Mundial de Qatar 2022

Catar, un reto mundial para la selección española de fútbol

Semifinalista de la Eurocopa y subcampeona de la Liga de Naciones, el primer certamen universal en un país árabe marcará la progresión de la joven e ilusionante España.

Luis Enrique abraza a Morata, goleador ante Suecia.
Luis Enrique abraza a Morata, goleador ante Suecia.
Marcelo del Pozo/Reuters

Luis Enrique es un tipo cercano, simpático y hasta divertido en el trato directo. Ante los periodistas, sin embargo, le cuesta. Sabe que el puesto de seleccionador le exige tratar de ser cordial y políticamente correcto por ser el entrenador de todos, pagado en parte con dinero de los contribuyentes, pero huye de los medios, con los que no hace distingos y a los que se prohíbe conceder entrevistas. Fue una víctima indirecta como jugador de la guerra entre Javier Clemente y buena parte del periodismo y transmite resquemor desde que fue objeto de duras críticas al dejar el Real Madrid para triunfar en el Barcelona. Todavía, hay un sector que le sigue considerando poco menos que un traidor y le acusa de antimadridista en cada convocatoria.

Por todo ello, por el bien del fútbol español, por su éxito personal y por la progresión de sus jóvenes apuestas, capitaneadas por pretorianos como Sergio Busquets, Luis Enrique era la viva imagen de la felicidad cuando en noviembre La Roja selló con un triunfo agónico ante Suecia (1-0) el billete para el Mundial de Catar. Tras ese gol de Morata, que ahuyentó así los fantasmas que le persiguen en las grandes citas, el técnico asturiano se soltó al ritmo de 'Mi gran noche', de Raphael, y se confesó: "Para ser sincero, me he quitado un gran peso de encima. Cuando tienes que cumplir un objetivo mínimo y los rivales parecen más asequibles, te pones más peso encima", valoró.

Le costó, dejó en el camino algunos partidos erráticos, marcados por la falta de gol y las debilidades defensivas, pero España tiene los papeles en regla para disfrutar del primer Mundial en un país árabe. Será su decimosexta presencia en Copas del Mundo, de ellas doce de forma consecutiva. No falla a cita universal desde que sus jugadores vieron todavía en blanco y negro o en los primeros armatostes con imágenes en color el Mundial de 1974, el de la Naranja Mecánica o una excelsa Polonia, pero con triunfo del rodillo alemán. Precisamente, solo los germanos, presentes en todos los Mundiales desde 1950, superan el récord español en Europa. Y en el planeta, Argentina, que no falta desde 1970, y Brasil, el único país presente en todas las fases finales desde 1930 a 2022, también aventajan a La Roja.

"En algún momento volverá el 'holocausto caníbal' porque esto es así, pero nosotros estamos acostumbrados a la presión. Al Mundial vamos a llegar bien, con gente muy joven y gente veterana que ya ha jugado muchas cosas. El futuro es esperanzador", anticipó el seleccionador con vistas a esa gran cita que tendrá lugar del 21 de noviembre al 18 de diciembre próximos. El sorteo se celebrará el 31 de marzo, tras esa temida repesca de la que se libró España y que dejará seguro fuera del Mundial a Portugal o Italia, los dos últimos campeones continentales. Será el último Mundial con 32 selecciones, ya que el torneo contará con 48 equipos a partir de la edición de 2026, a celebrar en Estados Unidos, México y Canadá.

Ganar el pulso

A pesar de las dudas, la sombra de la edad de oro o los vaivenes derivados de la covid-19, el asturiano puede presumir al cierre del año de semifinales de la Eurocopa, final de la Liga de Naciones y clasificación para el Mundial. El asturiano ha vuelto a ganar el pulso a sus críticos. A pesar de los reproches por los constantes cambios en las alineaciones y en las convocatorias, la apuesta por jóvenes talentos y la convicción absoluta en su idea del juego le han llevado incluso a superar los objetivos inicialmente marcados desde su regreso hace dos años.

Con España ya clasificada de la mano de Robert Moreno, antes y brazo derecho y hoy parece que enemigo irreconciliable de Luis Enrique, el primer desafío era la Eurocopa. Las expectativas mejoraron a raíz de un buen desempeño en la fase de grupos de la Liga de Naciones, con una goleada histórica a Alemania, pero las vicisitudes previas al torneo dispararon las alarmas. La preparación quedó marcada por el positivo por covid de Busquets.

El camino en la Eurocopa comenzó con más temblores. Dos empates ante Suecia y Polonia amenazaban con el desastre, pero España despegó a tiempo: goleó a Eslovaquia y superó un duelo épico ante la subcampeona mundial, Croacia, y alcanzó unos cuartos de final que parecían misión imposible desde los tiempos gloriosos. La suerte de los penaltis sonrió frente a Suiza pero volvió la cara contra Italia, ya a un paso de una final con la que nadie soñaba. Algo se estaba cociendo a fuego lento en La Roja.

A la vuelta de vacaciones, una derrota en Suecia complicó el horizonte mundialista. Otra vez las dudas, las críticas y, con ellas, la versión más ácida del técnico. No estaban las aguas muy calmadas cuando llegó la final a cuatro de la Liga de Naciones. No es un gran torneo, pero la cosa tenía su miga primero ante la campeona de Europa, esa Italia que había sido verdugo meses antes y cuyo récord de imbatibilidad acabó por los suelos ante el alto nivel español. El tono no decayó en la final ante la poderosa Francia, a la postre campeona. Solo una más que dudosa decisión del árbitro inglés Anthony Taylor en el decisivo gol de Mbappé hizo caer a una España que se marchó dolida pero reforzada de Milán.

Luis Enrique rompe una tradición y aparca su renovación

Notable alto contra los grandes, la dubitativa fase de clasificación para el Mundial de Catar le ponía otro pero a la selección cuando de rivales más modestos se trataba y amenaza con el abismo de no acudir a un Mundial por primera vez en casi medio siglo. Llegaba la hora de la verdad y había que ganar a Grecia en Atenas y Suecia en Sevilla para cumplir con otro objetivo. De nuevo las bajas. Ni Ansu Fati, ni Pedri, ni Eric García, ni Gerard Moreno, ni Oyarzabal... No era ocasión para el lucimiento sino para el oficio, difícil cuando hay mucha juventud, pero la España de Luis Enrique volvió a cumplir. Lo hizo con dos victorias por la mínima en territorio heleno y contra el combinado sueco al calor de la entusiasta afición sevillana.

La plaga de bajas le obligó a sorprender con la convocatoria de Raúl de Tomás, que había hecho méritos en el Espanyol pero en la selección pasó de la nada a la titularidad. Un estreno más, el número 28 en solo 32 partidos de la selección con Luis Enrique. Pero el adolescente Gavi, gran aparición del curso en el Barça de la necesidad, continuó con el '9', el mismo con el que había irrumpido como internacional en la Liga de Naciones. Su alistamiento, más aún que el de Yéremy Pino, puso de nuevo el foco en Luis Enrique. Ya nadie discute la sonada apuesta por el todocampista sevillano. España progresa adecuadamente, pero Lucho corta una tradición y no renovará hasta después del Mundial. No quiere hipotecas y no le faltan pretendientes en clubes que le pagarían mucho más.

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