la grada

El silencio mortal

Protesta del Movimiento Avispa en La Romareda
El silencio mortal
JOSé MIGUEL MARCO

La sustancia azarosa del fútbol tiene estas cosas. Si hace una semana la moneda cayó del lado de la épica milagrosa con aquel penalti angustioso y terminal de Gabi, ayer la rueda de la fortuna giró ciento ochenta grados y se detuvo en la tragedia, también en el último suspiro. El gol de Negredo, a quien La Romareda le recordó su desaire con el Zaragoza de hace dos veranos, heló el corazón de la grada.Si la afición optó desde hace un tiempo por la indiferencia y la resignación ante la gestión atroz de Agapito Iglesias, Antonio Prieto y Pedro Herrera, ayer esa postura quedó aún más subrayada si cabe. Esta vez apenas hubo protesta verbal contra el palco. Solo hubo silencio tras el gol. Un frío demoledor y la gente marchando corriendo del estadio.

Con el silbido final, el silencio solo lo interrumpieron unos pitos dispersos contra los futbolistas. Nayim, el segundo entrenador, recomendó a los jugadores que agradecieran el apoyo prestado por los hinchas durante el encuentro. Unos acudieron a tragarse la ligera bronca que le lanzó parte de la grada. Otros, como Carlos Diogo, obviaron a Nayim y se metieron en el vestuario.

La voz crítica sí tuvo su manifestación iconográfica al principio del partido. Como viene siendo habitual en las últimas semanas, el "Movimiento Avispa" llevó la iniciativa de la tímida protesta social que tuvo lugar en La Romareda durante la mayor parte de la tarde.

En colaboración con el Ligallo Fondo Norte, configuró un tifo en la grada norte con los colores amarillo y negro, convertidos en signo de repulsa y descontento con la actual dirigencia del Real Zaragoza. El mosaico lo completaba un lema sobrio y doloroso: "Por la dignidad perdida. Zaragoza merece más".

Quién sabe si Agapito Iglesias alcanzará a comprender el significado de ese mensaje. El presidente vivió el duelo junto a José María del Nido, mandatario del Sevilla, con la tensión habitual de los últimos partidos. El presidente apeló a la heroica, como la pasada semana contra el Mallorca, cuando los nervios y los agobios generados por el encuentro le condujeron al llanto final. Sin embargo, esta vez no hubo más llanto que el de Jarosik rumbo al vestuario.

El silencio de los últimos minutos del partido se extendió a los alrededores de La Romareda. Gestos doloridos, cabezas agachadas y mucho hastío con el momento que atraviesa el Real Zaragoza. Nayim, por ejemplo, era la viva imagen de la impotencia cuando abandonó el estadio. Lo hizo solo, bajo la lluvia, mientras Gay recibía la confirmación en el puesto de la mano de Agapito Iglesias.

Se marchaba de La Romareda Nayim en soledad y rumiando la desesperación de la derrota hasta que un grupo de aficionados le interrumpió el paso para subirle el ánimo y reforzarle el apoyo. Nayim tuvo bonitos gestos de cariño y gratitud con todos ellos.

A unos metros, los futbolistas del Real Zaragoza abandonaban uno a uno el estadio. En algunos, como Ander Herrera, que no jugó ayer por lesión, era visible la huella de un enfado tremendo con el desenlace del partido. Rostro desencajado llevaba Jiri Jarosik, el infeliz protagonista del partido por culpa de su error fatal. El futbolista checo estaba hundido y apenas pudo hablar para pedir perdón por el fallo.