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Decepcionante derrota del Real Zaragoza por 2-0 en el campo del colista Mirandés

Los de Carcedo firmaron un mal partido de principio a fin, sin argumentos ni afán ofensivo. Los burgaleses, además de los tanto, dispararon dos veces a los palos y Cristian Álvarez evitó una goleada sonora.

Vuelve el Real Zaragoza a la senda de la derrota. Cayó por 2-0 en el campo del Mirandés en un mal partido en el que jamás estuvieron enganchados a la más mínima opción de ganar al que era, hasta este sábado, el peor de los 22 equipos de Segunda División y que logró así su primera victoria de la temporada en esta jornada 7. Fueron dos goles los encajados, pero pudieron ser unos cuantos más, pues los locales remataron dos veces a los palos y Cristian Álvarez evitó una goleada más sonora.

Decepcionante resultó la primera parte del equipo zaragocista. Ni un solo disparo a puerta. Dato que resume en sí mismo el planteamiento y desarrollo de los de Carcedo, más preocupados por tener el balón en tierras de nadie que de buscar el área mirandesa, que apenas pisaron tres o cuatro veces en 45 minutos. Mal asunto cuando se juega en casa del colista. Y eso que el partido comenzó con una de las clásicas jugadas de Simeone, en el primer minuto, robándole el balón en la banda a Salinas y metiéndose hasta el palo, pero su centro, malo, no encontró ni a Mollejo ni a Vada, que le siguieron en lo que sería la única oportunidad de gol de la primera mitad del choque. Un espejismo brutal.

El cuadro burgalés fue mejor. Sin más. Tuvieron la pelota más y mejor. El centro del campo, con Oriol Rey y Prados, se comió al desaparecido Molina y a un Grau que jugó más hacia atrás y los lados que hacia delante, como si lo tuviera prohibido. Las constantes subidas por la banda del lateral diestro local, el zaragozano Parra, dejaron en evidencia el nulo seguimiento de Mollejo y la blandura de Fuentes esta vez. Pinchi fue un quebradero de cabeza entre líneas para los centrales, demasiadas veces suelto al borde del área. Y otro aragonés, el realista Roberto López, fue el más acertado y vistoso de los rojinegros, su principal rematador y peligro constante en las inmediaciones de Cristian Álvarez, que sujetó el marcador con un par de acertadas intervenciones. Menos mal que el pichichi local, Raúl García, no apareció en ningún momento.

Si Carcedo quiere hacer equipo con constantes pases entre los cuatro defensas, atrás del todo, dejando pasar los minutos en lo insustancial, es posible que se confunda. De Vada no hubo noticias. De Mollejo, pocas y deslavazadas. Bermejo no se enteró del partido. Solo Simeone, haciendo la guerra por su cuenta, aportó algo de veneno de medio campo hacia arriba, pero en contadísimas ocasiones y muy lejos del área. Así era imposible ver un gol zaragocista. Y por eso no lo hubo.

Para más laceración de los blanquillos, que según pasaba el duelo iban quedando más en evidencia por su falta de ambición, en el minuto 30 Lluís López se metió un gol en propia puerta en un fallido despeje a centro de Parra. Era el 1-0 que los locales merecían tras varias aproximaciones de mérito. Y es que antes Roberto López forzó a Cristian Álvarez a enviar a córner una falta directa en el minuto 3. Y Pinchi chutó en el 26 desde e borde del área fuera por muy poco. Digamos que se veía venir dese mucho tiempo antes de esa media hora que, en cualquier acción, el Mirandés se iba a adelantar en el tanteador. Por pura insistencia. Todo lo contrario que un plano Zaragoza, metido atrás a verlas venir como si marcar goles no fuera la condición principal de este deporte.

Tras el tanto local, tampoco hubo reacción firme de los de Carcedo. Se quedaron atolondrados. Únicamente Vada, en un taconazo flojo e inapropiado tras una dejada de Mollejo a centro de Fuentes en lo que fue la única llegada mínimamente combinada antes del descanso en el minuto 39, dejó la pelota muerta a manos del inédito portero Herrero. No se puede considerar ni remate. Y en el 41 aún pudo llegar el 2-0 si Roberto López no se hubiera topado con un paradón de Cristian Álvarez, que había sacado a una mano un cabezazo previo de Pinchi en el segundo palo. Así que era cuestión de cambiarlo todo de arriba a abajo por parte de Carcedo si el Real Zaragoza quería puntuar en el campo del último clasificado hasta la fecha.

Cambios en el segundo tiempo

El segundo tiempo, no obstante, empezó sin sustituciones. No consideró el entrenador que hubiera que modificar nada en términos nominales. El Zaragoza salió espoleado, como no podía ser menos. Y Simeone, tras pedir un penalti en la primera acción, estuvo cerca del empate en el 47, en un mano a mano que le dejó Bermejo en un buen pase y que remató, forzado ante la salida rápida de Herrero, fuera por encima del portero. Era una señal de vida este arranque tras el intermedio. Pero como en la primera parte, todo fue un puro y falso espejismo. En el 48, de inmediato, Pinchi marcó el 2-0 al rematar raso en el área una pared con Raúl García ante la blandura de los dos centrales, un gruyere Lluís López y Jair.

