real zaragoza
El Real Zaragoza logra un triunfo vital por 1-2 en un final de locura en Gijón
Azón marcó el gol decisivo en el minuto 96, ya sin tiempo, para evitar el chasco del 1-1 que había anotado el Sporting en el 93. Grau firmó el 0-1 en la primera parte.
Final de trompetas, tambores, embudos en la cabeza, matasuegras, confettis, pelucas de colores y música de circo, que para eso es domingo de carnaval. El Real Zaragoza, en una recta decisiva del partido en Gijón, se impuso al Sporting con un gol de Azón en el minuto 96 que quitó valor al 1-1 que había logrado Djurdjevic, en posición dudosa, en el 93. Todo eso pasó en el aumento. Los zaragocistas volverán de Gijón con tres puntos balsámicos, aderezados por la forma en la que los lograron in extremis. Un triunfo de esos que trae efectos secundarios positivos.
El partido tuvo un inicio soporífero. Cansino y sin demasiadas iniciativas por parte de los dos equipos. Y eso que Villalba probó suerte desde fuera del área en el primer minuto con un chut que se le fue fuera y Eugeni le dio réplica en el 5, desde 30 metros, a las manos de Mariño. Fueron los dos únicos escarceos en ambas porterías hasta pasado el ecuador de la primera parte, cuando llegaría el gol que abría la tarde a otros caminos, el que adelantó al Real Zaragoza. Los de Jim jugaron todo el tiempo con el método del cloroformo. Pases sencillos, cercanos, atrás, laterales, lejos de las zonas de peligro en el área gijonesa, a un ritmo lento que hacía cerrar los ojos a los acostumbrados a la siesta. Lo del gol… ya llegaría, debió anunciar el entrenador a los muchachos en la charla matinal. Lo importante es que el atrancado Sporting no mandase ni llegase con asiduidad cerca de Cristian Álvarez.
Eugeni se erigió en piedra angular del equipo. Sus combinaciones eran las únicas que permitían, de vez en cuando, algún desplazamiento del balón entre 30 y 40 metros. Es un futbolista distinto a lo que había y se nota a la legua. Con sus golpeos de estrategia, córneres y faltas, siempre genera dudas a los porteros y defensas rivales. Así, en un saque de esquina en el minuto 25, el tarraconense dio una rosca hacia dentro envenenada, peinó Jair levemente, Mariño se comió la pelota por arriba y Grau, solo en el segundo palo, marcó un gol de pecho. Muy taurino él. Solo tuvo que poner el pectoral derecho para impulsar el balón a placer. Era el 0-1 y Jim ya tenía lo que quería. El gol… ya llegaría. Se confía muchísimo en Eugeni y su lámpara mágica en forma de bota derecha.
De ahí al intermedio, el Sporting trató de venirse arriba. No habían hecho nada los rojiblancos hasta el gol aragonés. También estaban jugando a hacer un partido largo, a buscar la gatera del gol en cualquier acción suelta, porque de juego colectivo, los del debutante Martí no dieron señales. Tuvo un par de dudas la defensa avispa (uniforme zaragocista), en el 31 y el 33. Primero, el central Borja López se encontró con un mal resto de la defensa en una falta lejana y, solo en el punto de penalti, golpeó muy alto con la derecha. No se esperaba semejante ocasión. Y, al poco, Jair pifió un despeje con el pie en el área, regaló el balón al ucraniano Bogdan Milovanov, que chutó raso al poste derecho. Se rozó el empate. Fue un ‘arreón’ sportinguista que no tuvo más continuidad, entre los pitidos de la afición gijonesa hacia los suyos. Que en todos sitios cuecen habas.
El Real Zaragoza, en ese caldo de cultivo favorable a sus intereses, debió abrir más brecha en el marcador en un mano a mano cristalino que desperdición Sabin Merino, solo ante Mariño en el 38 tras un pase profundo y preciso de Eugeni, otra vez. El ariete vasco puso mal el cuerpo en su chut y el balón se le marchó cruzado, fuera. Error grave de un delantero que no ha entrado con buen pie, como es hábito en los últimos años en esta plaza. Eso debió ser el 0-2 y, tal vez, la puntilla para un Sporting atacado de los nervios. No era un buen partido de fútbol, el Zaragoza no tenía demasiados brillos, pero sí los suficientes argumentos para ser mejor que los astures.
Martí, en el descanso, metió a Nacho Méndez en busca de creatividad. Jim siguió con los mismos, pues las bajas de Francés, Petrovic, Álvaro Giménez, Nano y Zapater lo dejaron con escasa cintura con un banquillo lleno de dorsales del filial. El cuadro local salió presionando y sufrió la zaga aragonesa en los primeros minutos. Djurdjevic, otrora pichichi, no estuvo listo en el 47 para remachar un mal despeje de Cristian Álvarez en una jugada confusa de ataque norteño. Fue el primer aviso de que los zaragocistas no podían especular con la ventaja. Necesitaban más para no padecer al final. El Sporting estaba, además, para ajusticiarlo del todo con un segundo gol: demasiado responsabilizado y torpe en jugadas claras.
