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Juan Señor: "Todo el mundo quería venir a crecer al Real Zaragoza"

Juan Señor es el futbolista del Real Zaragoza más veces internacional con España (41): fue subcampeón de la Eurocopa de 1984, jugó el Mundial de México y grabó su nombre en la historia del fútbol español con su gol a Malta. 

Juan Señor, 369 partidos al servicio del Real Zaragoza y 41 veces internacional
Juan Señor, 369 partidos al servicio del Real Zaragoza y 41 veces internacional
Aranzazu Navarro

Juan Señor fue el futbolista total, moldeado en la polivalencia, a la imagen y semejanza del estilo holandés con el que Beenhaker introdujo la modernidad en el juego del Real Zaragoza. Fue internacional con la selección española en 41 partidos, más que nadie siendo futbolista del equipo aragonés. Jugó una Eurocopa y un Mundial, pero sobre todo se ganó la posteridad por un gol, el gol de Señor, el gol definitivo del mítico 12-1 a Malta. En el Zaragoza, fue uno de los capitanes más longevos que se recuerdan y levantó, en tal condición, la Copa del Rey de 1986.

¿Qué Real Zaragoza se encontró a su llegada en 1981?

Era un equipo repleto de futbolistas que quieren crecer. Estaban Valdano, Amarilla, Morgado, Salvatierra, Camus, Amorrortu… La temporada anterior, conmigo aún en el Alavés, habían sufrido para mantener la categoría. Me llamó Avelino Chaves. Entonces, no eran tiempos de agentes o representantes como ahora, y me habló de forma directa. Me dijo que me querían y los clubes llegaron a un acuerdo. Rápidamente, me puse a las órdenes de un hombre como Leo Beenhaker. Me trasladó su concepto de fútbol y me indicó que yo podía jugar en varias posiciones, vio ese talento oculto que luego fuimos descubriendo.

¿Cómo gestionó el salto del Alavés al Zaragoza en términos de presión, exigencia y personalidad? Su adaptación fue muy rápida.

La afronté con la ilusión propia de quien tiene una gran oportunidad y no la quiere desaprovechar. Llegaba a Primera, y a una plaza exigente. Y eso es lo que necesitaba. Todo eran referentes. Me centré en aprender. De Juan Morgado, detalles a la hora de salir con el balón, la astucia de Pichi Alonso, la inteligencia de Valdano, el saber estar en el campo de Txema Amorrortu… Me encontré rodeado de gente con ganas de crecer. Se daban los ingredientes para expresar el buen fútbol que pretendía Beenhaker. Fui titular ya en el primer partido, jugando como interior izquierdo. Nunca dejé de jugar, salvo por lesión o sanción. De mis 10 temporadas, aunque la última estuve en blanco, creo que me perdería un par de partidos al año. Un año alguno más, porque sufrí una fisura en el peroné. Pero muy pocos.

¿Qué trajo Beenhaker al Real Zaragoza?

Un mensaje: si cuido y tengo el balón, las posibilidades de llegar a la portería contraria son mayores. Fue un mensaje, eso sí, para quienes querían escuchar. Para jugadores como yo que queríamos crecer, lógicamente fue lo captamos rápido. Su idioma era común con el demuchos futbolistas y por eso se expresó con naturalidad. No fue, además, un entrenador de un solo dibujo táctico. Comenzamos con tres atrás, jugando con libre, normalmente Morgado. Luego, fuimos variando. A mí, hubo un tiempo, en el que me ponía de lateral izquierdo. Quería que yo, sacrificado en defensa y con buen manejo de las dos piernas, pero creativo por naturaleza de centrocampista, me incorporará al medio para generar superioridades numéricas.

Juan Señor, 369 partidos al servicio del Real Zaragoza y 41 veces internacional
Leo Beenhaker y Juan Señor, en un entrenamiento en La Romareda
Heraldo

Al hilo de su  polivalencia. Ahora está de moda el ‘lateral organizador’ (Dani Alves, Kimmich, Joao Cancelo...), una función publicitada ahora como ‘revolucionaria’, pero Juan Señor ya la desempeñaba en el Real Zaragoza de Beenhaker.

Yo jugué en los dos laterales y en las cuatro posiciones del centro del campo. Empecé con Leo como falso lateral izquierdo. Diría que el padre de esa idea fue Beenhaker, la escuela holandesa. De ahí, parten también las ideas de Cruyff. Los entrenadores vieron en mi las facultades y la visión futbolística para poder jugar en diferentes posiciones.

Fue testigo completo de la década de los 80 del Real Zaragoza. ¿Cómo describiría la evolución del equipo durante esos años? ¿Tiene la sensación de que tuvo más fútbol que resultados?

Hubo cierto vaivén, pero jamás el equipo estuvo angustiado ni amenazado de descenso. Fueron buenos años, de buen fútbol, pero si jugaban cinco en Europa, nosotros éramos los sextos. Puede que nuestra peor clasificación fuera la 12 y pasamos por manos muy distintas: Beenhaker, Ferrari, Luis Costa, Manolo Villanova y Radomir Antic.

¿Cuántos años fue capitán?