No le quedó otra al Real Zaragoza que tratar de reaccionar. Por vergüenza torera. En un avance de Bermejo por la derecha, su centro lo remató a gol Simeone en el 56, pero estaba en fuera de juego. Lo vio el asistente y lo rubricó el VAR. Así que fue un paso en falso de cara a que los de Carcedo se metieran pronto en el partido tras haberse ido de onda por completo. En el 59, el técnico zaragocista hizo el triple cambio que debió hacer en el descanso. Con Larrazabal, Francho y Azón echó al equipo arriba, jugando con dos puntas (aunque Simeone cayó al extremo zurdo). Quitó al amonestado y deslucido Grau, al apagado Gámez y al alborotado Mollejo. Mientras, Etxeberría en el Mirandés, aprovechó la lesión del goleador Pinchi para meter músculo con el veterano Manu García, excapitán del Alavés.

En la última media hora, lo del Zaragoza fue un querer y no poder. Falta combinación, los famosos automatismos en ataque no funcionan. Con el Mirandés replegado para guardar su precioso botín, las salidas a la contra de los castellanos fueron pocas pero peligrosas por la falta de consistencia de la zaga aragonesa. En una falta directa sacada por Marcos Paulo en el 69 desde la banda izquierda, muy lejana, el balón se estrelló en el larguero. Pudo haber sido el 3-0. El partido se endureció, con demasiado juego subterráneo. Eso favorecía al que ganaba 2-0 por las interrupciones constantes.

Etxeberría mutó aún más su bloque con tres sustituticiones, mientras Carcedo metió a Eugeni y Gueye en busca del milagro postrero. Entretanto, el recien aparecido Santos, lateral derecho, le hizo un ovillo a Fuentes y tras un jugadón personal remató al poste en el 80. Y en la siguiente llegada rojinegra, Oriol Rey lanzó con potencia en el área a placer y Cristian Álvarez respondió con una parada de bandera para evitar otro tanto cantado. De haber tenido un poco más de tino los locales el Real Zaragoza hubiera salido goleado dolorosamente de Anduva. Se miraba el reloj y se colegía que en 85 minutos el equipo zaragocista no había rematado a portería con claridad ni una sola vez. Sobran las palabras. Nulos además en los córneres y balones parados.

En el 86 pudo llegar el primer tanto. Centró Eugeni y Gueye, solo en el área chica, cabeceó a quemarropa alto, mal, errando el movimiento de cuello. Mal estreno rematador del senegalés, sin duda, como colofón a una tarde aciaga de todo el equipo. El africano tuvo otro gol a mano, en el 91, pero su remate cercano lo sacó el guardameta Herrero para su desesperación. Eran los coletazos de muerte de un Zaragoza escasísimo de argumentos, ya en tiempo añadido. Como un remate en semifallo de Azón tras otra galopada de Gueye que dio en un defensor y se marchó a córner. La defensa burgalesa, metida atrás del todo en este tramo final, patrocinó el dominio de los blanquillos, que así pusieron de manifiesto sus carencias ofensivas de fábrica. Es una pena, pero es así hace ya más de dos años. Esta película es un sinfín. La derrota es de las que duele, por el cómo, por el por qué y por el dónde, el terreno del que era colista y no conocía la victoria, un renacido y solvente Mirandés en este duelo en el que fue superior a los zaragocistas de principio a fin.

Ficha técnica

CD Mirandés: Herrero; Parra (Santos, 76), Raúl Navas, Álex Martín, Salinas; Prados (Javi Serrano, 76), Oriol Rey; Roberto López (Juanlu, 76), Pinchi (Manu García, 63), Marcos Paulo (Castillo, 88); y Raúl García.

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Gámez (Larrazabal, 59), Lluís López, Jair, Fuentes; Grau (Francho, 59), Molina (Eugeni, 76); Bermejo (Gueye, 79), Vada, Mollejo (Azón, 59); y Simeone.

Árbitro: Fuentes Molina (Comité Valenciano). Amonestó a Raúl Navas (24), Roberto López (43), Grau (53) y Manu García (87).

Goles: 1-0, min. 30: Lluís López, en propia puerta. 2-0, min. 48; Pinchi,

Incidencias: Tarde fría en Miranda de Ebro, con solo 14 grados y lluvia desde mitad de la mañana, muy fuerte hora y media antes del inicio del choque (las 16.15). El césped del estadio de Anduva presentó un magnífico aspecto. En las gradas hubo alrededor de 5.000 espectadores, de ellos más de 500 seguidores zaragocistas.

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Partido Mirandés-Real Zaragoza, en directo
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