Con ocasiones claras, saques de esquina sucesivos y lanzamientos de banda situados en el corazón del área del Real Zaragoza ha terminado la primera mitad del encuentro que enfrenta en el estadio de La Rosaleda al equipo aragonés y al conjunto local, un Málaga que se ha ido creciendo conforme ha avanzado el choque. 

En este sentido, al Real Zaragoza le ha venido bien el hecho de alcanzar el tiempo de descanso, un tiempo para tomar aire, reponer fuerzas, respirar oxígeno y alimentar al equipo con alguna idea nueva, con alguna disposición táctica que lo haga más sólido ante las acometidas malacitanas. 

El equilibro con el que se desarrolló en buena medida este periodo se rompió en la parte final, cuando el Málaga se hizo dueño del hilo del encuentro. Tomó el centro del campo y la iniciativa. En cierto modo, la escuadra aragonesa se apagó, quizá, en parte, porque Igbekeme y Eguaras perdieron el control sobre el centro del campo. 

Sobre la portería defendida por Cristian Álvarez rondó el peligro en repetidas ocasiones, en particular protagonizadas por Juanpi y Adrián. Al primero, a Juanpi, se le fue por muy poco un disparo intencionado, tocado con rosca y cuya curva casi encontró la puerta del guardameta argentino. Por su parte, Adrián remató un balón sacado desde la esquina tras imponerse por alto al Pichu Atienza, que se vio claramente superado en ese lance. 

Del lado del Real Zaragoza, fue Soro quien tuvo la mayor clarividencia a la hora de atacar la puerta contraria. No fue casualidad que las mejores ocasiones aragonesas fueran suyas o que el interior de Ejea de los Caballeros estuviera en la construcción de los mejores momentos del Real Zaragoza. Soro atraviesa por un estado de forma muy notable.

Arranca la segundad mitad con el Real Zaragoza defendiendo su posición de privilegio, de ascenso directo.