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El Real Zaragoza de Velázquez, un cuadro muy difícil de mirar

El equipo aragonés es un conjunto débil y de fútbol pobre. Las decisiones del técnico tampoco ayudan a salir de la crisis.

Partido Villarreal B-Zaragoza.
Partido Villarreal B-Zaragoza.
Moisés Castell/Prensa2

Elucubrar con que Julio Velázquez iba a ser el entrenador que devolviera al Real Zaragoza a Primera División era un pensamiento tan respetable como difícil de compartir. Cada vez son menos los afines a una tesis que el propio fútbol sigue desmontando inexorablemente con el paso de las semanas. El Zaragoza actual es un cuadro  y resulta muy difícil de mirar.

Da igual dónde se exponga, ante quién y en qué contexto. La obra es fea, sin valor ni personalidad, e invita al aficionado a poner la vista en otro lado. Así sucedió una semana más en Villarreal, donde el conjunto aragonés fue incapaz de hacer un tanto al equipo más goleado de toda la Segunda División. Ya no celebrar un gol, los más de 2.000 hinchas llegados desde Zaragoza se conformaban con inquietar como fuera el área rival.

"Un tiro a puerta, queremos un tiro a puerta", cantó irónicamente el numeroso respetable, consciente de la preocupante incapacidad de la que adolece esta plantilla. Si el rival de turno, en este caso el filial castellonense, no concede una oportunidad, parece imposible que futbolistas como Azón, Mollejo o Valera perforen la portería rival.

Revisar las jugadas más destacadas del encuentro resulta sonrojante. Casi tanto como escuchar al técnico decir que el punto obtenido en Castellón sirve para cortar la racha de dos derrotas consecutivas. Julio Velázquez, experto en obviedades.

El débil Villarreal B, un conjunto sumido de lleno en la pelea por no caer a Primera RFEF, dio el balón al Zaragoza durante muchas fases del partido. "¿Qué hacemos ahora con esto?", parecían pensar los futbolistas del equipo aragonés, que registró un único disparo entre los tres palos durante los más de 90 minutos de juego.

Del mismo modo que todavía no sabemos qué vio Fran Escribá en Maikel Mesa para situar al mejor futbolista de la plantilla en el costado izquierdo, tampoco ha trascendido por qué Velázquez ejecuta decisiones de muy difícil comprensión. ¿Qué hace Alejandro Francés, un central de bandera, internacional en las categorías inferiores de la selección española, jugando un día sí y otro también escorado en la izquierda de la zaga? ¿Por qué Víctor Mollejo un día actúa de carrilero y al siguiente de delantero centro?

Una triste realidad

La vulgar Segunda División mantiene al Real Zaragoza a tiro de todo. Incluso, permite pensar ¡y hablar! de ‘play off’ a un equipo que ha ganado solo dos de los últimos 10 partidos. El equipo aragonés, sin embargo, evidencia cada jornada una preocupante falta de fútbol y alternativas que, de momento, le sirven para navegar en la mediocridad de la tabla.

Cartagena, Villarreal B y Amorebieta, tres conjuntos que pelean por no descender, eran los tres rivales más inmediatos en el calendario. El primero, con un hombre menos, asaltó La Romareda en el minuto 89 (1-2); el segundo, este sábado, sacó a relucir una semana más las vergüenzas de una plantilla con muchísima más capacidad que la demostrada sobre el césped; el tercero llegará a Zaragoza el fin de semana que viene...

Ese choque servirá también como termómetro para conocer en qué estado se encuentra la infinita paciencia de la afición. Un público que no dudó en abroncar a los futbolistas al finalizar el soporífero duelo. "Esa camiseta no la merecéis", escucharon los futbolistas mientras enfilaban el tunel de vestuarios.

Los tres últimos encuentros, o mejor dicho, esos nueve puntos en juego, hubiesen catapultado al equipo de Velázquez en la clasificación. Hubiera sido un verdadero golpe encima de la mesa de un equipo que verdaderamente aspira a pelear por el ascenso. Pero esto, desgraciadamente, también son elucubraciones fantasiosas muy alejadas de la triste y cruda realidad.

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