Opinión

Engaños de fútbol

El fútbol juega a engañar, a ocultarse en la media verdad, a mostrar apenas un pedacito de la realidad. El 2-0 del encuentro de Mestalla va incluso más allá, es la mentira de un resultado que no puede dar fe de lo ocurrido sobre el terreno de juego.


El marcador comprime los dos agujeros clásicos de la retaguardia blanquilla y un rosario de ocasiones falladas por un Real Zaragoza incapaz de vulnerar a Guita y necesitado de gol. El equipo blanquillo fue superior a su anfitrión; tuvo criterio, ingenio, creatividad… pero careció de pegada.


Ni siquiera con el 2-0 el Valencia se sintió tranquilo. Porque un Zaragoza ambicioso puso cerco a la portería del cuadro levantino. Pero la sucesión de oportunidades morían en la nada por la falta de un acierto desesperante.


La escuadra de Jiménez fue en Mestalla un equipo firme, identificable, sujeto ya a puntos de vista futbolísticos. Y eso que regaló dos goles –pecado ya clásico- en las dos llegadas del equipo local –que luego tuvo alguna opción más, con el Zaragoza muy abierto y al ataque-. Creyó en sí mismo y no le faltó ni confianza ni ambición. 


Pero desespera su falta de gol. Que le privó de puntuar. No está el Valencia en su mejor momento, pero mantiene su jerarquía. Y el Zaragoza lo bajó del pedestal sabiendo cómo jugarle y ofertando virtudes de equipo, de conjunto, de escuadra.


Le faltó el golpe que definiera el choque. Los goles los puso la calidad de quien sabe sacar partido del error ajeno. 2-0 en Mestalla, ya. Yo prefiero creer en el Zaragoza.