El Atlético volvió a ofrecer una imagen pésima ante un rival menor. Los rojiblancos empataron en Chipre y dependen de sí mismos para mantener la tercera plaza y acceder a la Liga Europa. Con Quique Sánchez Flores en el banquillo sólo han ganado al Marbella -un Segunda B- en Copa. Sin triunfos no hay confianza. Sin confianza no hay triunfos. En ese peligroso círculo vicioso se mueven los 'colchoneros' esta temporada. Ante el Apoel chipriota los madrileños volvieron a demostrar por enésima vez sus carencias defensivas y su ineficacia en ataque. Pero la novedad que ofreció el Atlético para preocupación de sus aficionados fue una ansiedad e impotencia extrema. Los jugadores están comprometidos. Agüero no para de correr y encarar, Forlán tira a puerta cada vez que puede, Simao sube por banda una y otra vez, Jurado busca esos pases desequilibrantes Pero cada uno hace la guerra por su cuenta, sin una visión global de equipo. Ese es el drama y la perdición del Atlético. Así es imposible construir un estilo sobre el que cimentar la recuperación.

El Apoel no jugó mejor, sino igual de mal, pero al menos aprovechó su oportunidad. Un centro lateral, Perea no despeja para cumplir con su pifia diaria y Mirosavljevic -más conocido por 'Mortadelo' tras su paso por el Cádiz- marcó a placer y provocó la locura en las gradas. Tras el tanto, los locales recularon todavía más y cedieron el esférico a los hombres de Quique. Los 'colchoneros' atacaban por inercia, pero con un ritmo lento y muy previsible era incapaz de poner en peligro al guardameta rival.

Contrariado, su único recurso eran inofensivos tiros desde fuera del área.

Tras la reanudación los rojiblancos fueron algo más incisivos.

Forlán dispuso de un par de ocasiones, pero el uruguayo sigue negado de cara al gol. Agüero, indiscutiblemente el mejor del Atlético, abrió una grieta por la banda derecha y su centro lo dejó muerto el portero local para que Simao, con suspense, lograra el empate que acerca un poca más el tercer puesto y la Liga Europa a los rojiblancos.