REAL ZARAGOZA

El mayor descenso de abonados de la historia

El presidente Eduardo Bandrés anunció el pasado lunes que el Real Zaragoza contaba con 21.000 abonados, a los que dedicó su "más profundo agradecimiento" y anunció "que está a muerte con ellos". Una cifra que queda muy lejos de la alcanzada la pasada campaña (27.700). Este retroceso supone la mayor pérdida cuantitativa de masa social en toda la historia de la entidad.


Sin lugar a dudas, el descenso de Primera a Segunda supone el primer motivo para este descalabro. Muchos aficionados se han desilusionado y solo las victorias les harán regresar. Los errores cometidos en el pasado ejercicio han erosionado gravemente la confianza de la grada. Ni siquiera la campaña de abonados lanzada por la entidad en julio, con una importante rebaja de las cuotas de un 35 por ciento, ha evitado las fugas.


Resulta muy didáctico repasar la historia, en concreto los otros cuatro descensos a la categoría de plata que ha sufrido el Real Zaragoza. La deserción actual sólo es comparable a la acaecida en 1977. El caso resulta tremendamente curioso. En la campaña 1976-1977, el club aragonés se disparó hasta los 25.338 socios, una cifra que no fue superada hasta 2001. El fichaje de Jordao añadía talento a un equipo ilusionante en el que despuntaban Nino Arrúa, Víctor Muñoz, Planas o un Violeta en el final de su carrera.


Las miras eran muy altas y la afición respondió masivamente. Sin embargo, los resultados fueron nefastos y el equipo ocupó la decimosexta plaza, consumándose la caída al infierno. En el siguiente ejercicio, marcharon 6.239 abonados. El regreso a la elite se produjo inmediatamente y los hijos pródigos volvieron a casa en la campaña 1978-1979 (25.501).


La situación no fue tan dramática en el último descenso, en 2002. El Zaragoza del Toro Acuña y Savo Milosevic se precipitó al vacío en una infausta noche en Villarreal. Totalizaba 25.633 abonados. El presidente Alfonso Soláns Soláns reaccionó con una rebaja del 25 por ciento y, ciertamente, consiguió amortiguar el golpe. 24.500 valientes permanecieron en el barco en ese añito de penurias. El ascenso se produjo con holgura y el retorno a las alturas futbolísticas, en la 2003-2004, trajo consigo un sustancial incremento hasta unos estratosféricos 31.300 abonados, cubriendo prácticamente el aforo total del que dispone el estadio de La Romareda.