Otra vez Pitarch

Las críticas hacia Movilla y la reacción de Agapito Iglesias vuelven a dañar al Real Zaragoza.

El director general del Real Zaragoza, García Pitarch
Otra de Pitarch

La contundente reacción de Agapito Iglesias en apoyo de José María Movilla, tras el comunicado emitido por el propio Real Zaragoza criticando al futbolista, pone aún más de relieve la quiebra interna en el seno de la entidad blanquilla. El dueño del club no tuvo conocimiento, y por tanto no brindó su consentimiento, al comunicado en el que García Pitarch -haciendo uso del nombre y el escudo del Real Zaragoza- arremete contra el que había sido uno de los capitanes del equipo.


La brecha era ya manifiesta desde hace tiempo. Se había puesto de relieve con singular virulencia en la ruptura en la que se reflejó la división entre los miembros del Consejo de Administración -vinculados de forma más estrecha a Agapito Iglesias- y los hombres de Pitarch –de forma específica, con Jordi Bruixola, director de Comunicación-.


Más adelante, la decisión del director general de airear su interés por la compra de la entidad pretendía obligar a Agapito a mover ficha. Pero el propietario ni la quiso tener en cuenta, lo que refleja el evidente distanciamiento entre Agapito Iglesias y su alto ejecutivo.


Pitarch ha gestionado a martillazos el Real Zaragoza, ha recortado los gastos por los cuatro costados y ha reducido sus obligaciones económicas. Era imprescindible. A cambio, ha colocado al equipo en una situación deportiva comprometida, en la que sobrevuela la duda de si realmente -como asegura José María movilla- interesaba el ascenso del equipo a Primera División.


El tiempo de Agapito Iglesias al frente de la entidad está llegando a su fin. Su situación profesional y judicial le ha llevado a plantearse de forma muy seria su salida; y está cumpliendo los pasos. García Pitarch sabe que, aunque no es del agrado del propietario y lo tiene muy complicado, se encuentra en el grupo de aspirantes a adquirirlo. Depende, en gran medida, de la capacidad de aguante que soporte Agapito Iglesias.


La ruptura es manifiesta. Y resulta doloroso el uso partidista de la entidad por parte del director general , que aspira a jugar sus bazas desde dentro del club. Y el gran perjudicado, como casi siempre, es el Real Zaragoza.