Así llegó la primera ocasión clara de los de Jim tras el descanso, en el 51, tras un robo de Bermejo, una dejada atrás de Narváez y el chut con efecto de Eugeni que fue muy centrado y ayudó a que Mariño sacase a córner en una buena parada. Habría otra seguida: en el 53, Gámez decidió disparar desde 30 metros, con fuerza, tocó en un rival y casi sorprendió al portero, que detuvo en dos veces junto al poste derecho. Martí se vio perdido y movió el banquillo doblemente, cambiando las bandas de su ataque, totalmente nulas, metiendo a Gaspar y Rodríguez, el Puma panameño. Este revolucionó a los asturianos en dos zarpazos nada más aparecer.
En el 56, el atacante centroamericano marró a placer la igualada, en el segundo palo y en carrera, tras un centro raso de Gaspar, los dos nuevos. Menos mal. Y un minuto después Francho le pudo hacer penalti, pero dio al balón el canterano y el VAR así lo ratificó entre la incertidumbre. Jim quitó a Eugeni a falta de media hora. Se consideró desde fuera que por algún problema físico, porque de lo contrario no tenía más sentido que el absurdo. Quizá su fuelle no tenga más autonomía, es otra opción. También mandó a la ducha a Sabin Merino, que no le coge la onda a jugar como ‘9’ en el Real Zaragoza. Vada y Azón fueron sus relevos. Sainz también sustituyó en un rato a Bermejo. El partido se estaba alborotando. Lo de cada día. Las segundas partes, en el neofútbol de las 10 sustituciones, son tómbolas.
El Zaragoza jugaba con el reloj como aliado. Quizá era el mejor jugador avispa de una pobre segunda parte: el cronómetro, que iba aproximando cada vez más un triunfo que se antojaba crucial para salir de los problemas serios que acogotaron al zaragocismo hasta hace apenas 8 días. En el último cuarto de hora se jugó muy poco. A los de Jim ya no les importaba nada la portería de Mariño. Lo primordial era atar de manos y pies al Sporting y enredar con la pelota en tierras de nadie. Azón se pasó más tiempo por el suelo que de pie, defecto que no arregla. Vada vio la quinta amarilla de su ciclo en labores de destrucción. El fin justificaba los medios.
Precisamente Vada pudo sentenciar la victoria con el 0-2 en el minuto 81, pero su disparo duro desde el borde del área se estrelló con violencia en el larguero. Una pena. Jim echó al equipo aún más atrás al meter a Nieto por Narváez. Lo del fin y los medios, otra vez. Ganar era oro molido. El Sporting apuró sus posibilidades con balones colgados, en un par de córneres, pero los remates fueron siempre errados. Se los comió la histeria a los rojiblancos. Nacho Méndez fue expulsado por una entrada dura a Vada en mitad del campo (similar a la que recibió el argentino en Amorebieta), cuando el partido ya estaba en el minuto 90. El VAR, curiosamente, echó atrás esa decisión del árbitro de campo y lo que hizo es provocar un alargue de casi 8 minutos… que escondía un final de partido de locura, de los que entran pocos en docena.
El Sporting empató en el 93 y el Real Zaragoza volvió a marcar en el 96. Impresionante colofón, feliz para los aragoneses, que temieron volver a casa con cara de tontos tras el tanto de Djurdjevic bajo palos, tras un rechace corto de Cristian Álvarez en cabezazo previo de Campuzano. El VAR quizá debió anularlo por fuera de juego del montenegrino, pero las rayas de medida no lo vieron así. Ahí, con ese 1-1 de golpe muy bajo, pareció que los de Jim se hundían en la miseria de perder dos puntos claves. Pero el Sporting, con un error del central Berrocal siendo el último en la zaga, permitió el 1-2 de un luchador Azón, que esta vez recibió el premio a no dar nunca un balón por perdido. Le robó la pelota de cabeza al defensor, se marchó solo hacia la puerta, quebró a Mariño en su salida y marcó a puerta vacía, con suspense, en un golpeo con cierto aire de semifallo.
La euforia fue inmensa en el banquillo avispa. Se gritó ese gol de Azón como el del triunfo de la final de una Copa. Era para eso… y más. Porque el Zaragoza sale de Gijón muy mejorado, aliviado en su ánimo taciturno que lo puso al borde del K.O. hace una semana y un par de días, tan cerca. Este éxito puntual en Asturias, unido al del otro día frente a Las Palmas, corta la hemorragia que amenazó con desangrar al equipo hasta este doble episodio victorioso. Se calman las aguas en torno al equipo y se favorece el futuro que va a llegar.
Resumen del partido, en vídeo:
Ficha Técnica
Sporting de Gijón: Mariño; Bogdan Milovanov (Campuzano, 83), Borja López, Berrocal, Kravets; Rivera, Pedro Díaz (Nacho Méndez, 46); Aitor García (J.L. Rodríguez, 55), Villalba (Ramírez, 72), Jony (Gaspar, 55); y Djurdjevic.
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Gámez, Lluís López, Jair, Chavarría; Grau, Francho, Eugeni (Vada, 61); Bermejo (Sainz, 70), Narváez (Nieto, 84); y Sabin Merino (Azón, 61).
Árbitro: González Estéban (Comité Vasco). Amonestó a Jair (45), Sabin Merino (46), Berrocal (70), Vada (77), Ramírez (90) y Nacho Méndez (92), Borja López (97), Djurdjevic (97) y Grau (97).
Goles: 0-1, min. 25: Grau. 1-1, min. 93: Djurdjevic. 1-2, min. 96: Azón.
Incidencias: Tarde casi primaveral en Gijón, soleada, con 15 grados. El césped de El Molinón presentó un excelente estado. En las gradas hubo 15.400 espectadores.
