La afición mantiene el pulso

El compromiso profundo del seguidor del Real Zaragoza se pone de manifiesto de nuevo con la audiencia de los estadios.

La afición de La Romareda, que tanto ha sufrido en el 2017 que se va, en un partido reciente en las gradas del estadio zaragozano.
Adiós al maldito 2017 en La Romareda... con un triunfo, por favor
Toni Galán

Aprovechando el parón liguero de Navidad y la cercanía al ecuador de la competición, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) ha publicado la afluencia de público a los estadios de la Liga 123, unos números que vuelven a situar al Real Zaragoza en una dimensión que va más allá de su presente deportivo.

A La Romareda acude una media de 17.066 espectadores por partido, cifra únicamente superada en Segunda por el Sporting de Gijón (21.039), otro club de raigambres históricas; pero que, a diferencia del Real Zaragoza, no acusa los efectos de estar atrapado en la división de plata. Proviene de Primera, donde militó la pasada campaña, y mantiene vivos los rescoldos de haber transitado de modo reciente por la élite.

De acuerdo con estos datos, las entradas al estadio de La Romareda se sitúan por lo general en el 50% del aforo, situado por la Liga de Fútbol Profesional en 34.000 espectadores. Por detrás de la afición zaragocista se sitúan las de Oviedo, Granada, Osasuna y Tenerife.

El conjunto de Pamplona presenta el mejor porcentaje de llenado de aforo de la Liga 123 con el 78% de sus asientos ocupados. El principal obstáculo de los navarros es que su campo, El Sadar, tan solo cuenta con una capacidad de 18.000 espectadores.

Osasuna recibe una media de 11.900 seguidores en cada partido, un guarismo similar al del Oviedo, si bien el Carlos Tartiere cuenta con 30.000 localidades.

Alcorcón, Numancia y Lugo son los equipos con menos público en sus respectivos estadios. En el caso del cuadro madrileño, la media de espectadores es de 2.600 en un estadio con una capacidad para 5.000 personas, uno de los más bajos de la categoría.

Por el momento, el derbi asturiano entre Sporting de Gijón y Real Oviedo ha batido todos los récords en la presente campaña. El choque disputado en El Molinón es el que mayor afluencia ha conseguido congregar desde que comenzó la Liga. Un total de 27.506 espectadores acudieron al foro gijonés para presenciar un enfrentamiento que llevaba catorce años si producirse.

En el lado opuesto de la horquilla se encuentra el partido que disputaron el Sevilla Atlético y el Lugo en la capital hispalense. Tan solo 917 aficionados acudieron al estadio sevillista a presenciar este duelo.

Mientras tanto, la Sociedad Deportiva Huesca ha registrado hasta aquí una entrada media al estadio de El Alcoraz de 3.700 aficionados, ofreciendo una ocupación notable de su graderío. Estos datos van a moverse hacia arriba a lo largo de la Segunda vuelta. En primer lugar, porque la campaña de abonados de media temporada que puso en marcha el club presidido por Agustín Lasaosa ha resultado un éxito. El Huesca ha vendido todas las tarjetas sacadas a la venta. Apenas queda papel para la taquilla. En segundo término, porque la solvente marcha del Huesca, que lidera la categoría y ocupa zona de ascenso directo a Primera, anuncia entradas de prácticamente lleno en El Alcoraz.

Más abonos que asistencia

Con un número de abonados que en la actual temporada se ubica, en términos redondos, en la franja de los veintidós mil, en el Real Zaragoza viene a producirse, por otra parte, un fenómeno que quizá llame la atención: un desfase entre la asistencia media al antiguo y obsoleto estadio de La Romareda y las tarjetas que los abonados blanquillos tienen en sus manos. Esta diferencia señalaría, en principio, que alrededor de unos 5.000 abonados no acuden a todos y cada uno de los encuentros que se disputan en el estadio de la capital aragonesa.

El caso, de cualquier forma, no ofrece rasgos particularmente singulares, habida cuenta de que también se aprecia en otros puntos de la geografía española. Algo similar le sucede, por ejemplo, al Sporting de Gijón, que registra mayor número de abonos que cifra de entrada media al estadio de El Molinón. Este tipo de situaciones suele asociarse a clubes con aficiones maduras, que antes han vivido etapas de gloria o florecientes y que con el desplome a Segunda no han sufrido episodios gruesos de desafección.

El Real Zaragoza se halla estabilizado en este sentido. Se mueve en registros similares durante los últimos años, a pesar de que en la campaña 2017/2018 se cumplen cinco temporadas consecutivas de travesía por el desierto de Segunda. A las bajas de abonados que se producen en verano suelen corresponderle altas parejas. Quitados de las estadísticas estos movimientos propios de cada verano, el grueso de la afición zaragocista mantiene una extraordinaria fidelidad. Si durante el agapitismo se convirtió en el principal activo de la sociedad anónima deportiva, ahora también ocupa un lugar de primer orden, porque no siempre suceden las cosas de este modo. En su día, el Celta acusó un agudo desplome en su masa social. Fue cuando cayó a Segunda, después de jugar competiciones europeas y Champions. Se recuperó con el regreso a Primera.

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