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Vuckic regresa de Eslovenia para conocer a Iván Martínez

El delantero balcánico ya se entrenó ayer con el equipo tras jugar con su selección en Atenas solo 12 horas antes. El equipo jugó un partidillo contra el filial, con empate a uno final.

Vuckic trabaja en solitario en la Ciudad Deportiva.
Vuckic trabaja en solitario en la Ciudad Deportiva.
Guillermo Mestre

Haris Vuckic fue el protagonista del regreso más veloz de los últimos años en una ventana de partidos internacionales de selecciones. A las 11 de la noche del miércoles, el delantero balcánico jugaba –como titular– en partido Grecia-Eslovenia en Atenas (0-0). Y solo 12 horas más tarde ya estaba en Zaragoza, trabajando a solas en el gimnasio y, al término de su sesión preparatoria, conociendo vis a vis al nuevo cuadro técnico que encabeza Iván Martínez. Porque, por cómo han discurrido los acontecimientos en los últimos 10 días, cuando Vuckic partió hacia su país en la mañana del lunes 16, Rubén Baraja aún era el entrenador blanquillo. Su destitución y la llegada de Martínez, acaecida horas después de su partida, lo ha pillado a muchos kilómetros de distancia.

Es un gesto que indica claramente que Vuckic quiere ser útil a este Real Zaragoza en apuros en este preciso momento; que el ‘9’ fichado este verano del Twente Enschede holandés siente que, con Baraja, ha sido desaprovechado, por una parte, y que su aportación no ha dado la talla esperada, por otra.

En Ponferrada, por su ajetreada semana internacional y su escasa práctica bajo la batuta de Iván Martínez, Vuckic no será titular seguramente. Pero tiende a tener una oportunidad consistente a partir del siguiente partido para que pueda mostrar los motivos por los que el área deportiva apostó por su fichaje después de su buen año, el último, en los Países Bajos.

El otro internacional, Papunashvili, que solo jugó breves minutos –simbólicos– en el lote de partidos de Georgia, es esperado a lo largo de este viernes en Zaragoza. En su caso, la valoración, tanto de presente como de futuro, es bien distinta a la de Vuckic, incluso, en sentido inverso.

Partidillo con el filial: 1-1

Ayer jueves, dentro del calendario de mini pretemporada que Iván Martínez programó desde el sábado pasado, tras su apresurado debut ante el Oviedo, la plantilla del primer equipo disputó un partido de entrenamiento, con cierto aire de formalidad, frente al filial de Tercera División, el RZD Aragón. Fue un simulacro de gran utilidad para el nuevo cuerpo técnico a la hora de escrutar y evaluar cómo están asimilando los futbolistas los cambios tácticos y de índole técnica que se pretenden poner en marcha ya en Ponferrada este domingo.

El marcador, 1-1 (gol de Larrazabal), fue lo de menos. En los 70 minutos de juego (fueron dos tiempos de 35), el Real Zaragoza escenificó, contra un rival ajeno –no entre jugadores del mismo vestuario, como en los ensayos diarios– las cuestiones mayores que se han de modificar para salir del atolladero del fondo de la clasificación. Es decir, movilidad general en todas las posiciones, agilidad con el balón, apertura de líneas de pase a base de desmarques, paredes y verticalidad en determinadas posiciones de la pizarra. El gol, la llegada al área, es el primer pecado que ha de redimir el Zaragoza de Iván respecto del de Baraja. Después, ya llegarán los matices defensivos, que necesitan asimismo reparación pero que, por ahora, no son tan graves y perniciosos como los de la delantera y la generación de fútbol en la media. Solo con goles propios hay posibilidades de superar los que se puedan recibir.

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