La plaza de España, aunque vallada como consecuencia de las obras del tranvía, fue el punto elegido por el zaragocismo para festejar la permanencia en una categoría que, por historia y tradición, le pertenece. Una división de la que ya se ha despeñado en dos ocasiones en la última década y que no podía permitirse abandonar una tercera. Tal coyuntura habría supuesto un misil en plena línea de flotación zaragocista.

Cientos de zaragocistas, especialmente chicos y chicas de corta edad, celebraron en el epicentro de la capital aragonesa la epopeya de Manolo Jiménez. Un milagro en el que nadie creía hace escasos meses. Envueltos en una atmósfera veraniega, los aficionados que no pudieron desplazarse a la localidad madrileña de Getafe homenajearon por todo lo alto a su equipo desde la distancia.

Lo hicieron como si de un título se tratara, entremezclando los clásicos cánticos de apoyo al equipo con otros muy críticos con Agapito Iglesias, máximo accionista del Real Zaragoza, al que no se le perdona que el equipo haya desfilado por el abismo por tercera temporada consecutiva.

Mientras las banderas y bufandas se agitaban al aire, los cláxones sonaban por todo el centro de la ciudad. Entre tanto, y con una innegable coherencia, el ya inolvidable 'Sí, se puede' tornaba en 'Sí, se pudo'.

"Nadie pensaba que íbamos a salvarnos y al final lo hemos conseguido", aseguraban María y Elena, dos jóvenes seguidoras. Los más veteranos, como Jesús, no se olvidaban del Villarreal, equipo que finalmente ha caído al pozo: "Ya nos tocó bajar en su campo y ahora les ha tocado a ellos".

Ahora, queda un largo verano por delante, en el que se debe aprender de los errores del pasado y confeccionar una plantilla con cabeza. Empezando por mantener en nómina a la estrella de este equipo: Manolo Jiménez.