Manolo Jiménez quiere a todo su equipo totalmente comprometido hasta el final de temporada. La importante victoria conseguida el pasado sábado podría conllevar un exceso de relajación en el plantel blanquillo, algo que el técnico no está dispuesto a permitir. Tras dos días y medio de fiesta, la plantilla zaragocista volvió al trabajo el martes por la tarde con una suave sesión. Este miércoles, el Real Zaragoza volvió al trabajo, en un gran ambiente que, rápidamente, el entrenador quiso tensionar.

Tras los rondos de rigor para calentar, que transcurrieron entre risas y bromas, el conjunto aragonés comenzó a realizar el primer ejercicio programado para la sesión. En él, los jugadores ensayaron los contraataques tres contra cero. Abriendo primero a banda derecha para, posteriormente, efectuar un centro que debía ser rematado por el jugador que partía por la izquierda. Sin embargo, algo no gustó al preparador hispalense, que no dudó en parar la rutina para reprender a sus jugadores. “Nos estamos jugando la vida. Ayer vale, pero hoy se acabó la relajación”, espetó de manera audible. A partir de ahí, comenzó el trabajo duro.

Ya no hubo más llamadas de atención. No hicieron falta. La sesión, que contó con la única ausencia de Aranda, se produjo con normalidad. Teniendo al balón como protagonista en diversos ejercicios destinados a potenciar la asociación entre los futbolistas. Como ya es habitual, Joel, Kevin, Ortí, Nierga y Alcolea completaron al grupo, en el que también estuvo Apoño a tiempo completo, después de que el martes se retirara algo antes por precaución.

Con toda probabilidad, la de este miércoles sea la última sesión que los de Manolo Jiménez realicen a puerta abierta antes del choque frente al Getafe. Máximo celo para preparar la gran final del año, esa que tendrá como premio la permanencia en Primera División.