de Saint Lary Pla d'Adet. Mucho menos los humildes Col de Burg o el de Cieutat. Tampoco el interminable Puerto de Bielsa. Ni el de Palo. En la breve enumeración no cabe encontrar al juez supremo de esta Vuelta de los Pirineos. Para ello debe mencionarse al puerto de Alcubierre, el obstáculo al que todos creían menor, que hoy decidirá quién es el ganador de la cuadragésimo primera edición de esta ronda.

Parecía más o menos probable que el triunfador de la etapa reina de la Vuelta Ciclista a los Pirineos iba a vestirse de amarillo en el podio que hoy quedará instalado en la zaragozana Avenida de Ranillas. Przemyslaw Niemiec, flamante vencedor tras superar con holgura las mil y una colinas de anteayer, llegaba convencido de sus posibilidades en la etapa que ayer transportó la carrera a suelo español. Por delante, un extenso recorrido en el que el puerto de Bielsa, de primera categoría, aparecía como principal dificultad. Sin embargo, al líder le pasó factura el cansancio de su hombrada sobre el Pirineo galo. El escalador polaco cedió el amarillo pese a los agasajos de su excelente equipo, el Miche italiano.

Se le impuso por poco en la general el francés Florent Barle, que venía como tercero tras la procesión por los picos más exigentes de la vertiente gala. Fue décimo en una etapa de castigo, en la que Oleksandr Sheydyk logró cruzar la meta en primera posición. Llegó en un grupito de escapados, entre quienes más frescos habían alcanzado el Puerto de Palo. No estuvo allí Niemiec -llegó a meta decimoquinto, a más de tres minutos de la cabeza de carrera-. Tampoco Barle. Pero el ciclista del Avc Aix en Provence cuadró las cuentas y hoy defenderá el amarillo.

Antes, un puñado de valientes habían intentado lanzarse en escapada. Hubo conatos en el inicio de la escalada al Puerto de Bielsa. Fraguó uno, el de Julien Antomarchi. Voló en las rampas del paso fronterizo, pero fue alcanzado antes de llegar a Aínsa. El francés batalló con ímpetu, pero la unión de perseguidores, mucho más compacta, acabó por arruinar sus opciones de llegada en solitario.

El grupo de cabeza terminó de romperse en el Puerto de Palo, donde cinco corredores incrementaron el ritmo hasta convertirlo en insuperable. Llegaron juntos a Boltaña, pero allí les esperaban unas cuestas infernales antes de la meta, un último kilómetro de alto voltaje, en el que las piernas terminaron de agotarse.

Como resultado, una punta de lanza de la general que está en un suspiro. Barle, Niemiec y Eussen -segundo en Saint Lary- están en menos de medio minuto. Incluso una llegada al sprint podría decantar la carrera por aquello de las bonificaciones. Si Niemiec se adjudica la etapa y Barle entra en cuarta posición, el polaco le arrebataría el maillot de líder al francés. Por tanto, cualquier detalle en la etapa que hoy une Huesca y Zaragoza -y que pone fin a esta edición de la Vuelta a los Pirineos- puede ser decisivo para el desenlace.

Entre tanto, el Puerto de Alcubierre esperará merecer el respeto del pelotón. Su tercera categoría no provoca temor, pero su presencia como única dificultad del día le puede engendrar afectos y odios. Hoy, el Col d'Alcubierre hará sudar a una expedición que, de bajada, finalizará una Vuelta Ciclista a los Pirineos de pronóstico totalmente incierto.

Cuarta etapa. La última etapa arranca en Huesca (10.00, Avenida Ramón y Cajal) y tendrá el Puerto de Alcubierre como única dificultad. En la Avenida de Ranillas de Zaragoza se instalará la meta. Allí se llegará tras completar tres vueltas un circuito urbano (sobre las 13.20).