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Así trabajaban, paso a paso, los detenidos en la operación Oikos

Raúl Bravo y Carlos Aranda eran los cabecillas de la red de amaños, en la que estaban implicados el presidente del Huesca, Agustín Lasaosa, el médico Juan Carlos Galindo, y los exjugadores Samu Sáiz e Íñigo López.

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La red de amaños en el fútbol español ha saltado esta semana por los aires con la Operación Oikos que, entre otros, ha terminado con la detención de Agustín Lasaosa, presidente del Huesca, Juan Carlos Galindo, jefe de los servicios médicos, y los exfutbolistas del equipo Samu Sáiz e íñigo López. 

Los implicados en la trama de apuestas y amaños llevaban varios años operando y Raúl Bravo y Carlos Aranda, compañeros en las categorías inferiores del Real Madrid y ahora jugadores retirados, eran los líderes del operativo, que amañaba partidos desde la Primera División hasta la Tercera, con el Sariñena-Cariñena del grupo XVII del fútbol aragonés como uno de los investigados. Borja Fernández, que hace diez días colgó las botas con el Valladolid, era otro de los líderes de la red, cuya conexión con Aranda y Bravo nace también de las categorías inferiores del Real Madrid. Los tres coincidieron en el Castilla en 2001 y en diferentes etapas en el primer equipo varias temporadas.

Por otro lado, y directamente implicados en el Huesca, están detenidos el presidente Agustín Lasaosa, el jefe de los servicios médicos, Juan Carlos Galindo, y los exfutbolistas del equipo Samu Sáiz e Íñigo Lopez. Samu Saíz se marchó hace dos temporadas al Leeds, aunque ahora juega en el Getafe, e Íñígo López se fue al Extremadura tras ascender a Primera. Sin embargo, la segunda vuelta de este curso la ha pasado en el Deportivo de La Coruña.

Según la Policía Local, la red de amaños en el fútbol español, desde Primera hasta Tercera, cumplía cinco pasos principales, que se daban en todos los partidos arreglados. El primero era la selección de los encuentros, que se realizaba preferiblemente al inicio o al final de la liga. Después se hacían las apuestas, preferiblemente combinadas -para incrementar los beneficios- y a través de casas de apuestas con sede fiscal en el extranjero. En ese momento, los cabecillas de la trama (Bravo o Aranda) llevaban a cabo el conocido como proceso de captación, realizando una primera aproximación "de tanteo" a algún miembro del plantilla, preferiblemente a uno de los capitanes, con capacidad para influir en el resto de los compañeros.

Después se determinaba la forma de pago. Aceptando el amaño, el pago se producía siempre en metálico y en dos fases. La primera, previa al encuentro y la segunda, una vez se daba el resultado acordado por ambas partes. En cuando a la financiación, eran los responsables de la organización los encargados de anticipar el dinero correspondiente al primer pago a los jugadores y a las apuestas. Así se cerraba el círculo de las apuestas, con diferentes actores implicados durante un largo proceso en el que, según Francesco Baranca, el secretario general de Federbet, agrupación de operadores de apuestas contra el fraude en el deporte, los jugadores podían ganar "como máximo 50.000 - 100.000 euros por partido. La organización que está detrás es la que gana las grandes cantidades, millones".

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