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Un equipo líder sin un once base, la difícil apuesta de Escribá

El entrenador del Real Zaragoza equipara el rango y el rol de todos los jugadores de la plantilla con cambios numerosos y mezclas de alineaciones inusuales.

Escribá charla con su ayudante, Generelo, ante la mirada del delegado, Belsué, en el campo de Andorra.
Escribá charla con su ayudante, Generelo, ante la mirada del delegado, Belsué, en el campo de Andorra.
Prensa2

El Real Zaragoza es un equipo con vocación de líder en la Segunda División de esta temporada 23-24. A través de su impecable inicio de liga, con cinco victorias consecutivas en los primeros cinco partidos del torneo, así se manifestó. Y llegará en poco más de 24 horas a la 10ª jornada en la 2ª posición de la tabla.

La singularidad del modelo de gestión de este remozado Real Zaragoza, con 10 caras nuevas fichadas durante el verano, es que su entrenador, Fran Escribá, no tiene un once base. Desde la pretemporada ha sido un imposible establecer un seguimiento ordinario y lógico del manejo de los recursos humanos que está llevando a cabo el técnico valenciano.

Cada partido es un mundo diferente del anterior y del posterior. Pequeñas repúblicas autónomas en el global de la competición o de la temporada en general. No es necesaria ligazón consistente entre episodios. Un duelo futbolístico tiene razón de ser por sí solo, bien en virtud de las características del rival, bien respecto del momento en el que se acometa respecto del estado de forma físico y mental de los jugadores propios, o bien quiera sorprender y epatar el preparador zaragocista a sus homólogos del banquillo contrario con propuestas inverosímiles a priori.

Tiene una parte de juego de estrategias. Tan interesante –por novedoso– como transgresor con el concepto del balompié de siempre. Según se moderniza la puesta en escena del neofútbol, técnicos como Escribá y sus colaboradores hacen progresivamente más caso a las derivadas de los efectos del ‘big data’, de la inteligencia artificial. O sea, de los mapas de calor, de los números que emiten los cilindros cibernéticos que cada futbolista lleva en el sostén de su espalda, los GPS que miden pasos, carreras, frenadas, aceleraciones, pases, saltos, pulsaciones, glucemias, índices de la Bolsa, temperatura media en el cuadrante noreste de la Península en grados celsius, consumo de proteínas, hidratos y grasas a los 10 kilómetros, nivel del freático, el precio de la borraja, el cambio del yen y el dólar... todo lo que se quiera implementar. Como se traslada desde hace tiempo hacia el exterior de los vestuarios profesionales, todos ellos parámetros indispensables para saber si un futbolista ha jugado bien o mal un partido. Si no se manejan estas tablas excel, las entendederas del fútbol no son tales.

Escribá equipara el rango y el rol de todos los jugadores de la plantilla. El plan ideal es que ha de dar igual quién juega y en que posición lo hace, en el caso de tener la condición de polivalente. No debe haber problemas de nivel de calidad si se acometen cambios numerosos y se aplican mezclas de alineaciones inusuales. Todos, los 23 de la primera plantilla más los apoyos del filial, han de estar capacitados para responder de semejante manera cuando sean requeridos para el once titular.

La apuesta es tan peculiar como difícil de desarrollar durante una temporada de 10 meses. El modelo de gestión interna de la plantilla mediante estos criterios es fuente de rozamientos inevitables pues existen futbolistas, pese al intento de hacer ver a la generalidad del personal que la modernidad ha venido para quedarse y arrasar con los viejos criterios, que no digieren bien ese siempre duro paso de titular a suplente. A diversos jugadores les ocasiona cortocircuitos en su conducta no saber si van a tener continuidad en el once inicial, si su paso por el campo es firme, efímero, puntual, anecdótico, apreciado, secundario, capital, solista, coral, referencial, de parcheo, con meritaje, por turnicidad... Se ha perdido el valor de divisa de la titularidad. Y, por ende, el de la suplencia. Y, por extensión, el de los movimientos anímicos, de amor propio, de orgullo, de prurito personal de cada uno por ganarse su sitio bajo determinadas coordenadas no escritas en el modo de operar en los equipos ‘in illo témpore’. El neofútbol, entre estas tesis y las cinco sustituciones, es más baloncesto o balonmano que fútbol.

Movimiento del género

Escribá hizo en Andorra seis cambios respecto del anterior duelo con el Mirandés: Luna, Lluís López, Aguado, Mollejo, Manu Vallejo y Bermejo fueron caras nuevas, más el cambio de posición de Borge. El día del Mirandés hubo tres en relación a la estación previa en Ferrol: Lecoeuche, Mesa y Enrich. En campo ferrolano asomaron nuevos cinco jugadores respecto del precedente ante el Racing de Santander: Borge, Francés, Grau, Bermejo y Azón. Ese día con los cántabros se dieron dos modificaciónes sobre lo visto en Cartagena: Luna y Valera. En Cartago Nova había habido cuatro mutaciones sobre lo visto antes con el Eldense: Mouriño, Moya, Bermejo y Manu Vallejo. Una se dio ante los eldenses –Valera– repecto de lo visto en Tenerife. Solo repitió once Escribá en las tres primeras citas, las de agosto, aún con el mercado abierto y con varios de los nuevos por venir o engranar. Es decir, sin todas las opciones actuales activadas.

En solo ocho semanas naturales 21 de los 23 jugadores del primer equipo del Real Zaragoza ya han sido titulares, además del filial Borge. Poussin se sumará mañana al elenco. Solo faltará por hacerlo Rebollo, el tercer portero. Tratar de mantener contentos a 23 futbolistas a base de rotaciones puede originar reacciones inesperadas. Y trampantojos como que las alineaciones tienen algo del viejo método democrático griego de la insaculación, de tanta implantación en el Aragón medieval.

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