SEGUNDA DIVISIÓN / MURCIA 1- SD HUESCA 1

El Huesca arranca un punto

Al equipo de Antonio Calderón le sirvió la entrega y el oficio para puntuar en Murcia.

Los jugadores del Huesca celebran el gol de Camacho
El Huesca arranca un punto
ENRIQUE MARTÍNEZ

El Huesca sigue dejando buen sabor de boca. Porque compite. Porque no pierde. Porque tiene un estilo de juego que representa con fidelidad. A veces es solo rocoso y otras se gusta con el balón. Pero por encima de todo hay amor propio. Un punto en Murcia renta. Pudo llevarse los tres con algo más de temple, pero también pudo perder. Las sensaciones son buenas. La identidad, muy reconocible. Calderón apostó por el esquema habitual en este inicio de temporada, pero con dos variaciones que significaban un guiño a la velocidad: Vicente Pascual en lugar de Végar y Rubiato por Moisés. Pascual se colocó en la banda izquierda, desplazando a Mikel Rico al centro.


Los primeros minutos fueron sosos. Ni el Murcia se acercaba a Miguel, porque el orden oscense lo impedía, ni el Huesca merodeaba los dominios de Elía. La primera convulsión vino en un error de Sastre, que le ofreció un regalo inmejorable a Natalio. Si éste no llega a pecar de egoísmo y observa la posición de Chando, el gol estaba cantado.


Después llegó la acción más desesperante que se pueda imaginar. El Murcia bota un córner, el balón queda muerto y ninguno de los ochenta remates seguidos de los delanteros granotas termina dentro. Bendita flor laurentina.


Ahora sí que había emoción. Como la que puso Helguera a renglón seguido con un cabezazo que dio en el larguero y botó sobre la línea. En vivo pareció más claro que el gol de Míchel a Brasil. La tele le dio la razón a los jueces, que no concedieron el tanto. Poco después fue caballo indomable, Robert, el que casi marca el golazo de su vida, al volear con el alma un precioso centro de Mikel Rico. El partido ganaba en interés.


Cada dos minutos ocurría algo jugoso, en un encuentro que ya se dibujaba más en vertical que en horizontal. Albiol se sacó un trallazo de la manga al que Miguel respondió como pudo. Sustos en un área y en la otra que no pasaron de la amenaza seria, pero que prometían emociones fuertes para después del descanso.


Y vaya si prometían, porque en el primer minuto el árbitro pitó penalti a favor del Huesca. Vicente centra y el balón golpea en el brazo de Bruno. No pareció que hubiese voluntariedad, pero el colegiado señaló el punto fatídico con convencimiento. Hace falta valor para tomar esta decisión en contra del equipo de casa. Camacho cogió el balón con una actitud que ya era medio gol. El otro medio lo obró engañando a Elía con maestría.


Comenzó el baile en los banquillos. Campos se llevó una pitada por quitar a Capdevila del terreno. Calderón dio entrada a Víctor Pérez, la reencarnación de José Tomás para el fútbol, en lugar de Vicente Pascual. Lo colocó detrás del punta, por lo que Rico volvió a situarse en la izquierda. Al vasco lo que le echen.


El Murcia ya había perdido en casa en la primera jornada, así que no estaba el horno para bollos. Los granotas se aplicaron con más tesón que estética. Eran minutos cruciales. De esos que hay que tratar de parar a base de oficio. Pero en una de estas llegó el empate, obra de Natalio, en posición dudosa. Las protestas de los verderoles se quedaron en nada. Después la televisión aclararía la validez del tanto murciano.


El partido se quedaba al mejor postor. Podía remontar el Murcia o apuntillar en alguna contra el Huesca. Que las tuvo. Calderón instaba a sus hombres a seguir mirando la portería contraria, consciente de que el premio podía triplicarse con un poco de tino en el último pase. Siempre el último pase. El que marca diferencias.


La acción tonta llegó tras el pitido final. Mejía debía tener en mente una cuenta pendiente con Helguera y se fue a por él por la espalda. Le golpeó y le insultó


-asegura Helguera-, este no pudo reprimirse y se revolvió. Dos jugadores contrastados enfrascados en un acto infantil que terminó con sendas rojas. Demasiado lastre para tan poca ganancia.