Ocho. El primero no, pero el segundo ya sí fue nombrado dentro de la terna, elegidos por los compañeros, sin imposiciones.

¿Qué versión de aquel Zaragoza de los 80 alcanzó una cota más alta de fútbol?

Por regularidad, hubo dos temporadas en las que el fútbol no daba resultados y en las que podíamos ganar a cualquiera. Una fue mi segunda temporada, cuando llega Juan Barbas. Y la otra la campaña del título de Copa del Rey en 1986. Ese era un equipo que disfrutaba con Luis Costa y éramos más efectivos que en el fútbol exquisito de Beenhaker. Era un Zaragoza, eso sí, al que todo el mundo quería venir, jugara en el Madrid o en el Barça, incluso, para crecer, como paso intermedio. Era un equipo atractivo, solía funcionar bien.

¿Con qué compañeros se entendió mejor dentro del campo?

Con la mayoría, porque fui un futbolista que siempre estuvo por la labor de ayudar al equipo. Tenía muy claro que si el equipo ganaba, la luz de cada iba a brillar más.

Juan Señor, 369 partidos al servicio del Real Zaragoza y 41 veces internacional
Juan Señor, a punto de levantar la Copa del Rey de 1986.
Heraldo

¿Cuál fue su momento más feliz además de la Copa del 86?

Uno fue fichar por el Zaragoza. Y otro el día que me llamó la selección española, pero para jugar en la B. No contaba como internacionalidad, pero era un reconocimiento. Creo que ese partido, contra Polonia, lo jugamos en Zaragoza y convocaron también a Pichi Alonso. Creo que era a finales del 81, antes del Mundial de España, al que yo no fui. Con la absoluta debuté un año más tarde.

¿Qué partido fue ese?

Otro de mis momentos fundamentales. Cuando llevando solo una temporada llaman a un jugador del Zaragoza para la selección, puedes imaginar el revuelo personal, familiar, mediático, de amigos… Fue un España-Islandia en La Rosaleda de Málaga.

Jugó 41 partidos como internacional. Jamás hubo otro zaragocista, no solo con la continuidad, sino también con esa relevancia dentro de la selección. Señor fue un futbolista vertebral de ese equipo entre 1982 y 1988.

Sí, fueron casi seis años y 41 partidos, con una Eurocopa (84) y un Mundial (86). Además, jugué otros dos partidos con la selección olímpica en la clasificación para Los Ángeles 84. Hay que tener en cuenta que antes no se jugaban tantos partidos. Creo que de los partidos de aquella selección el único en el que no participé fue en la victoria contra Dinamarca en México 86, cuando los goles de Butragueño en Queretaro. Recuerdo, como curiosidad, que en ese partido tuve que pasar el control antidopaje pese a no haber jugado. Me tocó el sorteo. Luego, en cuarto de final, salí desde el banquillo, contra Bélgica. Íbamos perdiendo 1-0 y empaté. Fue mi gol en un Mundial. Y fue con la izquierda.

¿Cómo el décimosegundo a Malta?

Así es.

Algo más que un gol, un gol que define una carrera. El gol de Señor apenas hay que explicarlo por su trascendencia y simbología histórica. 

Sí. Un hito. Es el gol más relevante de todos. Había que marcar el 12 porque nos habían metido uno, y también porque Señor había fallado un penalti, de los pocos que he fallado. Pegó en el palo y se fue fuera en el minuto 4. Tuve el premio del gol 12 porque si nos quedamos en 11, ¿sabes de quién se hubiera acordado todo el mundo?

¿Con ese reconocimiento como internacional no tuvo oportunidad de cambiar el Zaragoza por otro equipo en su década en el club?

Las hubo. No sé por qué no se llevaron a efecto. Puedo decirte que en su momento el Zaragoza se adelantó a Osasuna cuando jugaba en el Alavés. El Barcelona, por entonces, también estuvo ahí, pero no les convencía que yo hubiera jugado de juveniles en el Real Madrid. Sí tuve una conversación personal con Leo Beenhaker cuando entrenaba al Madrid. Me quería allí, hablamos y me quería como lateral izquierdo. No sé luego qué pasó. Ellos firmaron a Esteban, del Sporting de Gijón. Lo sabe poca gente, pero esa llamada con Leo se produjo.

¿Cómo fue su adiós tras anunciar su retirada prematura por un problema cardíaco?

Fue una despedida anticipada. El último año lo pasé en blanco. En la pretemporada de 1990, me marché en coche a Italia a hacerme las pruebas definitivas para ver si corría un riesgo o si servía para seguir jugando al fútbol de más alto nivel. Yo me había cuidado mucho, había vivido por y para el fútbol. Tenía 31 años y me habían respetado las lesiones. Tenía más recorrido, además jugando en varias posiciones. Era el momento de prepararse para una vida totalmente diferente.

¿Qué significado tiene el Zaragoza en su vida?

Todo. Aquí crecí y llegué a lo más alto. El Zaragoza me abrió la puerta de la selección, aquí fue respetado por mis compañeros, en el Zaragoza he tenido el cariño de La Romareda, con días mejores y peores… Aquí estuve a las duras y las maduras, con consistencia. Yo siento el Real Zaragoza.

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