MERIDIANO 57-58 CAI ZARAGOZA

El CAI toma aire justo a tiempo

El cuadro aragonés cumplió con su deber de vencer al Meridiano. Poco fluidos en ataque, pero intensos atrás, los rojillos se distancian de la zona baja de la tabla. Los de Abós, con un gran Van Rossom, se mostraron motivados y concentrados todo el duelo, aunque su juego sigue dejando que desear.

Pablo Aguilar salta a por un balón junto al local Andriuskevicius.
El CAI toma aire justo a tiempo
ACB MEDIA

Objetivo cumplido. Sin brillo, sin un buen juego, siendo el menos malo, pero el CAI Zaragoza cumplió con su misión en Alicante que no era otra que sumar un triunfo vital. Los rojillos toman aire justo a tiempo, ya que tras dos tropiezos seguidos y viendo cómo los de atrás se le acercaban en la clasificación, lograron una meritoria victoria que les otorga un nuevo colchón con respecto a los puestos de descenso. Además, el conjunto de Abós cambió de cara e hizo olvidar momentáneamente el bochorno de Manresa. Y es que los aragoneses esta vez sí que jugaron concentrados y motivados, con lo que su defensa fue una de las claves del éxito. En un día en el que no hubo demasiada fluidez ofensiva destacó sobre el resto un gran Sam Van Rossom. El belga guió a los suyos a un triunfo por la mínima en la primera gran final de la temporada. Se derrotó a un rival directo y el CAI respira.

Al menos, en una final como la de ayer, el equipo respondió en su planteamiento y en la forma de encarar el duelo. El cuadro rojillo saltó al Centro de Tecnificación plenamente centrado. Sabía lo que se jugaba y ya los primeros ataques evidenciaron que los egoísmos se habían quedado en casa. La labor de equipo era patente. Que si Cabezas para Quinteros o a la inversa. Nadie miraba el aro si el compañero estaba mejor colocado. El CAI jugaba pausado, dominaba el rebote, pero no abría brecha ya que se mostró demasiado errático en el arranque. Los de Abós buscaban a su poste, a un Rafa Hettsheimeir que podía con Andriuskevicius en la pintura, pero que fallaba tiros cómodos.

Sólo por eso la igualdad imperaba en el electrónico. Porque la motivación aragonesa era evidente. Los rojillos estaban muy metidos en el partido y cuando llegó el acierto, de la mano de un inspirado Aguilar, la ventaja visitante se fue a los ocho puntos. Sólo un Martin Rancik, que tiraba del carro alicantino, y esporádicas transiciones rápidas de los de Txus Vidorreta evitaban que el duelo se rompiera.

Ya por aquel entonces sorprendía la ausencia de Miso en la cancha cuando llegaron las rotaciones. Hasta Joan Riera tuvo sus minutos mientras el madrileño no se lo creía en el banquillo. Parecía un castigo de Abós por lo del otro día en Manresa, aunque Cabezas sí estaba sobre el parquet.

El técnico zaragozano optó por jugar con dos bases durante muchos minutos y eso sirvió para que Riera aportara lo suyo y para que brillara con luz propia el belga Van Rossom.

Los rojillos no tenían claridad en ataque y se mostraban bastante atascados, pero la defensa sí que era efectiva y agresiva. Con ella y gracias a algunos triples de los hombres del perímetro el CAI sobrevivía y mantenía una cómoda pero corta renta. Se ganaba, pero no con claridad. El equipo no acababa de convencer. Afortunadamente el local Hasbrouck se hizo daño en el ojo nada más salir y no hubo que vigilarlo durante muchos minutos.

Y es que en un duelo entre dos flojos contendientes la gran ventaja para los rojillos fue que el Meridiano Alicante no se enteraba mucho. Había tensión, se perdían balones, se tomaban malas decisiones por ambos bandos y el encuentro entró en una fase de igualdad en errores. El único que se salvaba era una vez más Van Rossom. El base ya apuntaba a hacer un partido excepcional. Porque anotaba de tres, en penetración, yéndose en velocidad..., de todos los colores.

Por fin tiró Abós de Miso. Pero tampoco fue él la solución. Ni la zona 2-3 que ordenó el entrenador y que resultó contraproducente para los intereses rojillos. Quedaba un cuarto por jugar, el CAI sólo iba uno arriba y estaba todo por decidir.

Y se decidió a su favor a pesar de que el juego rojillo no fue a mejor ni mucho menos. De hecho, el belga seguía siendo el único abanderado aragonés. El resto aportaba con cuentagotas. Y si Barlow enchufaba un triple, Stojic le daba rápida respuesta. O si Quinteros forzaba unos libres, el Meridiano se cobraba una absurda antideportiva de Van Rossom.

Con ese panorama, los de Abós que seguía con sus experimentos colocando a Barlow de ala-pívot y dejando a DP y Aguilar en el banco, jugaban con fuego. De hecho, los locales se pusieron a uno a falta de un minuto. Menos mal que ayer tampoco era su día y un error de Hasbrouck daba el balón a los zaragozanos con 29 segundos por jugar.

Una vez más el bueno de Sam, tras un gran partido, lo decidió. Y no fue por anotar, ya que erró el tiro que lanzó, pero tuvo la inteligencia y la sangre fría de hacer una falta rápida (el CAI no estaba en bonus), que dejó sin tiempo a los locales para poder anotar.

La victoria, meritoria donde las haya, viaja a Zaragoza y supone un colchón vital con respecto a la zona peligrosa. Cambio de imagen, sí; triunfo necesario, también; pero el juego rojillo sigue dejando mucho que desear y la próxima reválida es en dos días ante un Lagun Aro que a punto estuvo de sorprender ayer al Caja Laboral. Entonces habrá que dar otro paso adelante. Porque lo de ayer da un respiro justo a tiempo y ante al adversario adecuado, pero hace falta más para no sufrir.