En 1936, el poeta alicantino Miguel Hernández ponía en circulación ‘El rayo que no cesa’, archiconocido libro de poemas con sonetos que hablan del amor desgarrado y entre los que se cuela la elegía a su amigo Ramón Sijé. Muchos años después de aquel fantástico alumbramiento literario, y sin que nada tenga que ver con la joya del malogrado autor español, ha visto la luz otro rayo que no cesa. Es un rayo azulgrana que responde al nombre de Sociedad Deportiva Huesca y habita en la Segunda División de fútbol, cuyos hilos mueve desde que hace once jornadas tomara los mandos clasificatorios. Es un rayo que, de momento, ni ha dado ni da síntomas de perder potencia. De hecho, desde este pasado fin de semana ilumina con más fuerza y su último trueno se ha escuchado con especial virulencia por toda la geografía futbolística de plata. Porque el Huesca se ha puesto aún más cómodo en el sillón presidencial tras incrementar la ventaja sobre sus más inmediatos perseguidores. El segundo, el Cádiz, está 6 puntos por detrás de sus rutilantes 49. Algo más abajo, a 8 puntos, figura el Oviedo como tercer clasificado. Esa es la cifra que le importa de verdad al equipo altoaragonés. Todo lo que sea conservar la renta sobre esa barrera significa dirigirse directamente hacia el cielo de la Primera División.

El vestuario del Huesca ya no imagina escenas menos oníricas. La temporada pasada disputó el ‘play off’ y mejor que nadie sabe de la dificultad que entraña buscar el ascenso por esa vía alternativa. El Getafe se lo enseñó en la eliminatoria inicial. Por eso, el actual líder de Segunda está dispuesto a mantener su trayectoria y dejarse en el intento hasta la última caloría disponible. En juego está el ascenso por la autopista central. Son 18 jornadas por delante y si el Huesca logra, al menos, estirar un poco más su frenético ritmo de puntuación, si el rayo continúa siendo una tormenta azulgrana sobre todos sus rivales, lo que hace poco parecía un pensamiento extraterrestre se configurará como un destino celestial cada vez más adyacente.

El Huesca de Rubi se fundamenta en diferentes nociones, dentro y fuera de la superficie de juego, pero al final son los números los que traducen los méritos visibles e invisibles. Las estadísticas, se miren por donde se miren, no muestran una sola grieta en sus cimientos. Por mucho que se escruten los papeles, aunque se pongan a contraluz, el historial acumulado del equipo altoaragonés no admite dudas.

En orden de relevancia, el Huesca suma 49 puntos en 24 jornadas, superando ya la media de dos puntos por partido. Son 14 victorias las que acumula, las últimas tres consecutivas. Por contra, solo ha sido derrotado tres veces, la última en Granada en la jornada 16 (2-0). Como la anterior databa de León, ante la Cultural, en la quinta fecha del calendario, son ya 19 partidos con una sola caída del bando oscense.

La diferencia goleadora de +20 (38 anotados-18 recibidos) es otro de los datos que explican bien la bucólica perspectiva azulgrana, hoy día en plena vorágine positiva tras haber alcanzado el liderato en solitario en la jornada 14.

Desde entonces, la distancia con los que le rodean ha ido fluctuando, experimentando un primer punto de inflexión el Huesca gracias al 3-0 ante el Lugo en la jornada 19 –era duelo primero contra segundo empatados a 33 puntos–. El Cádiz se coló en la segunda plaza, a la estela de los azulgranas hasta que estos han dado un golpe de efecto en los dos últimos partidos. Los andaluces caminan ya 6 puntos por debajo; el Oviedo, tercero, a 8; y la salida del ‘play off’ a 11. Este domingo en Sevilla (16.00), el Huesca perseguirá un nuevo tirón hacia la gloria.